viernes, 8 de agosto de 2008

LA CURVA DE HUBBERT

LA CURVA DE HUBBERT


Antecedentes

La humanidad se encontró hace algo más de cien años con un recurso único, que le dio la posibilidad tanto de disponer de una fuente de energía muy eficiente, fácil de extraer, transportar y utilizar, como de aprovechar otros recursos naturales y fabricar una gran variedad de materiales necesarios en nuestro modo de vida actual. Pero, sobre todo, ese recurso le permitió incrementar enormemente la capacidad de producir y distribuir alimentos y multiplicar explosivamente la población mundial, desde los mil millones de seres humanos a mediados del siglo XIX hasta los seis mil quinientos millones de la actualidad.

Ese recurso es el petróleo, y es el que ha posibilitado los profundos cambios experimentados por la humanidad en el último siglo, hasta llegar al estado de enorme dependencia de contar con suficientes suministros de “oro negro” del mundo actual. También él es el causante de multitud de problemas, tales como las crecientes guerras y desigualdades, la contaminación de los ecosistemas - lo que incluye el preocupante incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera- y la sobreexplotación de otros recursos vitales en retroceso, como los bosques, las tierras fértiles y el agua.

Sin embargo, pese a los retos que estos problemas constituyen, debidos en última instancia al uso del petróleo, paradójicamente, el verdadero reto al que se enfrenta la sociedad en nuestros días es la irremediable e irreversible disminución en su disponibilidad, según ya venían advirtiendo desde hace décadas los más eminentes geólogos, sin que exista la posibilidad de sustituirlo con otros recursos conocidos, y menos con tiempo suficiente para evitar la debacle.

Esta es la realidad que los grandes poderes mundiales que controlan la política, la economía y los medios de comunicación vienen ocultando, cada vez con mayores dificultades a medida que se va haciendo más palpable. Es también la realidad que castiga cada vez con mayor dureza a la población más desfavorecida de los países pobres, donde se vive al límite y que son los primeros afectados por los desabastecimientos y las subidas de los precios del petróleo.

Este artículo nace para contribuir a la divulgación de la crisis energética global en la que nos encontramos, en el momento en que los expertos en geología y recursos energéticos consideran que se podría estar alcanzando el cenit de la producción mundial del petróleo.

A lo largo del texto aparecen diversos hipervínculos a sitios web en inglés con explicaciones más a fondo, entrevistas y artículos . Para ampliar la información en castellano se añade al final una serie de referencias. Se aconseja en especial la web crisisenergetica.org , donde existe abundante información distribuida en diversas secciones, artículos traducidos, comunicados y noticias actualizadas, entrevistas, gran número de enlaces a otras páginas relacionadas y un foro de debate con comentarios de personas interesadas en este tema. También en dicha página están disponibles las traducciones al castellano de los boletines de la red ASPO, que integra científicos de diversos países que se dedican al estudio de las reservas petrolíferas, y que tratan de determinar la fecha y el impacto del cenit de las producciones mundiales de petróleo y de gas natural.

La curva de Hubbert y el petróleo

La producción de cualquier pozo de petróleo a lo largo de su tiempo de vida útil sigue una curva en forma de campana, a la que se denomina "Curva de Hubbert ", Por lógica, esto es también válido para la suma de varios pozos, por lo que la producción de cualquier país, como la mundial en su conjunto, también presentan curvas de producción con forma de campana.

Los costes de extracción son mucho más bajos en el tramo ascendente de la curva que en el descendente, en el que se van necesitando progresivamente mayores gastos y energía para extraer el petróleo de los depósitos que se van agotando, hasta que se llega al punto en que es necesaria más energía para la extracción que la que se obtiene del petróleo resultante de la misma, momento a partir del cual deja de tener sentido continuar la explotación, aunque quede petróleo por extraer. Además el petróleo extraído en el tramo descendente va resultando cada vez de menor pureza. En definitiva, el petróleo es abundante, de buena calidad y de fácil extracción en el tramo ascendente, y escaso, de peor calidad y más costoso de extraer en el tramo descendente.

El cenit del petróleo es el término que se aplica al punto de la curva de Hubbert en el que se logra la máxima producción, y se alcanza cuando se ha extraído aproximadamente la mitad del petróleo existente. Una vez pasado el cenit, la cuesta por la que se desciende en principio tiene poca pendiente (parte superior de la campana), pero después se va haciendo más empinada

El ascenso por la curva de Hubbert a través del s. XX

A principios del siglo XX comienza en Texas la primera explotación masiva de pozos petrolíferos del mundo. El petróleo rápidamente se mostró como un recurso único y excepcional, por su fácil obtención, versatilidad, facilidad de transporte y almacenaje, y la gran cantidad de energía proporcionada por unidad de volumen, y fue el motor que permitió a los EE. UU. hacerse con la hegemonía mundial, que se vería reforzada tras la II Guerra Mundial.

A partir de los años 60, la liberalización del comercio mundial y las facilidades en los transportes por la abundancia de petróleo permiten la especialización de las áreas productivas en todo el mundo, en la búsqueda de las empresas de la mayor rentabilidad, aunque ello suponga mayores distancias entre los lugares de producción y los de consumo, lo que incrementa los transportes de mercancías. Las industrias intensivas en mano de obra y más contaminantes se trasladan a países del Sureste asiático (para reducir costes y evitar las leyes medioambientales de los países desarrollados), comenzando así la explotación de la mano de obra en unos países y el desempleo en los países ricos. Los productos elaborados a bajo coste se dirigen a cubrir la avidez consumista fomentada por la publicidad en el mundo rico, donde existe la capacidad para adquirirlos.

Otro efecto de la globalización es el desplome de los precios agrícolas, lo que genera un gran excedente de mano de obra agrícola, y el éxodo masivo a las grandes ciudades.

El poder de las multinacionales va progresivamente en aumento, lo que les permite ocupar las mejores tierras y hacerse con los mejores recursos, imponiendo a los gobiernos políticas que les favorecen, aunque puedan resultar devastadoras para las poblaciones y para el medio ambiente.

En 1964 se alcanza el cenit de los descubrimientos de yacimientos de petróleo, y a partir de entonces, y pese a las mejoras tecnológicas y la competencia de las empresas petroleras por hacerse con el mayor número de yacimientos, los descubrimientos van disminuyendo de año en año.

En 1971 EE. UU. alcanza su cenit de producción y desde entonces, los grandes consorcios petroleros que explotaban los suculentos pozos de Texas, para no perder su hegemonía y la de su país en el mundo, van a utilizar su poder para orientar la política exterior del gobierno norteamericano a controlar los principales yacimientos de petróleo del planeta.

En 1973, la subida de los precios del petróleo frena el crecimiento económico de los países occidentales y genera un intenso flujo de capitales hacia los países de la OPEP, que son ingresados en bancos occidentales, que a su vez los prestan a los dirigentes de los países pobres que los utilizan para sus gastos suntuarios, y para la compra de armas con las que controlar a sus poblaciones. Se agrava la crisis de la deuda externa, que debilitará definitivamente las economías de los países más pobres, cuyos escasos ingresos ni siquiera darán para pagar los intereses de la deuda y les impedirá aprovechar sus propios recursos naturales y materias primas, de cuya explotación continúan beneficiándose las grandes empresas occidentales.

En 1979, pese a que se alcanza el cenit del petróleo mundial per cápita, el consumo energético en los países ricos continúa aumentando para así mantener sus crecimientos económicos anuales, que aunque ya no volverán a ser los de los años 60, se mantienen en torno al 2-3 %. Esto quiere decir, que desde aquel año los ciudadanos de los países que ya eran pobres han visto cada año reducida su disponibilidad de energía, y por tanto agravadas sus pésimas condiciones de vida, especialmente en África.

A partir de los 80 el consumo mundial de petróleo empieza a superar al que se descubre cada año, brecha que va a ir aumentando cada año hasta llegar a la proporción actual, en la que por cada barril que se descubre se consumen cuatro.

Para mayor ironía, las últimas décadas del siglo conocen el inicio de las exportaciones de residuos tóxicos a los países pobres y el aumento del flujo de turistas occidentales hacia lugares exóticos de los mismos, gracias a la concentración de riqueza en los países de origen, el abaratamiento de los costes de transporte y el favorable cambio de sus monedas frente a las de los países de destino.

El petróleo en nuestras vidas

Nuestra sociedad y modo de vida actuales son posibles gracias a la abundante disponibilidad de petróleo, pues está detrás de prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas y de todos los bienes de consumo del mundo actual, siendo su presencia necesaria en los procesos productivos tanto en forma de materia prima como en forma de energía, empleada en el transporte y en la fabricación.

La industria, la electricidad, el transporte, la construcción, el turismo, la agricultura, etc. están entrelazados indisolublemente con la producción de petróleo, que es también el principal responsable de los adelantos en medicina, al permitir la producción masiva de medicamentos y el desarrollo de la infraestructura sanitaria como hospitales, ambulancias, y hasta las carreteras por donde circulan éstas. Es también necesario para mantener servicios básicos urbanos como alcantarillado, recogida de basura, cuidado de calles y jardines, servicios de bomberos, servicios de protección civil y policía, etc.

La fabricación de casi todos los productos de uso común requiere del petróleo, que forma parte de todo tipo de plásticos, productos químicos, materiales de construcción, etc., estando presente en casi todo lo que utilizamos a diario, como los componentes internos y cubiertas de aparatos electrónicos, cueros sintéticos, detergentes, productos de limpieza, cosméticos, pinturas, aditivos alimentarios, lubricantes, PVC, aislantes, fibras sintéticas para la ropa, etc.

Y lo más importante, la producción comercial de alimentos se basa por completo en el uso intensivo de petróleo, que fue el que posibilitó la Revolución Verde, es decir, la extensión de la agricultura basada en los regadíos, la mecanización y el empleo de fertilizantes e insecticidas, lo que permitió el espectacular boom demográfico del pasado siglo. La mayoría de los pesticidas agrícolas necesitan del petróleo para su fabricación, y los fertilizantes comerciales se basan en amoníaco, que se produce a partir del gas natural, cuya producción va ligada a la del petróleo. Se necesita petróleo también para el uso de las maquinarias de cultivo, como tractores y cosechadoras, las bombas de agua para el riego, los sistemas de almacenamiento de alimentos como los refrigeradores, y los sistemas de transporte como los mercantes o los camiones. A lo largo del pasado siglo la producción de alimentos y la población fueron aumentando a medida que lo hacía la producción de petróleo.

No debe pues sorprender que si todo el funcionamiento de la sociedad depende de un único recurso, cualquier pequeña variación en su precio haga tambalear todas las economías, y en especial las más débiles, de forma que si el precio sube se generan procesos inflacionarios en todos los países y en todos los sectores económicos.

El lado amargo de la Era del Petróleo

Si bien la abundante disponibilidad de petróleo ha posibilitado que un tercio de la población mundial disfrute de un nivel de vida (y de consumo energético) exageradamente superior al habido en cualquier otra época o cultura anterior, no es menos cierto que esto es posible a base de sobreexplotar los recursos naturales del planeta, aniquilar otras culturas y aprovecharse del uso de mano de obra en condiciones infrahumanas, así como de contaminar los ecosistemas a un ritmo muy superior al que pueden soportar para regenerarse. El panorama mundial en la “Era del Petróleo” actual dista mucho de ser ideal, con retos y problemas crecientes, debidos casi todos ellos a la superpoblación y al voraz consumo de bienes y servicios por parte del tercio de la población mundial más favorecido. A continuación se enumeran algunos de ellos:

- Deterioro medioambiental generalizado (efecto invernadero, deforestación, desertización, contaminación, agotamiento de recursos, extinción de especies, pérdida de biodiversidad, disminución de la capa de ozono, incremento de residuos tóxicos y radiactivos, etc.)

- Excesiva ocupación de espacios, lo que conlleva un incremento de las catástrofes humanitarias debidas a fenómenos naturales.

- Sobreexplotación de acuíferos y contaminación del agua.

- Migraciones a gran escala.

- Tendencia al modo de vida urbano y a la pérdida del contacto con la Naturaleza, con un crecimiento desmesurado de los suburbios de las grandes ciudades.

- Desaparición de multitud de culturas y formas de vida integradas con el medio ambiente.

- Delincuencia e inseguridad

- Guerras y represiones en muchos países pobres

- Desempleo crónico en los países ricos y explotación de la mano de obra en los países pobres, donde incluso se ha extendido la esclavitud infantil

- Exagerada desigualdad entre ricos y pobres.

- Estados sociales debilitados por el poder de las multinacionales

- Masiva producción y consumo de drogas, que los países pobres se ven obligados a producir.

- Terrorismo internacional

- Problemas de salud; por desnutrición y pandemias en los países pobres, donde los servicios sanitarios son muy escasos; y por sobrealimentación en los países ricos (obesidad, cánceres, etc.), a los que se unen los problemas psicológicos derivados de sociedades deshumanizadas y competitivas, con mayores índices de depresiones, pérdida de valores, soledad, stress, etc.

Actualmente, la llegada del cenit mundial

Aunque no se puede conocer con exactitud la fecha del cenit del petróleo mundial los geólogos vienen estimando que se producirá en la presente década. En realidad no se sabrá que ha pasado el cenit hasta unos 3 o 4 años después de superado, pues la producción varía cada año, y las reservas reales existentes pueden ser menores que las publicadas por las grandes multinacionales y los gobiernos implicados en los años 80, que exageraron sus reservas para que se les permitiese aumentar sus cuotas de producción en el mercado mundial. Las estimaciones más fiables sitúan el cenit del petróleo en algún momento entre los años 2004 y 2010.

Cabe la posibilidad de que ya se haya alcanzado el cenit de la producción mundial de petróleo. En la Conferencia sobre el Cenit del Petróleo en Mayo del 2003 , el Profesor Kenneth Deffeyes, autor de “El Cenit de Hubbert: La Inminente Escasez del Petróleo Mundial”, explicó que realmente el cenit pudo haber sido en el 2000, pues la producción mundial ha estado disminuyendo desde ese momento, pese al aumento de la demanda y la presión de los gobiernos occidentales a los países productores para que aumenten su producción y evitar el alza de precios.

El Instituto de los Recursos Mundiales publicó un informe en 1996 que decía: “si persiste el crecimiento de la demanda mundial en un modesto 2 por ciento anual, la producción podría comenzar a declinar hacia el año 2000 (…). Incluso aunque se den enormes aumentos del petróleo estimado como finalmente recuperable (lo cual es poco probable), apenas darían para algo más de otra década (desde 2007 a 2018). En consecuencia, a menos que se reduzca de forma muy acusada el crecimiento de la demanda, la producción de petróleo comenzará pronto su largo declive”. La realidad de nuestros días es que la demanda está experimentando un fuerte tirón, especialmente por el gran crecimiento económico de China y la India, cuyas poblaciones suman 2.300 millones de personas.

Los gobiernos ante la posibilidad del cenit

Los gobiernos de los países más ricos del mundo, lejos de tratar de ir adaptando sus economías a la realidad energética mundial marcada por la curva de Hubbert, vienen haciendo todo lo posible para continuar el crecimiento económico, recrudeciendo para ello todos los mecanismos de explotación de los recursos naturales y humanos del planeta.

Todas las guerras en las que han participado de forma más o menos directa las grandes potencias en las últimas décadas han estado relacionadas con el control de las principales reservas de petróleo y gas natural existentes en la Tierra, incluidas la de Vietnam, Indonesia-Timor, Angola, Argelia, Congo, Nigeria, Guatemala, Malvinas, Chechenia, Sudán, Ecuador-Perú, Irán-Irak, Balcanes o las invasiones de Afganistán e Irak.

Esto es especialmente válido para los EE. UU. que ha pasado de importar un 2 % del petróleo que consumía en 1950 a importar el 54 % de su inmenso consumo actual, que supone el 25 % del suministro energético global, pese a contar con tan sólo el 6 % de la población mundial. No sorprende por ello que esté presente en casi todos los conflictos, a veces de forma abierta, y en otras mediante el suministro de armas , financiando grupos armados afines, amenazando líderes locales, etc. Y como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, anteponiendo los intereses nacionales y el mantenimiento del sistema al valor de las vidas inocentes. Así viene sucediendo en las guerras de Irak, donde a modo de ejemplo su ejército dejó caer tanto uranio empobrecido durante la Guerra del Golfo de 1991 que los casos de bebés iraquís con defectos de nacimiento aumentaron en un 500 % en los siguientes años, lo que también afectó al 67% de los hijos de los soldados norteamericanos que participaron en el conflicto. En el 2003, de nuevo el ejército empleó uranio empobrecido en Bagdad, de forma que la radiación en Irak alcanzó un nivel 2.000 veces mayor que el normal.

George Bush, Dick Cheney, Condolezza Rice y Donald Rumsfeld son ejecutivos de grandes compañías de petróleo, y las guerras que mantienen en Oriente Medio son en realidad una desesperada lucha por mantener al máximo la supervivencia del imperio estadounidense y el modo de vida americano. El resto de gobiernos occidentales no pueden oponerse a estas políticas, y se ven obligados a apoyar a los EE. UU. en sus esfuerzos para asegurarse el control de las pequeñas cantidades de petróleo barato que van quedando disponibles en el planeta, pero el problema vendrá cuando ya no haya petróleo suficiente para cubrir las necesidades de todos los “aliados” de los EE. UU.

En estos últimos años van proliferando las críticas a estas políticas, como las del recientemente fallecido Robin Cook , que dejó el cargo de ministro de exteriores británico por su abierta oposición a la ocupación de Irak, y que poco antes de su muerte destacaba en un medio de comunicación el hecho de que Al Qaeda fuese una creación de la CIA. También aparecen artículos en los que se pone de relieve lo bien que el terrorismo islamista está viniendo a los dirigentes occidentales para justificar las acciones militares, así cómo el que los medios de comunicación occidentales vengan incidiendo en la asociación del Islam con el terrorismo, justo cuando Occidente está más necesitado de hacerse con las menguantes reservas de Oriente Medio. Resulta evidente la hipocresía de los gobiernos occidentales que mimaron en vida y después lloran la muerte del tirano y represor rey Fahd, mientras consideran terrorista y un peligro para la democracia y la estabilidad mundial a cualquier líder de los países con petróleo en su subsuelo que no se someta a los intereses occidentales.

En este contexto, China se está convirtiendo en la pieza clave del cada vez más tenso equilibrio internacional, y puede ser el detonador de la situación de conflicto por las menguantes reservas de petróleo entre las distintas superpotencias. Su posición ante los EE. UU. es muy fuerte, pues está permitiendo la pervivencia del “Sueño Americano”, tanto a través de la inmenso aporte de bienes a bajo coste producidos por una mano de obra muy barata, como a través de la compra de bonos del Tesoro americano, lo que está permitiendo sostener el sistema financiero de los EE. UU. en un equilibrio que podría romperse en cualquier momento. China puede además hundir la economía norteamericana si pone a la venta su enorme reserva de dólares, lo que causaría una extraordinaria devaluación de la moneda norteamericana. Esto ha hecho perder fuerza a los EE. UU. ante los países que cuentan con el apoyo de China, y que empiezan a sentirse cada vez más fuertes, como es el caso de Venezuela, Cuba o Irán, el segundo productor mundial de crudo tras Arabia Saudita, y que ya ha firmado un contrato con el gigante asiático para suministrarle grandes cantidades de petróleo los próximos años. Este es el motivo por el que muchos especialistas creen que la invasión de Irán finalmente no se producirá.

Tras el cenit, el descenso de la curva de Hubbert

Si imaginamos la forma de la campana, y si por ejemplo, el 2000 hubiese sido el año del cenit del petróleo, la producción máxima de petróleo mundial en el año 2020 sería igual a la del año 1980. Sin embargo, de seguir la tendencia actual, la población del mundo en el 2020 será mucho mayor y mucho más industrializada de lo que estaba en 1980. Por consiguiente, la demanda mundial de petróleo sobrepasará en mucho a la producción mundial.

Siguiendo las más elementales leyes del mercado, cuanto más exceda la demanda a la oferta de petróleo más alto será su precio. No sólo eso, a medida que el petróleo no pueda cubrir la demanda, inevitablemente habrá lugares y sectores de la economía mundial que quedarán desabastecidos. Llegará un momento en que no se podrá mantener el crecimiento económico ni siquiera en los países ricos, por lo que los mercados financieros, que se basan en el crecimiento de la economía (en los intereses del capital) experimentarán un colapso y la crisis social será inmediata, inevitable y probablemente catastrófica.

Así pues, aunque sea cierto lo que se dice de que "queda petróleo para varias décadas al ritmo de consumo actual", el asunto preocupante es que el sistema económico está creado sobre la base del crecimiento para no colapsar, y que según los expertos estamos alcanzando el fin de la posibilidad de obtener petróleo fácil y en cantidades suficientes para abastecer la creciente demanda mundial.

Según el Profesor Richard Heinberg, tras el cenit cabe esperar los siguientes acontecimientos:

1. Subida de los precios de los combustibles 2. Aumento del coste de la vida 3. Aumento de las hambrunas, comenzando por los países pobres. 4. Guerras “preventivas” por hacerse con los recursos en áreas ricas 5. Derrumbe económico y caos creciente afectando a todo el globo. 6. Tras un período de tiempo se alcanzará una re-estabilización, con una menor población mundial que podrá repartirse los recursos restantes.

Se puede comprobar que algunos de esos acontecimientos se están empezando a manifestar ya de forma más o menos clara en unas y otras zonas del mundo. Muchos especialistas consideran que estamos viviendo las primeras fases del crash del petróleo, que se está manifestando claramente en la economía norteamericana, que según diversos autores podría experimentar un colapso a lo largo de los próximos meses.

Contracción de la población mundial

Es inevitable considerar que si la energía proporcionada por el petróleo fue la que posibilitó el fuerte incremento demográfico del pasado siglo, cuando se descienda por la curva de Hubbert la población habrá de contraerse posiblemente hasta los niveles anteriores a los tiempos del petróleo. En realidad, la evolución de nuestra especie en el planeta tiene numerosas similitudes con las de una plaga que se desarrolla en un ser vivo y se multiplica hasta exceder la capacidad del mismo para servirle como sustento, hasta llegar a un punto en el que la población experimenta una brusca caída. Es lo que sucede, por ejemplo, con las bacterias en un cultivo, cuya población crece exponencialmente hasta que se agota su alimento, y a partir del entonces se produce un brusco descenso poblacional. Para las bacterias de la generación justo anterior de la quiebra, cuando se han consumido la mitad de los recursos iniciales, todavía no ha existido ningún problema, hasta que empiezan a morir por falta de alimento.

Desde que la humanidad comenzó a disponer de petróleo su población se ha multiplicado de forma explosiva, y ahora estamos en el momento en se ha agotado alrededor de la mitad del petróleo extraíble del mundo. De la mitad que queda, una gran parte será muy costosa de extraer. Si los expertos están en lo correcto, estamos por tanto en la generación de la quiebra, y aún así la inmensa mayoría de la población mundial no es consciente de la existencia del problema.

Otro ejemplo lo constituye la hambruna irlandesa de 1845, generada por un hongo parasitario que convirtió las papas en incomestibles y causó la devastación y la reducción a la mitad de la población en el paso de sólo una generación. Muchos de ellos pudieron emigrar a América y así escapar a la hambruna y mitigar la severidad de la situación para los que quedaron, pero en nuestro caso actual, al igual que les ocurre a las bacterias en un cultivo, no tenemos otro sitio donde ir.

Las posibilidades ante el cenit

En un espacio físico limitado como Tierra en algún momento el crecimiento económico habrá de detenerse, y todo indica que ese momento lo va a marcar el cenit del petróleo, pues si ya resulta complicado imaginar que se pueda encontrar a tiempo un sustituto que permita a la humanidad mantener el consumo energético actual, mucho lo sería si lo que se pretende es mantener los crecimientos económicos que los gobiernos occidentales no dejan de prometer en las elecciones. Y mucho más complicado aún si se quisiera alcanzar una situación de mínima justicia en el reparto de riqueza a nivel mundial.

Las soluciones ante el cenit del petróleo habrían de pasar por el ahorro energético masivo, el descubrimiento de nuevos grandes yacimientos, o la aparición de fuentes de energía alternativas que puedan sustituir al petróleo, pero lo cierto es que ni siquiera con el alza de los precios del crudo que se viene registrando se ha detenido el incremento de la demanda, ni se han incrementado los gastos en exploración, ni se están implementando energías para sustituir al petróleo.

1.- Ahorro energético

Es difícil imaginar que los ciudadanos de los países occidentales comiencen a reducir de repente su nivel de consumo, y menos cuando la publicidad les sigue estimulando a incrementarlo. Aunque así fuera, el crecimiento económico no se puede detener pues colapsaría el sistema financiero, tampoco se puede disminuir significativamente el consumo de petróleo en actividades básicas como la agricultura o el transporte, y por último no se puede pedir a los países en vías de desarrollo que reduzcan el consumo de petróleo per cápita cuando hoy en día es muy inferior respecto al de los países más ricos.

Por otro lado, el mensaje claro de la urgente necesidad de ahorrar energía habría de venir de los gobiernos y/o de las empresas a través de los medios de comunicación, y esto parece bastante complicado. Los gobiernos lo podrían hacer, pero si lo hiciese sólo un partido político perdería el apoyo de los votantes, que sólo quieren oír hablar de “mejoras” y de “progreso”. Los gobiernos no pueden ir tampoco contra los intereses de los grandes poderes económicos internacionales. Tampoco se puede esperar que las empresas privadas estimulen el ahorro, pues a sus dirigentes sólo les interesa poder presentar a sus accionistas cada año los mayores beneficios frente a las empresas competidoras.

Además, las grandes agencias de noticias y los medios de comunicación están en manos de las multinacionales, que tienen inversiones en el sector energético, y si informasen con claridad del cenit del petróleo y de sus consecuencias, caería bruscamente la inversión en la bolsa, la economía se hundiría, acaecería el caos y todo el sistema financiero se derrumbaría.

No obstante, inevitablemente y a medida que el problema se va haciendo más acuciante, van apareciendo más informaciones sobre la crisis energética, así como se van sucediendo las manifestaciones de personas vinculadas al mundo de la energía y del petróleo, como las del ex consejero de Energía de George W. Bush, Matthew Simmons , quién afirmó que la situación es desesperada, y que “esta es la cuestión más seria del mundo (…) sin la energía, no tendremos agua, alimentos, ni sistema de salud sostenibles…"., o las del propio Ministro de Energía, Spencer Abraham, quién aseveró que "EE. UU. se enfrenta a una gran crisis de suministro de energía en las próximas décadas. El fracaso para encarar este desafío amenaza su prosperidad económica y su seguridad nacional y alterará sustancialmente su modo de vida."

También los directivos de la industria de la energía van reconociendo la gravedad de la situación. Por ejemplo, el presidente de la multinacional Exxon Mobil Exploration Company, Jon Thompson, declaró que "hacia el año 2015, necesitaremos encontrar, desarrollar y producir un nuevo volumen de petróleo y gas que supere en ocho barriles cada 10 de los que se producen hoy." En 1999, Mike Bowlin, Presidente y Gerente general de la petrolera ARCO declaró, "nos hemos embarcado en el principio de los últimos días de la era del petróleo."

2.- Nuevos yacimientos y fuentes no convencionales de petróleo

Hoy en día, pese a que la producción y la capacidad de refino están a tope, el aumento de la demanda está generando una notable subida de los precios del petróleo. Esta situación era fácil de prever desde hace tiempo, y sin embargo las grandes petroleras llevan años disminuyendo las inversiones en exploración, creación de nuevas refinerías o fabricación de nuevos buques petroleros, probablemente porque sabían que no quedaban grandes cantidades de petróleo por descubrir, ni por tanto para transportar o refinar.

Respecto a la explotación de fuentes no-convencionales, como esquistos y arenas asfálticas, su explotación genera graves daños ambientales, y requiere una enorme inversión en investigación e infraestructura, así como grandes cantidades de agua y de energía (aproximadamente el equivalente a 2 barriles de petróleo para producir 3 barriles de petróleo).

Por otro lado si se encontrasen nuevos yacimientos o se lograse aprovechar otras fuentes no convencionales, en cantidades suficientes como para mantener la creciente demanda energética mundial, se continuarían incrementando las concentraciones de los gases de invernadero en la atmósfera, lo que puede alterar el equilibrio climático global de nuestro planeta.


3.- Las energías "alternativas"


Existen otras fuentes de energía, algunas de las cuales son anunciadas en los medios de comunicación como sustitutas de los combustibles fósiles. Este tipo de informaciones impiden concienciar a la población, a la que proporcionan un falso sentido de seguridad que promueve el aumento de los elevados niveles de consumo actuales, pues no existe ninguna fuente de energía que pueda, ni de lejos, aplicarse con la suficiente rapidez y efectividad como requiere la crisis energética generada por la escasez de petróleo.

Las energías basadas en recursos no renovables (gas, petróleo, carbón y fisión nuclear), que tantos problemas de contaminación generan, aportan en la actualidad el 86% del enorme consumo de energía global, y de ellas el petróleo, el 35 % del total y mas del 90 % de la energía empleada en los transportes, y ninguna de las demás energías que se presentan como “alternativas” pueden acercarse ligeramente a la gran cantidad de energía proporcionada por ellos, y menos aún en las cantidades que se requerirán en el futuro si la población mundial, la economía y el desarrollo de los países continúan creciendo. A lo sumo hay energías que pueden ser complementarias en la producción de electricidad.



Resulta impensable que antes de la llegada del cenit de la producción de petróleo pueda aparecer una fuente de energía que pueda sustituir al “oro negro” como combustible para el transporte mundial, pues no sólo debería ser técnicamente posible su producción y uso a gran escala y en muy breve plazo de tiempo, sino que se deberían sustituir y/o adaptar con una rapidez increíble todos los vehículos del planeta – los más de 800 millones de coches camiones, aviones, barcos, etc.- para que pudiesen funcionar con la nueva fuente de energía, así como desarrollar con enorme rapidez toda la infraestructura para la producción, transporte y distribución de la misma por todo el mundo. Tampoco existe ninguna alternativa que pueda sustituir al petróleo para la fabricación de los más de 3.000 productos derivados del mismo, y que son esenciales en la industria y en nuestro modo de vida actual.

El petróleo es un recurso tan esencial en nuestros días, que de hecho es quién ha hecho posible la utilización de otros muchos recursos, como las propias energías mal llamadas alternativas, y que para su desarrollo necesitan del petróleo para la fabricación y transporte de los materiales, así como para la construcción de las infraestructuras para su puesta en marcha y distribución de las mismas.

A continuación se analizan otros problemas específicos que presentan cada una de las principales fuentes de energía que se suelen citar como “alternativas” al petróleo: -Carbón:

El carbón supone actualmente el 24% de los suministros de energía mundial, pero un incremento en su producción conllevaría diversos problemas:

1. Es del 50% al 200% más pesado que el petróleo por unidad de energía. 2. El incremento de la minería del carbón, llevaría más tierras a la ruina. 3. En contraste con el petróleo y los combustibles de gas, regular el nivel al cual se quema el carbón es difícil, por lo que para producir electricidad se pierde la mitad de su volumen de energía. 4. La minería del carbón precisan energía tanto para el uso de maquinaria de extracción como para la del transporte, energía que se extrae del petróleo. 5. Las centrales térmicas generan emisiones de gases y partículas causantes de la lluvia ácida y que contribuyen al efecto invernadero y el cambio climático. 6. Los combustibles líquidos del carbón son muy ineficientes y requieren grandes cantidades de agua. 7. También el carbón tiene una curva de Hubbert, de forma que aunque parece haber reservas probadas para unos 200 años, si se tiene que tirar del carbón para sustituir al petróleo y/o al gas, éstas apenas durarían unos 25-50 años y el cenit de la producción mundial del carbón se dispararía hacia delante. -Gas natural:

El gas natural proporciona actualmente el 20% del suministro de energía global, y se extrae de los mismos pozos que el petróleo. La producción mundial de gas también contribuye al efecto invernadero, y sigue una “campana de Hubbert”, cuyo cenit será algo posterior al del petróleo, en torno al año 2.020, pero cuando se alcance el descenso será más rápido que en el caso del petróleo. Si se incrementase la extracción de gas para reducir el consumo de petróleo la fecha del cenit se adelantaría.

El agotamiento del gas ya es un grave problema en Norteamérica, pues la demanda está dejando atrás el suministro, lo que constituye todo un reto para la sociedad y la economía de EE. UU. para los próximos años, pues a diferencia de Europa, EE. UU no tiene la posibilidad de acceder fácilmente a las reservas de otros continentes a través de gaseoductos y, pese a esta inminente escasez, la demanda de electricidad en el país más rico y contaminante del mundo continúa en ascenso.

-Fisión nuclear

La energía nuclear lleva siendo abandonada globalmente desde hace años. Ahora se promueve como solución para compensar el cenit del petróleo, pero esto resultaría técnicamente imposible y un enorme riesgo para la humanidad por multitud de factores:

1. Cuantos más reactores haya, mayor será la posibilidad de accidentes y de ataques terroristas a instalaciones nucleares 2. El enorme coste (energético y económico) tanto para la construcción y desmantelamiento de cada reactor como para la extracción del uranio, su refinado, tratamiento químico, transporte, almacenamiento, medidas de seguridad, etc. 3. Para sustituir las actuales fuentes de electricidad se necesitarían unas 1,000 centrales nucleares nuevas, lo que aún así no resolvería el problema de la obtención de energía para sustituir al petróleo en los transportes. 4. La minería del uranio genera multitud de problemas medioambientales. 5. Los residuos generados durante su vida útil son radiactivos durante milenios, y aún no se han encontrado soluciones para almacenarlos. La solución a este grave problema requerirá sin duda de mucha energía, para construir cementerios nucleares. 6. El desarrollo de la energía nuclear agravaría las tensiones internacionales, pues Occidente no ve con buenos ojos que todos los países que lo deseen puedan enriquecer uranio y desarrollar centrales y tecnologías propias, para no poner en riesgo su seguridad. Pero si sólo unos pocos países desarrollan la energía nuclear se tendería a una situación injusta y peligrosa, en la que la mayoría de los países dependerían energéticamente de unos pocos. 7. Aun si todos los problemas que presenta se pudieran resolver, el poder nuclear es sólo una solución a corto plazo, pues el uranio también posee una cresta de Hubbert, con unas reservas finitas y muy limitadas, que al consumo actual (440 centrales que aportan el 6 % de la energía primaria global) se estima alcanzan para unos 70 a 100 años más, con el cénit en un plazo de aproximadamente unos 25 años, pero estos plazos se reducirían si se empezase a construir centrales por todo el mundo.

-Hidroeléctrica

El poder hidroeléctrico actualmente aporta tan sólo el 2.2% del suministro de la energía global, y presenta pocas posibilidades de aumentar significativamente su porcentaje en el total del consumo energético mundial.

La construcción de grandes presas ha resultado siempre criminal para las áreas afectadas, tanto desde el punto de vista ecológico como humanitario, por la cantidad de personas desplazadas de sus zonas de origen, problemas que se agravarían si se tratase de incrementar la producción de esta fuente de energía.

-Solar, eólica, mareomotriz y geotérmica

Las energías solar y eólica significan respectivamente tan sólo el 0,006 y el 0,07 % de la producción energética mundial, y eso que están fuertemente subvencionadas. Las restantes energías renovables, como la mareomotriz o geotérmica, todavía suponen menos. Es imposible que en breve plazo pudiesen crecer de tal manera como para sustituir mínimamente los actuales requerimientos de combustible fósil.

La energía que proporcionan varía constantemente según condiciones externas -atmosféricas, transcurso del día y la noche, etc.- y no se puede almacenar o transportar tan fácilmente como el petróleo o el gas natural. Las baterías son caras y voluminosas, y se desgastan al cabo de 5 a 10 años. Además se requiere gran cantidad de energía para fabricar los materiales que se necesitan para su puesta en marcha, almacenaje y distribución, y para construir toda la infraestructura que llevan aparejada, energía que en la actualidad se extrae fundamentalmente del petróleo

-Hidrógeno

El hidrógeno no es una fuente de energía, pues necesita más energía para su fabricación que la que después proporciona. Sin embargo, se habla de él como “el combustible del futuro” para nuestros vehículos, pues una vez producido se trata de un combustible líquido, como el petróleo, y no contaminante, por lo que en principio se puede utilizar como sustituto de aquel para mover vehículos. Pero si ya es complicado que las energías renovables puedan contribuir significativamente en la producción de electricidad, imaginemos lo que supondría que además hubieran de producir la energía necesaria para fabricar hidrógeno en cantidades suficientes para sustituir al petróleo en el transporte mundial. Además de ello, el hidrógeno presenta otros problemas técnicos, pues ocupa de cuatro a once veces el volumen de la gasolina o el diesel, necesita mantenerse a temperaturas muy bajas (esto también requiere energía) y los actuales vehículos no están preparados para su utilización, por lo que si todos los problemas que presenta se pudieran salvar, haría falta una adaptación de todo el sistema de transporte mundial que resulta inimaginable de llevar a cabo antes de que comience la escasez de petróleo.

-Biomasas y biocombustibles

Los residuos agrícolas y de la explotación maderera han sido y siguen siendo una útil fuente de energía local y renovable para pequeñas comunidades locales, especialmente en los países pobres, que les permite reducir su dependencia de otras fuentes como el petróleo. También se pueden obtener biocombustibles para los vehículos a partir de aceites vegetales o de desechos forestales que, al igual que en el caso del hidrógeno, se anuncian como “el combustible del futuro”. Pero hay que tener en cuenta que no tiene las prestaciones de la gasolina y que, una vez más, hace falta mucha energía para todo el proceso de producción (siembra, cuidado, fertilización, regado, cosecha, transporte y procesamiento), energía que en la actualidad se obtiene del petróleo.

Además, hay que considerar que si se extendiesen los cultivos como para que los biocombustibles pudieran reemplazar significativamente al petróleo en los transportes, la cantidad de tierra fértil necesaria sería inmensa, lo que agravaría los problemas de hambre y desertización ya existentes. El mercado no atiende a necesidades, y por ello se podría dar el caso de que se empezara a sustituir cultivos destinados a la alimentación humana por otros destinados a “alimentar” coches, que los ciudadanos del Primer Mundo podrían pagar a mejor precio del que podrían ofrecer los habitantes de los países de origen para comprar alimentos básicos para subsistir.

-Fusión nuclear

Es otra fuente de energía que se vende como limpia y que resolverá todos los problemas energéticos mundiales en el futuro. Pero lo cierto es que desde que se planteó inicialmente ya se advertía que no iba a estar disponible al menos antes de pasados unos 50 años, y así se continúa diciendo en la actualidad pese a que han pasado más de 30 desde aquel momento. Son muchas las dificultades que presenta esta energía para poder utilizarse, de manera que muchos ponen en entredicho la conveniencia de continuar con las enormes inversiones destinadas a su investigación y desarrollo, que podrían suponer un inútil derroche de medios y energía.

Hace falta alcanzar una temperatura de cien millones de grados para que tenga lugar la reacción de fusión, elaborar materiales que resistan dichas temperaturas, confinar una cantidad suficiente de núcleos durante un tiempo lo bastante prolongado para permitir la liberación de una energía mayor que la propiamente necesaria para calentar y mantener aislado el gas y, finalmente, desarrollar dispositivos que capturen la energía generada y la conviertan en electricidad. De momento la fusión nuclear como fuente de energía aprovechable para la humanidad pertenece más a la ciencia ficción que a la realidad.

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