sábado, 31 de enero de 2009

El gran engaño de los "derechos humanos"

El gran engaño de los "derechos humanos"

ALBERTO BUELA

Hace ya muchos años el pensador croata Tomilslav Sunic realizaba la distinción entre derechos humanos y derechos de los pueblos tomando partido por estos últimos.No es para menos, los derechos humanos tienen un anclaje filosófico en la ideología de la Ilustración de corte político liberal mientras que los derechos de los pueblos fundan su razón de ser en el historicismo romántico de corte popular. Hoy ya es un lugar común —luego de la afirmación de Proudhon (1809-1865), el padre del anarquismo, “cada vez que escucho humanidad sé que quieren engañar” — cuestionar la incoherencia de la Ilustración en materia política, así como la exaltación de la razón humana como “diosa razón”.

Este pensamiento ilustrado sufre una metamorfosis clara que va desde sus inicios con el laicismo libertario de la Enciclopedia y el racionalismo, pasa por el socialismo democrático y desemboca en nuestros días en el llamado “progresismo” que se expresa en la ideología de la cancelación, como bien lo hace notar el muy buen pensador español José Javier Esparza; ideología “que consiste en aquella convicción según la cual la felicidad de las gentes y el progreso de las naciones exige cancelar todos los viejos obstáculos nacidos del orden tradicional”.

La gran bandera del pensamiento “progre” es y ha sido la de los derechos humanos, donde ya se habla de derechos de segunda y tercera generación. Esta multiplicación de derechos humanos por doquier ha logrado un entramado, una red política e ideológica que va ahogando la capacidad de pensar fuera de su marco de referencia. Así el pensamiento políticamente correcto se basa necesariamente en los derechos humanos, y éstos en aquél cerrando un círculo hermenéutico que forma una ideología incuestionable.

Esta alimentación mutua se da en todas las formulaciones ideológicas que se justifican a sí mismas, como sucedió con la ideología de la tecnología en los años sesenta, donde la tecnología apoyada en la ciencia le otorgaba a ésta un peso moral que no tenía, hasta que la tecnología llevaba a la práctica o ponía en ejecución los principios especulativos de aquélla.

Se necesita entonces una gran quiebra, una gran eclosión, el surgimiento de una gran contradicción para poder romper esta mutua alimentación. Mutatis mutandi, Thomas Khun hablaba de quiebra de los paradigmas, claro que no para hablar de este tema, sino para explicar la estructura de las revoluciones científicas.

Los derechos humanos, tal como están planteados hoy por los gobiernos progresistas, están mostrando de manera elocuente que comienzan a “hacer agua”, a entrar en contradicciones serias.
En primer lugar, estos derechos humanos de segunda o tercera generación han dejado o han perdido su fundamento en la inherencia a la persona humana para ser establecidos por consenso. Consenso de los lobbies o grupos de poder que son los únicos que consensuan, pues los pueblos eligen y se manifiestan por sí o por no. “Aut- Aut, Liberación o dependencia, Patria o colonia, etc.” Por eso hoy se multiplican por cientos: derecho al aborto, al matrimonio gay, a la eutanasia, derecho a la memoria por sobre la historia, a la protección a las jaurías de perros que por los campos matan las ovejas a diestra y siniestra (en la ciudad de La Paz — en Bolivia— hay 60.000 perros sueltos). Cientos de derechos que se sumaron a los de primera generación: a la vida, al trabajo, a la libertad de expresión, a la vivienda, al retiro digno, a la niñez inocente y feliz, etc.

Ese amasijo de derechos multiplicados ha hecho que todo el discurso político “progre” sea inagotable. Durante horas Zapatero, Castro,Chávez, Morales y cualquiera de su familia ideológica pueden hablar sin entrar en contradicciones manifiestas y, por supuesto, sin dejar de estar ubicados siempre en la vanguardia. La vanguardia es su método.

Pero cuando bajamos a la realidad, a la dura realidad de la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie de las grandes ciudades, nos encontramos con la primera gran contradicción: estos derechos humanos, proclamados hasta el hartazgo, no llegan al ciudadano. No los puede disfrutar, no nos puede ejercer.

El ciudadano medio hoy en Buenos Aires no puede viajar en colectivo (bus) porque no tiene monedas, es esclavizado a largas colas para conseguirlas. Es sometido al robo diario y constante. Viaja en trenes desde los suburbios al centro como res, amontonado como bosta de cojudo. Las mujeres son vejadas en su dignidad por el manoseo que reciben. Los pibes de la calle y los peatones sometidos al mal humor de los automovilistas (hay 8000 muertes por año). Llevamos el record de asesinatos, alrededor de 12.000 al año. Los pobres se la rebuscan como gato entre la leña juntando cartón y viviendo en casas ocupadas en donde todo es destrucción. Quebrado el sistema sanitario, la automedicación se compra, no ya en las farmacias, sino en los kioscos de cigarrillos. El paco y la droga al orden del día se lleva nuestros mejores hijos, mientras que la educación brilla por su ausencia con la falta de clases (los pibes tienen menos de 150 días al año).

Siguiendo estos pocos ejemplos que pusimos, nos preguntamos y preguntamos: ¿dónde están los derechos humanos a la libre circulación, a la seguridad, a la dignidad, a la vida, al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la moralidad pública, a los 180 días de clases que fija la ley? No están ni realizados ni plasmados, y no tienen ninguna funcionalidad político social, como deberían tener. Así los derechos humanos en los gobiernos progresistas son derechos “declamados”, no realizados. Es que este tipo de gobiernos no gobiernan, sino que simplemente administran los conflictos, no los resuelven.

En este caso específico, los derechos ciudadanos mínimos han sido lisa y llanamente conculcados. La dura realidad de la vida así nos lo muestra, y el que no lo quiera ver es porque simplemente mira pero no ve.

La gran contradicción de lo políticamente correcto en su relación con los derechos humanos en su versión ideológica es que éstos, por su imposibilidad de aplicación, han quedado reducidos a nivel de simulacro. Hoy gobernar es simular.

Y acá surge la paradoja que en nombre de una multiplicidad infinita de derechos humanos, estos mismos derechos de segunda o tercera generación han tornado irrealizables los sanos y loables derechos humanos que tenían su fundamento en las necesidades prioritarias de la naturaleza humana. Han venido a ser como el perro del hortelano que no come ni deja comer. Todo esto tiene solo una víctima: los pueblos, las masas populares que padecen el ideologísmo de los ilustrados “progres” que los gobiernan.

jueves, 29 de enero de 2009

Quien haya estado en Auswitz sabe que ésto es una idiotez.

Quien haya estado en Auswitz sabe que ésto es una idiotez.

1. ¿Qué prueba hay de que los nazis practicaron el genocidio o de que hayan matado deliberadamente a seis millones de judíos?

Ninguna. La única evidencia la constituye el testimonio de “sobrevivientes” individuales. Este testimonio es contradictorio y ningún “sobreviviente” alega haber presenciado de hecho ningún “gaseo”. No hay pruebas concretas de ningún tipo: no hay enormes cantidades de cenizas; no hay instalaciones crematorias capaces de realizar la operación; no hay pilas de ropa; no hay jabón hecho a partir de seres humanos; no hay pantallas para lámparas hechas con piel humana; no hay archivos; no hay estadísticas demográficas.


2. ¿Qué pruebas existen en cuanto a que no murieron seis millones de judíos a manos de los nazis?

Muchas; incluyendo las de naturaleza forense, demográfica, analítica y comparativa -todas concurriendo a probar la imposibilidad de esa cifra que representa una exageración irresponsable de, quizás, un 1000%.

3. ¿Es cierto que Simón Wiesenthal afirmó, por escrito, que “no hubo campos de exterminio en suelo alemán”?

Sí. En “Books & Bookmen” — ejemplar de abril de 1975- - y en “Stars & Stripes — ejemplar de enero de 1993 –, Wiesenthal alega que el “gaseo” de judíos tuvo lugar en Polonia.

4. ¿Si Dachau quedaba en Alemania y hasta Simon Wiesenthal dice que no fue un campo de exterminio, entonces ¿por qué miles de veteranos de guerra en los Estados Unidos dicen que lo fue?

Porque después de que los aliados capturaron Dachau, miles de conscriptos norteamericanos fueron llevados y paseados por Dachau en donde se les mostraron edificios de los que se dijo eran cámaras de gas y porque los medios masivos de difusión, amplia pero falsamente, afirmaron que Dachau era un campo de “gaseo”.

5. Auschwitz queda en Polonia, no en Alemania. ¿Hay alguna prueba de que existiesen cámaras de gas construidas para dar muerte a seres humanos en, o cerca de, Auschwitz?

No. Se ofreció una recompensa de 50,000 dólares a quien aportase tal prueba, y el dinero fue depositado en un banco, pero no apareció nadie con prueba creíble alguna. Auschwitz, capturado por los soviéticos, fue ampliamente remodelado después de la guerra y se reconstruyeron distintos edificios para que pareciesen enormes cámaras de gas. Actualmente, Auschwitz es una gran atracción turística para el gobierno comunista polaco.

6. Si Auschwitz no fue un “campo de exterminio”, ¿cuál fue su verdadera finalidad?

Fue un complejo industrial a gran escala. Tuvo fábricas de caucho y combustible sintético (”Buna”) y los reclusos, fueron utilizados como mano de obra. El procedimiento para la obtención del “Buna” también fue empleado en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.

7. ¿Quién creó los primeros campos de concentración?. ¿Dónde y cuándo fueron empleados por primera vez?

Aparentemente, los primeros campos de concentración en el mundo occidental surgieron en los EE.UU. durante la Guerra de Independencia norteamericana. Los británicos internaron a miles de norteamericanos, muchos de los cuales murieron a causa de enfermedades y golpizas. A modo de ejemplo puede citarse a Andrew Jackson y a su hermano, este último falleció en uno de esos campos. Más tarde, los británicos erigieron campos de concentración en Africa del Sur para internar a mujeres y niños holandeses durante la conquista de ese territorio (la Guerra Boer). Decenas de miles de estas personas murieron en los infernales campos sudafricanos, cuyas condiciones de internación fueron, de lejos, mucho peores que las de cualquier campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

8. ¿En qué se diferenciaron los campos de concentración alemanes de los campos de reubicación norteamericanos en los que se internaron a japoneses y a alemanes residentes en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial?

Excepto por la denominación, la única diferencia significativa consistió en que los alemanes internaron a personas que constituían, real o supuestamente, una amenaza para la seguridad del esfuerzo bélico alemán, mientras que los norteamericanos internaron a personas exclusivamente a causa de su condición racial.

9. ¿Por qué los alemanes internaron a los judíos en campos de concentración?

Porque consideraron que los judíos constituían una amenaza directa a la soberanía y a la supervivencia de la Nación alemana y porque los judíos aparecían con desproporcionada frecuencia en las organizaciones subversivas comunistas. Sin embargo, no sólo los judíos sino todos los sospechosos de socavar la seguridad nacional estuvieron expuestos o fueron internados.

10. ¿Qué acción a gran escala emprendió el judaísmo internacional contra Alemania ya en 1933?

Un boicot económico internacional contra los productos alemanes.

11. ¿Es cierto que el judaísmo internacional le “declaró la guerra” a Alemania?

Sí. Los medios masivos de difusión del mundo entero aparecieron con titulares que decían: “Judea declara la guerra a Alemania”.

12. ¿Sucedió esto antes o después de que comenzasen a circular rumores acerca de los “campos de exterminio”?

Sucedió casi seis años antes. El judaísmo le declaró la guerra a Alemania en 1933.

13. ¿Cuál fue el primer país en llevar a cabo bombardeos masivos a la población civil?

Inglaterra; el 11 de mayo de 1940.

14. ¿Cuántas cámaras de gas, para exterminar personas, hubo en Auschwitz?

Ninguna.

15. ¿Cuántos judíos había, antes de la guerra, en los territorios que posteriormente pasaron a ser controlados por los alemanes?

Menos de cuatro millones.

16. Si los judíos europeos no fueron exterminados por los nazis, ¿qué pasó con ellos?

Después de la guerra, los judíos europeos seguían estando en Europa, con excepción de, quizás, unos 300,000 de ellos entre los cuales están quienes efectivamente murieron por una multiplicidad de causas durante el conflicto, y los que consiguieron emigrar a Israel, los EE.UU., la Argentina, Canadá, etc.. La mayoría de los judíos que abandonaron Europa lo hizo después y no durante la guerra; lo cual no obsta para que se les incluya en el supuesto Holocausto.

17. ¿Cuántos judíos huyeron al interior de la Unión Soviética?

Más de dos millones. Los alemanes nunca tuvieron a su alcance a esta población judía.

18. ¿Cuántos judíos emigraron antes de la guerra quedando, por lo tanto, fuera del alcance de los alemanes?

Más de un millón (sin contar los que fueron absorbidos por la U.R.S.S.).

19. Si Auschwitz no fue un campo de exterminio, ¿por qué su comandante, Rudolf Höss (no confundir con Rudolf Hess), confesó lo contrario?

Con Höss se utilizaron métodos muy eficaces para hacerle decir exactamente lo que sus captores querían escuchar.

20. ¿Existe alguna prueba de que americanos, británicos y soviéticos emplearon la tortura para forzar “confesiones” por parte de oficiales alemanes después de la guerra?

Hay pruebas en abundancia de que la tortura se empleó tanto antes como durante los famosos juicios de Nuremberg y aún después, en otros juicios por crímenes de guerra.

21. ¿En qué medida el mito del “Holocausto” beneficia actualmente a los judíos?

Los sustrae de toda crítica como grupo social. Les proporciona un “nexo común” que permite el control por parte de sus líderes. Es un instrumento útil en campañas de recolección de fondos y permite justificar ayudas económicas a Israel que totalizan más de 10,000 millones de dólares al año sólo por parte de los Estados Unidos.

22. ¿En qué medida beneficia al Estado de Israel?

Justifica los millones de dólares — en concepto de “reparaciones”– que el Estado de Israel ha recibido de Alemania Federal (Alemania Oriental se negó a pagar). Es usado por el grupo sionista israelí para controlar la política exterior norteamericana en sus relaciones con Israel y para forzar al contribuyente norteamericano a aportar todo el dinero que Israel desea. Y estos aportes son cada vez más voluminosos.

23. ¿En qué medida beneficia a algunos clérigos cristianos?

Correlaciona con la idea expuesta en el Antiguo Testamento en cuanto a que los judíos serían el “Pueblo Elegido” perseguido. También permite que la “Tierra Santa”, controlada por los israelíes, siga siendo accesible a la clerecía.

24. ¿En qué medida beneficia a los comunistas?

Le permite al comunismo ocultar sus propias instigaciones bélicas y sus propias atrocidades; tanto las de antes como las de durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

25. ¿En qué medida beneficia a los británicos?

En la misma forma en que beneficia a la Unión Soviética.

26. ¿Existe prueba alguna de que Hitler haya ordenado o sabido de un exterminio masivo de judíos?

No.

27. ¿Qué clase de gas fue utilizado por los nazis en los campos de concentración?

Zyklon-B; un gas hidrocianúrico.

28. ¿Para qué usos fue — y sigue siendo — producido este gas?

Para exterminar al piojo causante del tifus. Es empleado en la fumigación de habitaciones y vestimenta. Puede ser adquirido, sin dificultad, hasta el día de hoy.

29. ¿Por qué se usó este gas y no otro más adecuado para exterminios masivos?

Si los nazis hubieran querido usar gas para exterminar a seres humanos hubieran elegido algún otro entre los muchos que tenían a su disposición. El Zyklon-B es muy ineficiente, excepto en su uso específico como fumigante.

30. ¿Cuanto tiempo se tarda en ventilar completamente un área fumigada con Zyklon-B?

Aproximadamente unas 20 horas. Todo el procedimiento es sumamente complejo y técnico. Se tienen que usar máscaras antigas y sólo pueden ser empleados técnicos altamente capacitados.

31. Höss, el comandante de Auschwitz, afirmó que sus hombres entraban en las cámaras de gas, para remover los cadáveres, diez minutos después de que los judíos habían muerto. ¿Cómo se explica esto?

No se explica de ningún modo porque, si los hombres de Höss hubieran efectivamente hecho algo así, habrían terminado sufriendo el mismo destino que los judíos.

32. En sus confesiones, Höss afirmó que sus hombres fumaban cigarrillos mientras sacaban a los judíos muertos de las cámaras de gas, diez minutos después de haber terminado la operación. ¿No es explosivo el Zyklon-B?

Lo es, y en alto grado. La confesión de Höss resulta obviamente falsa.

33. ¿Cuál fue exactamente el procedimiento que supuestamente habrían empleado los nazis para exterminar a los judíos?

Las historias van desde dejar caer, a través de una perforación en el techo, contenedores de gas dentro de una habitación atestada de gente, hasta la inyección de gas a través de cañerías que terminaban en las duchas de las instalaciones sanitarias. Se alega que “millones” de judíos habrían muerto de esta manera.

34. ¿Cómo pudo ser ocultado, a judíos que aún no habían sido arrestados pero que estaban destinados a ser exterminados, un plan masivo de estas proporciones?

No hubiera podido ser mantenido en secreto de ninguna forma. El hecho concreto es que no existieron gaseos masivos de este tipo en parte alguna. Los rumores acerca de los mismos provinieron exclusivamente de fuentes judías.

35. Si los judíos destinados a ser ejecutados conocían el destino que les esperaba, ¿por qué fueron a la muerte sin luchar ni protestar?

No lucharon ni protestaron simplemente porque no existió intención de matarlos. Sencillamente se les internaba y se les obligaba a trabajar. (N.del T.: actualmente, las autoridades israelíes se han dado cuenta de esta grave falla en el mito del “Holocausto” y por ello es que, de unos años a esta parte, paralelamente al “Holocausto”, ha surgido el mito adicional de la “heróica resistencia” supuestamente opuesta al “exterminio”.)

36. ¿Aproximadamente cuántos judíos murieron en los campos de concentración?

Entre 300,000 y 500,000.

37. ¿En qué forma murieron?

Principalmente por reiteradas epidemias de tifus que causaron estragos en la Europa sumida en la guerra de aquella época. También murieron de inanición y por falta de atención médica, hacia el fin de la guerra, debido a que todas las comunicaciones por ferrocarril y por rutas terrestres habían sido destruidas por el bombardeo aliado.

38. ¿Qué es el tifus?

Es una enfermedad que siempre aparece cuando muchas personas se hallan encerradas juntas por largos periodos sin higienizarse. La enfermedad es portada por piojos que infectan el cabello y las ropas. Por ello es que las Armadas y los Ejércitos de todo el mundo tradicionalmente han impuesto cortes de cabello bien cortos a sus tropas. Irónicamente, si los alemanes hubieran usado mayores cantidades de Zyklon-B, muchos más judíos hubieran podido salir con vida de los campos de concentración.

39. ¿Qué diferencia hay entre 6 millones y 300,000 judíos muertos durante este trágico período?

¡5,700,000! y aparte de ello -contrariamente a la propaganda del “Holocausto”- no hubo intención deliberada de exterminar a nadie.

40. Muchos sobrevivientes judíos de los “campos de exterminio” afirman haber visto pilas de cadáveres amontonados en fosas y quemados. ¿Cuánto combustible hubiera hecho falta para llevar a cabo esta operación?

Bastante más de lo que disponían los alemanes con la crónica falta de combustible que ya sufrían por aquella época.

41. ¿Pueden los cuerpos humanos ser quemados en fosas?

No. Es imposible que un cuerpo humano se consuma totalmente por las llamas de este modo ya que, en fosas abiertas, no puede ser generado el calor necesario.

42. Los autores que afirman la existencia del “Holocausto” dicen que los nazis eran capaces de cremar un cuerpo humano en cerca de 10 minutos. ¿Cuánto tiempo se tarda en consumir un cuerpo humano, de acuerdo con el testimonio profesional de los operarios de crematorios actuales?

Aproximadamente unas dos horas.

43. ¿Por qué había hornos crematorios en los campos de concentración?

Para disponer, eficiente e higiénicamente, de los cadáveres causados por las epidemias de tifus.

44. Suponiendo un funcionamiento al 100% de TODOS los crematorios en TODOS los campos del territorio controlado por los alemanes, ¿cuál es la cantidad máxima de cadáveres que hubiera sido posible cremar durante la totalidad del periodo en que dichas instalaciones crematorias estuvieron operando?

Unos 430,600.

45. ¿Puede un horno crematorio operar al 100% en forma continua?

No. Un 50% resulta ya una estimación generosa (12 horas por día). Los hornos crematorios deben ser limpiados regularmente y a conciencia cuando están en uso continuo.

46. ¿Cuánta ceniza queda de un cuerpo cremado?

Después de haber pulverizado completamente los huesos, aproximadamente la cantidad equivalente al contenido de una caja de zapatos.

47. Si seis millones de personas fueron cremadas por los nazis, ¿qué pasó con las cenizas?

Eso es algo que todavía tiene que ser “explicado”. Seis millones de cadáveres producirían literalmente toneladas de cenizas. Sin embargo, no hay pruebas de la existencia de ningún enorme depósito de cenizas de estas dimensiones.



48. Las fotos aéreas de Auschwitz (tomadas por los aliados durante el período en que las “cámaras de gas”, supuestamente, se hallaban operando a pleno) ¿muestran la existencia de cámaras de gas?



No. En realidad estas fotografías ni siquiera muestran indicio alguno de las enormes cantidades de humo que habrían existido en forma constante sobre el campo. Tampoco muestran las “fosas abiertas” en las que se alega que se quemaban cadáveres.



49. ¿Qué disponían, esencialmente, las “Leyes de Nuremberg” alemanas de 1935?



Prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre alemanes y judíos de un modo similar al de las leyes que existen hoy en Israel.



50. ¿Hay precedentes norteamericanos de esas leyes alemanas?



Varios estados de los EE.UU. tuvieron leyes que prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre personas de distintas razas, mucho antes de que surgiesen los nazis.



51. ¿Qué fue lo que informó la Cruz Roja Internacional en relaci6n con la cuestión del “Holocausto”?

El informe de un delegado de la Cruz Roja Internacional que visitó Auschwitz en septiembre de 1944 señalaba que a los internados se les perniitía recibir correspondencia y encomiendas, y que los rumores referentes a las cámaras de gas no habían podido ser confirmados.



52. ¿Cuál fue el papel desempeñado por el Vaticano durante el período en que se dice que fueron exterminados los seis millones?



Si hubiera habido un plan de exterminio, el Vaticano ciertamente se hallaba en posición de conocerlo. Pero, puesto que no existió plan alguno de este tipo, el Vaticano careció de razones para adoptar públicamente una posición contraria al mismo.



53. ¿Qué prueba hay de que Hitler ordenó o supo que se estaba realizando un exterminio de judíos?

Ninguna.



54. ¿Hubo colaboración entre los nazis y los sionistas?



Sí. Ambos estaban interesados en sacar a los judíos de Europa y mantuvieron relaciones amistosas durante la guerra.



55. ¿Qué fue lo que causó la muerte de Ana Frank varias semanas antes del fin de la Segunda Guerra Mundial?



Tifus.

56. ¿Es auténtico el Diario de Ana Frank?

No. Las pruebas recopiladas por Ditlieb Felderer en Suecia y por el Dr. Robert Faurisson en Francia prueban, definitivamente, que el famoso Diario es una falsificación literaria.
57. ¿Qué pasa con las numerosas fotografías tomadas en los campos de concentración alemanes y que muestran pilas de cuerpos famélicos? ¿Son fotos trucadas?

Las fotografías pueden ser trucadas, sin duda. Pero es mucho más simple agregarle una acotación o un comentario falaz a una foto o a un recorte fotográfico auténtico. Por ejemplo: una pila de cadáveres famélicos ¿es prueba de que se trata de gente “gaseada” o deliberadamente hambrienta hasta morir? ¿O es que la fotografía muestra a víctimas de una tremenda epidemia de tifus? ¿O a personas que murieron de hambre por la carencia de alimentos en los campos hacia fines de la guerra? Fotografías de pilas de cadáveres de niños y mujeres alemanas, masacradas por los bombardeos aliados, se han hecho circular como fotografías de víctimas judías.



58. ¿Quién instituyó el término “genocidio”?



Raphael Lemkin, un judío polaco, en un libro que se publicó en 1944.



59. ¿Son documentales películas como la del “Holocausto” “Schindler’s List” o “The Winds of War”?



No. Estas películas no son históricas sino basadas en novelas y ficciones basadas en la Historia. Desafortunadamente, es demasiada la gente que las ha tomado como representación fidedigna de lo que realmente sucedió.

60. ¿Cuántos libros se han publicado en los que se refutan afirmaciones de la versión oficial del “Holocausto”?

Por lo menos 60. Y hay más en proceso de elaboración.

61. ¿Qué sucedió cuando el Instituto de Revisión Histórica ofreció 50,000 dólares a cualquiera que pudiese probar que hubo judíos gaseados en Auschwitz?

No se aportó ninguna prueba que mereciese la recompensa ofrecida, pero el Instituto fue demandado por 17 millones de dólares por un sobreviviente del “Holocausto”, quien alega que la oferta le ha hecho perder el sueño, lo ha perjudicado comercialmente y representa una “negación injuriante de hechos establecidos”.



62. ¿Qué hay de cierto en la afirmación de que quienes cuestionan el “Holocausto” son antisemitas o neonazis?



Se trata de una infamia destinada a desviar la atención de hechos concretos y de argumentos contundentes. Entre los investigadores que han refutado los alegatos del “Holocausto” los hay de todas las ideologías: demócratas, republicanos, libertarios, socialistas, cristianos, judíos, etc… No hay correlación entre la refutación del “Holocausto” y el antisemitismo o el neonazismo. De hecho, cada vez son más los investigadores judíos que reconocen abiertamente que las pruebas referentes al “Holocausto” resultan altamente insuficientes.



63. ¿Qué sucedió con los historiadores que cuestionaron la documentación del “Holocausto”?



Han sido objeto de campañas difamatorias, expulsiones de puestos académicos, pérdida de pensiones, destrucción de sus propiedades y violencia física.


64. ¿Ha sufrido el Instituto de Revisión Histórica (Institute for Historical Review) alguna represalia por sus esfuerzos en mantener el derecho a la libertad de palabra y a la libertad académica?

El IHR ha sufrido atentados con bombas cinco veces y ha sido dos veces objeto de demostraciones por parte de representantes de la Liga de Defensa Judía (Jewish Defense League) que portaban banderas israelíes y proferían amenazas de muerte. Amenazas de muerte hechas por teléfono son, prácticamente, un hecho cotidiano. El 4 de julio de 1984, las oficinas y almacén del IHR fueron completamente destruidos en un delito de incendio.

65. ¿Por qué hay tan poca publicidad sobre el punto de vista de ustedes?


Porque, por razones políticas, el “Establishment” no desea ninguna discusión con profundidad sobre los hechos que rodean el mito del “Holocausto judío”.



66. ¿Dónde puedo obtener más información sobre la “otra cara” de la historia del “Holocausto”, así como sobre hechos referentes a otras áreas del revisionismo histórico de la Segunda Guerra Mundial?

La burguesa revolución

La burguesa revolución












JUAN PABLO VITALI

Releyendo los cuadernos de Praga del gran escritor argentino Abel Posse, que trata sobre la estadía del Che Guevara en esa ciudad europea, como escala previa a la entrada en Bolivia, que lo llevaría a la muerte, descubrí en el apartado de agradecimientos que hace el autor el nombre de Alicia Eguren, la esposa del mítico dirigente de la “izquierda peronista” John William Cooke, y recordé una entrevista que tuvieron con ella algunas personas de la resistencia peronista de la Ciudad de La Plata, entre las cuales se encontraban mis padres. Fue allá por el año 1959, cuando se estaba queriendo formar la primera “guerrilla peronista”: Los Uturuncos. Al parecer el instructor militar iba a ser un viejo republicano español, uno de los tantos exiliados que andaba por estas latitudes.

Pero en la Argentina, los hombres y mujeres de la resistencia peronista nunca habían tirado un tiro, más bien los habían recibido, incluidos los fusilamientos acaecidos después de la fallida revolución del año 1956.

En el concepto de aquella primera resistencia, surgida después de la caída de Perón en el año 1955, los policías y los soldados que hacían el servicio militar, e incluso la mayor parte del ejército que los oprimía, formaban parte de un mismo pueblo: el propio.

Se practicaba la agitación callejera, se arrojaba algún cóctel molotov, se volaban gasoductos en algún punto solitario, se lanzaban volantes en una esquina, se pintaban los muros, se descarrilaba algún tranvía, pero siempre con cuidado de no matar ni herir a nadie. Se procedía de esa forma no porque se pensara que el enemigo no se merecía lo peor, sino porque no se confundía al enemigo, ni se adoptaban métodos reñidos con el tipo de revolución que se quería hacer triunfar.

Se dirá que era una revolución inocente… Puede ser, pero esa era la idea de revolución nacional y popular que el pueblo argentino tenía. El mismo pueblo con el que se llenan la boca los ideólogos progresistas, y que pasa a ser la suma de la ignorancia cuando no opina exactamente como ellos.

Pero para estos casos el marxismo inventó aquello de la vanguardia esclarecida, para convencer a un pueblo de cuál es la revolución que le conviene. Algo científico, algo que los iluminados proyectan más allá de las fronteras, como una fórmula de felicidad universal cuyos resultados ya son por todos conocidos.

La nuestra no era la revolución marxista del Dr. Guevara Lynch de La Serna, cuyo apellido, muy respetable como cualquiera, no favorecía sin embargo la adhesión popular, porque sonaba –y me disculparán por decirlo– más a clases oligárquicas y opresoras que a salvador del pueblo.

Él sabía de sobra por el rancio antiperonismo heredado de su familia, que el pueblo argentino no sería para su revolución. Pensó entonces que quizás en otra parte de América no tendría ese problema. Pero para eso tuvo antes que “conocer Latinoamérica”, aventura que siempre excita a los jóvenes rebeldes de todo el mundo.

Probó con el pueblo cubano, luego con el congoleño y por último con el boliviano, como instrumentos de su gran revolución a escala mundial. Tuve muchos amigos como él, sólo que desconocidos. La misma psicología, los mismos criterios culturales, la misma inquietud y el mismo inconformismo, tan propio de ciertas clases medias argentinas algo soberbias, aunque me apene decirlo, pero también muy capaces.

Esa extraña rebeldía que a veces se vuelve suicida, esos niños terribles formados en el progresismo del progresismo, en el infantilismo del infantilismo, siempre en “el pensamiento de avanzada”, en la negación egocéntrica de todo lo que no sea ellos mismos. Entre ellos, los que no se dedicaron a hacer dinero como sus padres o a estar a la cabeza de las novedades burguesas del mundo, los más díscolos y disconformes, se pusieron a enseñarles a los pueblos (incluso al propio) cuál era la verdadera revolución. Un juego que, si no resultara sangriento y funcional al enemigo, hasta nos hubiera parecido simpático e inocente, como lo es ahora, cuando ya no asusta a nadie con sus carnavalescas furias antisistema.

Al menos el Che, para ser famoso tuvo cierta disciplina. Fue más valiente que los que llevan ahora sus camisetas por las grandes ciudades, para asustar al imperialismo que por algún motivo insiste en no asustarse.

Nosotros, los de la “otra revolución”, “la burguesa”, “la reformista”, la de masas, la nacional, no queríamos un hombre nuevo: queríamos restaurar el orden que nuestra antigua identidad nos dictaba, acorde a la realidad de los tiempos que vivimos.

En realidad, queríamos al hombre más viejo de todos, no al progresista, sino al criollo de nuestra propia identidad y de nuestro proyecto original, ese ser odiado tanto por el capitalismo como por el marxismo.

No queríamos tampoco acelerar los procesos del capitalismo para llegar al mundo feliz del marxismo. No queríamos “cuanto peor, mejor” ni “uno, cien, mil Vietnam”.

Pues se queden tranquilos, han ayudado bastante a conseguirlo: éste que sufrimos es el capitalismo acelerado que triunfó sobre el fracaso de todas las revoluciones marxistas, que hicieron siempre de quinta columna cuando un proceso de afirmación nacional estaba en marcha.

Cada uno tiene el mito que puede. La modernidad progresista inventó al Che Guevara. Tenía que elegir a uno de los suyos. Jamás hubiera elegido un “burgués reformista” como el General Perón, por ejemplo, cuya acción y pensamiento bien se guardan de esconder bajo la mayor cantidad de capas de olvido posibles.

Nosotros nos quedamos con nuestra revolución nacional, con el hombre viejo de un pueblo criollo. No fuimos niños rebeldes apurados por matar policías ni soldados, gente de nuestra propia sangre. Los hijos de los “proletarios” que nosotros llamamos trabajadores, y los hijos de los “campesinos” que nosotros llamamos paisanos, no tuvieron tiempo de ensayar ciertas rebeldías utópicas, porque se formaron en la dura realidad, y afortunadamente no tuvieron acceso a los libros del iluminismo progresista, sino solamente a su propia cultura.

Pero es duro el anonimato, aceptar que uno no es el centro del mundo y que los pueblos no necesitan genios importados, sino sus propios genios y estadistas, para llevar adelante sus propias luchas.

Los argentinos que no hemos podido ser lo que debimos ser, sin embargo exportamos al mundo la imagen del revolucionario internacional. No es contradictorio, somos gente capaz y cosmopolita, sólo que en forma individual, pero nos negamos un destino como pueblo, algo que requiere otras cualidades, quizá menos propicias para el estrellato.

Infantil revolucionario no lo es cualquiera: se requiere una mentalidad, una formación, una determinada psicología. Por eso generalmente los infantil revolucionarios (al menos en la Argentina) provienen de las clases medias o medias altas. Los trabajadores son más concretos y realistas en sus luchas porque a ellos la realidad les duele de chicos y en el cuero, no sólo en la teoría. Ellos siempre supieron que el paraíso marxista no existe. Tampoco lo necesitan.

Asumir la propia identidad, aún en el dolor, es gratificante. Por eso me quedo con el hombre antiguo de mi vieja revolución nacional y peronista, la que el sentido del mundo sepultó en el olvido, como a otras tantas revoluciones hermanas, para promover la inconducente rebeldía internacionalista del enternecedor comandante Guevara, ése que llevan estampado en sus camisetas los módicos antisistema de la aburridísima ideología infantil revolucionaria, con el desaliñado rostro desafiante del heroico Dr. Guevara Lynch de La Serna, un rebelde muy fino, surgido de las filas de nuestras pseudo aristocráticas clases medias urbanas y de su temible ideología inconformista, nacida de la náusea de la explotación, pero no de la que ellos sufren, sino de la que ejercen sobre el pueblo trabajador, porque son parte privilegiada de un sistema que los parió y que los alimenta.

lunes, 26 de enero de 2009

Israel y Palestina: un conflicto sembrado hace dos mil años por un general romano

Israel y Palestina: un conflicto sembrado hace dos mil años por un general romano




Es una paradoja: judíos y palestinos proceden del mismo tronco y comparten muchos profetas. Pero la creación del estado de Israel en 1948, y el desplazamiento de los palestinos a campos de refugiados, ha creado un conflicto que no tiene visos de solucionarse. ¿Quién tiene razón? Para responder a esa pregunta, hay que viajar en la máquina del tiempo al primer siglo después de Cristo, cuando desembarcó en aquellas tierras un general romano llamado Tito Vespasiano .

CARLOS SALAS
El Arco de Tito situado en las ruinas del Foro de Roma es un monumento construido aproximadamente en el año 80 después de Cristo para conmemorar las victorias de Tito Vespasiano. Este joven militar fue enviado a Judea para sofocar un levantamiento en el año 66 después de Cristo, lo cual logró destruyendo entre otras cosas el Templo de Jerusalén, del que sólo queda una pared que hoy se llama el Muro de las Lamentaciones. Luego, obligó al pueblo judío a dispersarse. Les expulsó de aquellas tierras.
Según una leyenda, ningún judío se digna a pasar por debajo del Arco de Tito, ese monumento que representa para ellos el principio de la Diáspora, la fecha en la que fueron expulsados de su tierra, vendidos como esclavos, y condenados a vagar errantes durante siglos.

Aquella Diáspora acabó en 1948 cuando se fundó el Estado de Israel. Pero la herida no se ha cerrado. Para muchos, Tito es el causante de todas las desgracias de Oriente Medio, a pesar de que murió en el 81 después de Cristo. Si no hubiera destruido Israel, el pueblo judío seguiría viviendo en su tierra prometida, y conviviría quizá pacíficamente con los palestinos, que tienen tanto derecho a esas tierras porque las habitan desde antes que los judíos.
Pero también Tito hizo que el pueblo judío desarrollara como ningún otro una fuerza extraordinaria para sobrevivir a las dificultades en medio de otros pueblos. ¿Cómo es posible que 2.000 años después de su expulsión, este pueblo minúsculo que no llega a 15millones de personas en todo el mundo, tenga una presencia tan importante en la política, en la cultura, en la ciencia y por supuesto, en la economía?
El 39% de los premios Nobel en economía han ido a parar a manos de judíos como Paul Samuelson, Milton Friedman, Gary Becker,Lawrence Klein, MarcoModigliani, Robert Merton, Joseph Stiglitz, Daniel Kahneman, y el último, Paul Krugman. Sin hablar de científicos como Einstein, investigadores, biólogos, artistas o filósofos como Husserl.
¿Dónde radica su fuerza? Se puede aventurar que se ha debido a una especie de selección natural gracias a la cual, para sobrevivir en medio de expulsiones y cautiverios desde Babilonia hasta Judea pasando por Egipto, desarrollaron algunas capacidades más que otras: instinto para los negocios y para el dinero (eran los cobradores de impuestos en la Edad Media), penetración psicológica (Freud, como José, hijo de Jacob, se ganaba la vida interpretando sueños), facilidad con los números...
En su gesta, los judíos se mezclaron levemente con otros pueblos y ese cóctel concedió más cualidades a sus portadores. Según la ley mosaica, cualquier persona de madre judía sigue siendo judía, sin importar el padre. La proximidad y en algún caso la mezcla de judíos con alemanes o europeos eslavos, dio al judío askenazi, los mejor situados y más prósperos, según su propia escala social, aunque también es verdad que son los mayoritarios.
Los askenazis desarrollaron un dialecto, el yidish, que es una mezcla de hebreo antiguo con alemán. Muchos judíos askenazis tienden a tener rasgos caucásicos como ojos claros, piel clara y hasta pelo rubio, como se ha visto en muchos actores de Hollywood como Paul Newman. Eso significaría que los judíos unieron las cualidades de los germanos, pueblo perseverante, trabajador, creador y filosófico, con las destrezas judías en muchos órdenes.
En cambio el judío falasha, mezclado con etiópicos, es hoy día marginado como clase social y ocupa la escala más baja en la misma Israel.
Las aportaciones de los judíos a la cultura o a la ciencia son antiguas: el filósofo Filón de Alejandría, los 70 sabios que compusieron y tradujeron la Biblia para la exuberante biblioteca de Alejandría, el historiador y militar Flavio Josefo, el filósofo Maimónides, y por supuesto, Jesús.
Pero es a partir sobre todo del siglo XIX cuando irrumpen poderosamente en la historia a medida que obtienen más libertad, y es entonces cuando se plantean seriamente crear un Estado para ellos solos. La prosperidad de los judíos gracias a su fama de hábiles mercaderes permitió a esta comunidad financiar en el siglo XX el regreso a la tierra prometida a millones de judíos.
Si hubieran intentado acometer esta singular aventura hace tres o cuatro siglos, cuando las fronteras del mundo eran desconocidas, hoy no estarían peleando con los árabes. Sólo es una hipótesis.
Pero desde hace cincuenta años ya no hay sitio en el planeta para ensayos de esa envergadura, lo cual ha abierto una herida en esa zona que no se va a cerrar a corto plazo, y que está impactando profundamente en las economías mundiales desde entonces.
El cierre en 1956 del canal de Suez por el presidente egipcio Nasser fue respuesta al nacimiento del Estado de Israel, y dio lugar a una crisis económica y política de gran magnitud.
La crisis del petróleo de 1972, que se produjo después de la campaña exitosa de los generales judíos contra sus enemigos árabes, fue debida a la venganza de los países productores de petróleo que subieron el precio del barril de petróleo al mundo entero de 4 a 12 dólares.
Y además, el nacimiento del Estado de Israel en 1948 no sólo es la causa de una prodigiosa inestabilidad geopolítica en Oriente Medio, y podemos decir que en el mundo, sino que también es la causa del terrorismo mundial de origen islámico, pues muchos árabes no perdonan a Israel haber desplazado a los palestinos, y no perdonan a los occidentales por haber mirado a otro lado. Por cierto, que no se habla mucho del terrorismo israelí de los grupos llamados Irgun, la Haganah y Stern, que desataron una ola de atentados y asesinatos en los años cuarenta para obligar a los ingleses a reconocer su estado. Con el mismo estilo que ahora usan los terroristas palestinos contra Israel.
Pero hasta entonces, Palestina existía en los mapas del mundo entero aunque fuera como Protectorado Británico, y los palestinos, según reza la misma Biblia, vivían allí antes que los judíos. La llegada de los judíos a esa Tierra Prometida se produjo hace miles de años con Moisés, quien tenía la misión de llevarlos allí desde Egipto. Y en las Sagradas Escrituras se deja bien claro que los judíos tuvieron que combatir con los pueblos que habitaban esas tierras para asentarse allí y fundar su nuevo hogar. Pero ya estaban ocupadas por cananeos, moabitas y gabaonitas, a los que intentaron exterminar. Dice el Éxodo: “Yo sembraré el terror delante de ti, llenaré de confusión a los pueblos que encuentres a tu paso, y haré que todos tus enemigos te vuelvan las espaldas. Haré cundir el pánico delante de ti, y él pondrá en fuga delante de ti al jivita, al cananeo y al hitita. Pero no los expulsaré en un solo año, no sea que el país se convierta en un desierto y las bestias salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. Los iré expulsando de tu vista poco a poco, hasta que crezcas en número y puedas tomar posesión del país. Extenderé tus dominios desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Éufrates, porque yo pondré en tus manos a los habitantes del país para que los expulses delante de ti”. (Éxodo 23, 27).
La historia de los árabes desde la antigüedad es también prolífica en todos los órdenes del conocimiento, mucho más que la judía. Junto con Bizancio y los monasterios medievales cristianos, los árabes conservaron parte de la sabiduría greco-latina gracias a la Casa de la Sabiduría de Bagdad, que guardó los textos perdidos de los filósofos y hombres de ciencia griegos y romanos.
Como sabemos, fue una civilización poderosa cuya expansión llegó hasta los Pirineos, y hasta Viena. Pero una vez el imperio otomano se desmoronó a principios del siglo XX, los árabes sólo se han mantenido como países con un grado de desarrollo discutible, o levantados con ayuda del petróleo.
Los judíos han logrado convertir su joven país en una seria potencia económica gracias a las ayudas de los judíos de todo el mundo, especialmente de Estados Unidos, y gracias a las indemnizaciones alemanas desde la Segunda Guerra Mundial. Pero también han puesto mucho de su parte: Israel es hoy un país que ha desarrollado novedosas técnicas agrícolas, y que sobre todo ha destacado por su industria de alta tecnología y espacial.
Más de 70 empresas israelíes cotizan en el Nasdaq, el índice norteamericano de empresas de tecnología. La renta per capita en 2006 era de 17.380 dólares, la más alta después de Kuwait. Tiene la esperanza de vida más alta de la zona (80 años), y el mayor consumo de energía. ¿Y los árabes? A pesar de que muchos de esos países están asentados sobre cuernos de la abundancia llenos de petróleo, no se puede decir que hayan descollado por sus productos de alto valor añadido.
El día que se les acabe el petróleo a los árabes, ¿sólo les quedarán camellos? Durante años, Arabia Saudí, Irán e Irak han destinado siderales sumas de dinero a ayudar a sus hermanos musulmanes (financiando incluso el terrorismo), especialmente a los palestinos, pero los resultados han sido muy tristes, y la prueba es que muchos palestinos sobreviven gracias a sus empleos en Israel.
Pero tienen el derecho legítimo a recuperar unas tierras que hasta hace 60 años se llamaban Palestina. Y la opinión pública mundial desconoce que ellos, según el derecho Internacional, tenían más derecho a esas tierras que los judíos porque las habitaban antes que los israelitas.
De modo que aquí tenemos un problema causado por Tito, y que no tiene visos de resolverse en los próximos decenios.
Porque nadie puede pensar que la solución consista en pedir a los judíos que salgan de allí, como tampoco es la solución dejar que los palestinos sobrevivan en campos de refugiados en sus propias tierras, y en unas pequeñas parcelas llamadas Gaza y Cisjordania donde ni siquiera tienen un Estado serio (aunque parezca increíble, Palestina aún no existe como nación), sino un conato de país, y donde el agua es controlada por los judíos. Basta darse una vuelta por los territorios palestinos para comprobar que viven en un nivel de subsistencia o de pobreza.
Gran parte de esa situación se debe a que el gran aliado de Israel es Estados Unidos, que siempre que le toca votar en el Consejo de Seguridad de la ONU, impide cualquier medida contra el gobierno israelí, y su política antipalestina.
De todos modos, es curioso que los judíos, de los que sabemos que tienen en sus manos los medios de comunicación de masas más influyentes del planeta como The New York Times y la industria del cine de Hollywood, no han podido convencer a la opinión pública de que su causa es la más justa. Basta echar un vistazo a los medios europeos en estos días para comprobar que, sean de derechas o de izquierdas, la mayoría está contra la invasión de los territorios palestinos. La mayoría opina que Israel está abusando de su fuerza y que está actuando con terror, usando bombas de fósforo, castigando inicuamente a la población civil, atentando contra edificios de la ONU y hasta contra los periodistas. Quizá gane esta guerra, pero por ahora ha perdido la batalla de la opinión. Al menos en Europa.
En las guerras anteriores, la eficacia y rapidez de sus ejércitos dejaron boquiabierto al mundo entero. Ahora no combaten contra otros ejércitos regulares sino contra guerrilleros que se esconden en casas de civiles, quizá porque no tienen otro sitio donde hacerlo, y cuando las tropas israelíes bombardean esas casas y aparecen niños muertos, (como está pasando ahora que un tercio de los fallecidos son niños) la opinión pública se enfurece contra Israel, incluso buena parte de los judíos norteamericanos.
¿Cómo arreglar esto? Nadie tiene la solución, pero las consecuencias del conflicto entre judíos y árabes han ido mucho más lejos que el Mar Muerto: los atentados contra las Torres Gemelas, los de Madrid y los de Londres son los escombros de un frente de batalla a uno de cuyos lados están los árabes, y al otro, occidentales y judíos.
Y he aquí la paradoja, porque los judíos y los árabes proceden del mismo tronco semita y deberían estar en el mismo bando, según la teoría del Choque de Civilizaciones de Huntington.
El Antiguo Testamento explica que los árabes descienden de Ismael, quien era hijo del judío Abraham y de su esclava egipcia. El Islam es “una herejía del judaísmo”, como dice el profesor Jesús Mosterín. Los nombres árabes son derivados de un gentilicio compartido con los judíos, como Ibrahim (de Abraham), Harum (de Aarón), Ishaq (de Isaac), Isa (de Jesús)… Y si alguien tiene dudas, que consulte El Corán. Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús de Nazaret y Juan Bautista son nada menos que profetas islámicos.
Desde el punto de vista genealógico, judíos y musulmanes tienen más similitudes entre ellos que las que pueden existir con los europeos, pues estos últimos crearon una tradición grecolatina de dioses y creencias politeístas que, aunque fue sustituida por el cristianismo, no tiene un origen semita.
Y encima, para encontrar más similitudes entre árabes y judíos, Jerusalén es una ciudad sagrada para los dos pueblos.
A lo mejor habría que empezar por ahí para resolver el conflicto, es decir, poner en la mesa todas las cosas que tienen ambos pueblos en común y que les deberían llevar a la concordia.

sábado, 24 de enero de 2009

El hombre que mató al general Patton confiesa que fue para ayudar a la URSS

El hombre que mató al general Patton confiesa que fue para ayudar a la URSS




Una nueva biografía sobre el general norteamericano acaba de aparecer en las librerías (en inglés). El historiador Robert Wilcox tardó diez años en reunir material para componer "Target Patton" ("Objetivo Patton", editado por Regenery Publishing), una obra de más de 400 páginas. Era uno de los generales más carismáticos del Ejército norteamericano. Fue el primero en denunciar que los aliados se habían equivocado de enemigo: el enemigo era la Unión Soviética. En diciembre de 1945, Patton murió tras un extraño accidente de coche. El historiador habló con el asesino de Patton.

PATRICIA LAMSA
George Smith Patton está considerado como el mejor militar de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Ya había destacado en la Primera Guerra Mundial como comandante del recién estrenado cuerpo acorazado de los Estados Unidos. En la Segunda Guerra Mundial se hizo famoso por coordinar los movimientos de cuerpos de ejército en Africa, en Sicilia y en el teatro de operaciones del centro de Europa. Posteriormente fue relevado de su cargo por dar una bofetada a un soldado norteamericano convaleciente en un hospital, que sufría un ataque de nervios. Patton lo llamó cobarde.
Pero al final de la guerra, volvió a tomar el mando del Tercer Ejército en Francia, donde pudo maniobrar a tiempo para responder a una contraofensiva alemana en las Ardenas.
Su grupo de combate continuó derrotando a las tropas alemanas y el plan de Patton era tomar Praga y Berlín antes que los rusos y ocupar Checoslovaquia y Alemania. Por algo le apodaban “Sangre y Cojones”. Pero recibió la orden de detener la ofensiva, pues se había pactado en Yalta que la Unión Soviética tenía que conquistar el centro de Europa. Además, el general en jefe Eisenhower le cedió al británico Montgomery la gasolina de los carros de combate de Patton para que éste no avanzase tan rápido.
A partir de ahí, Patton se convirtió en un general bocazas. Denunció la connivencia entre el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Soviética para ganar la guerra, y señaló a los rusos como enemigos irreconciliables. Cuando la guerra terminó, Patton aumentó sus críticas a la ocupación soviética de media Europa, cosa que no se habría logrado sin el apoyo de los Estados Unidos.
En diciembre de 1945 Patton sufrió un extraño accidente en Manheim. Su coche se topó en medio de la carretera con un camión y sufrió un aparatoso accidente del que los ocupantes del vehículo apenas sufrieron rasguños. Sin embargo, un francotirador acertó con una bala al cuello del general, que tuvo que ser hospitalizado.
Patton se empezó a recuperar de sus heridas pero, sorpresivamente, murió en el hospital.
El historiador Robert Wilcox ha reconstruido estos hechos, pues pudo hablar con una persona que participó en el atentado contra Patton. Su nombre: Douglas Bazata. Por aquel tiempo este hombre trabajaba para la OSS (Office of Strategic Services, antecesora de la CIA) y recibió de su jefe, el general “Wild Bill” Donovan, la orden de ejecutar a Patton.
Fue Bazata quien logró cruzar un camión en la carretera y él mismo disparó un proyectil de baja velocidad que perforó la garganta de Patton. Wilcox habló con Bazata poco antes de que este espía muriese en 1999. Le confesó que, una vez en el hospital, los servicios secretos norteamericanos hicieron la vista gorda para que los espías soviéticos envenenasen a Patton.
Todo esto se lo contó a Wilcox Bazata, acuciado por sus remordimientos, según revela el diario británico The Sunday Telegraph, que recoge un comentario del libro. “Sostenía una guerra interior consigo mismo por culpa de crimen que había cometido”, confiesa el historiador. “Me confesó que fue el causante del accidente y que lo había ordenado Donovan.”
Según el historiador, Donovan le dijo a Bazata lo siguiente: “Se nos presenta una situación dramática con este patriota [Patton], está fuera de control y lo debemos de salvar de sí mismo, y también porque puede arruinar todo lo que los aliados han hecho”.
Bazata fue condecorado con cuatro medallas púrpuras durante la guerra. Fue un paracaidista excepcional, pues saltó sobre Francia antes del día D para ayudar a formar la Resistencia.
Tras la guerra, Bazata se hizo artista y fue muy amigo de Salvador Dalí, quien usó sus rasgos para pintar un cuadro de Don Quijote.
El historiador también entrevistó a otro testigo, Stephen Skubik, un oficial de la contrainteligencia del Ejército de los Estados Unidos. Skubik avisó a Donovan de que Stalin tenía a Patton en la lista de personas que debían asesinarse. Donovan envió a Skubik de vuelta a Estados Unidos.
Wilcox destapa más cosas en su libro. El Cadillac de Patton, que está expuesto en el museo de Fort Knox, no es el mismo que sufrió el atentado. Con ayuda de un experto, Wilcox asegura que tiene pruebas de que se ha suplantado al verdadero Cadillac.

viernes, 23 de enero de 2009

¿Por qué no es posible la paz?

¿Por qué no es posible la paz?

Lo de Gaza




A todos nos conmueve ver fotos de niños muertos. Pero todos sabemos, o deberíamos saber, que las fotos sólo muestran una parte de la realidad –la realidad retratada. Bajo las fotos, la realidad es ésta: Hamas rompió una tregua, lanzó misiles sobre Israel y éste ha respondido a lo bestia. Podemos condenar la desproporción de la respuesta israelí, pero no sin condenar la ruptura de la tregua por Hamas, que ha expuesto a su población –a sabiendas– a una violencia decisiva. Al final, los juicios sobre este conflicto responden a prejuicios morales que, vistos en perspectiva, no dejan de ser gratuitos.

JOSÉ JAVIER ESPARZA
La “moralización” de las guerras es una característica mayor del siglo XX. Los Estados Unidos entraron en la primera guerra mundial “para defender la libertad de los mares” y desde entonces hemos asistido a tremendas hecatombes en nombre de la democracia, los derechos humanos, la emancipación del proletariado, la libertad y, por supuesto, la paz. El conflicto de Palestina es un perfecto ejemplo de esa artificiosa “moralización”, donde unos y otros se presentan ante la opinión pública mundial como víctimas de una secular injusticia.
En ese plano, digamos “moral”, “humanitario” o como se le quiera llamar, hay tantas razones para entender el derecho de Israel a defenderse contra los terroristas de Hizbola y Hamas, como para entender el derecho de los palestinos a poseer su propio Estado frente a Israel. Esto no es equidistancia; es, simplemente, la constatación de un callejón sin salida. En ese callejón sin salida lleva metido el mundo más de medio siglo. Ni lo hemos inventado nosotros ahora ni, probablemente, podamos tampoco resolverlo esta vez.

Naturalmente, no faltará quien diga que el derecho de los palestinos, reconocido por la ONU, ha sido vulnerado repetidas veces por Israel. Pero a eso podrá oponerse, con la misma soltura, que los palestinos han demostrado no estar a la altura del derecho reconocido, y que ese derecho, en todo caso, no incluye el uso de coches suicidas, ayer, y de cohetes hoy. Toda toma de partido nos devuelve al callejón sin salida inicial. Pero es que en esas posturas se olvida siempre lo esencial, a saber, lo que cada contendiente, y el conflicto en sí mismo, significan en el contexto de la política mundial.

Para el mundo occidental, es decir, para el bloque vencedor de la segunda guerra mundial y de la Guerra Fría, liderado por los Estados Unidos, Israel es imprescindible. En la práctica, Israel está siendo el muro que impide la formación de un poder alternativo al de Occidente en el mundo islámico. Esto no ha sido así siempre, pero sí desde los años setenta y, con más razón, desde la década siguiente. Una victoria palestina –una victoria real, es decir, con derrota política y militar de Israel y con la consiguiente ocupación de territorios- significaría que hay alguien más poderoso que el bloque occidental.

¿Quién sería ese alguien? Este es otro problema, pero aquí reside también buena parte de la cuestión. Por el cariz que han tomado las cosas en los últimos veinte años, y sobre todo después de las sucesivas guerras de Irak, la derrota israelí significaría la victoria de las facciones más radicales del islamismo político. Eso no interesa a Occidente, pero es que tampoco interesa a la mayoría de los gobiernos musulmanes, que inevitablemente se verían abocados a una serie de fuertes conmociones en su interior. De ahí el doble juego de los países árabes pro americanos: por un lado apoyan públicamente la causa palestina, porque les interesa políticamente y porque nunca es malo desestabilizar al enemigo, pero, por otro lado y al mismo tiempo, jamás apoyarán de manera oficial y regular a Hamas y Hizbola en su guerra contra Israel.

En una tesitura así, lo más razonable es apelar a los sentimientos pacíficos y tratar de que se plasmen en una voluntad política por ambas partes. Como esto no es así ni, según parece, puede serlo, la única opción posible es examinar de qué lado quedan los propios intereses de uno, o sea, de nuestro país. ¿Suena cruel? Sin embargo, la política nunca ha sido otra cosa que eso. Ahora bien, para definir tal cosa hay que saber cuáles son los propios intereses, y estos se definen siempre en términos de poder. Pero si no hay poder, ¿cómo definir interés alguno?

Hay muchos amigos que sueñan con un bloque euroasiático de poder (Europa más Rusia) que permita a nuestro continente, a nuestros países, recuperar el trono que perdieron en 1945. Para quienes piensan así, apoyar a los palestinos es una forma de disminuir la hegemonía americana. Ese “sueño eurasiático” podrá parecer sugestivo, pero no deja de ser una elucubración teórica. La realidad es que Europa carece de la voluntad de afirmarse como potencia singular. En esas condiciones, dejar que se caiga ese “muro oriental” que es Israel tendría algo de suicida, porque dejaría crecer en Oriente Próximo y Medio un poder alternativo con una clara voluntad política –este sí- de expansión a nuestra costa.

Otros muchos amigos sueñan con un “mundo libre” edificado sobre la hegemonía americana con el inequívoco respaldo de una Europa fiel aliada de Washington, única oportunidad de futuro –dicen- para nuestro continente. Para ellos, la victoria del “mundo libre” exige la derrota de los palestinos, que no podrán tener estado propio hasta que sean capaces de organizar una democracia homologada y, en todo caso, sin merma alguna de la potencia de Israel, que en este dibujo es nuestro aliado. Ahora bien, eso es inviable porque no hay estado palestino posible sin mengua del poder israelí, ni parece probable que esos palestinos adopten un sistema democrático que no funciona en ningún otro país musulmán. Esa solución no haría sino perpetuar un foco de insurrección permanente a pocos kilómetros de las costas europeas. De hecho, es lo que ha venido ocurriendo hasta hoy.

En la vida real sucede con frecuencia que un problema político se manifiesta como irresoluble. En estos casos, que en la Historia universal son abundantísimos, la única solución suele ser la guerra. El conflicto entre Israel y los palestinos tiene todos los visos de ser uno de esos problemas. La Historia enseña que, cuando dos pueblos quieren matarse, la única salida es la guerra. Ante semejante situación, los “terceros”, los que miramos lo que pasa, hemos de definir prioridades.

La prioridad para Europa es que haya paz en Oriente Próximo. No (sólo) por razones de tipo ético, sino también por interés político inmediato. Ahora bien, puesto que los agentes no quieren la paz, la única forma de conseguirla es imponérsela. Como imponérsela por la fuerza armada sería contraproducente (es tapar una guerra con otra), lo sensato es extremar la acción diplomática sobre las dos partes no para que se avengan a ser buenos chicos, sino para que, por temor a las sanciones, dejen de sacudirse. Tanto Israel como los palestinos viven, en buena medida, de la ayuda internacional (ciertamente, más los segundos que el primero). Suspender esas ayudas sería una buena forma de obligar a los contendientes a recapacitar. Esto exige, por supuesto, un acuerdo previo de esos “terceros”. ¿Está Europa en condiciones de lograr tal acuerdo?

En todo caso, como no se llegará a ningún sitio es contemplando un conflicto bélico como si fuera un relato moral. La política siempre se ha gobernado por criterios distintos. La vida es así. No dejará de serlo, por más que a los occidentales nos guste soñar con paraísos sobre la tierra.

jueves, 22 de enero de 2009

Obama, su coronación y su blindaje

La saciedad del poder

Obama, su coronación y su blindaje












JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GARCÍA



No cabe duda de que el 20 de enero habrá sido un hito en el ejercicio del poder estadounidense. Hace sesenta años, la única posibilidad de que un hombre de raza negra condujera un Lincoln hasta la Casa Blanca se reducía a que fuera el chofer del Presidente o de alguno de los personajes de la élite económica y política de aquél país. Obama ha llegado, sin embargo, con una alta expectativa de que sabrá manejar no sólo un automóvil lujoso, sino un país sumido en una de sus peores crisis.
Hay varios aspectos que, a pesar de su contundente evidencia, no pueden soslayarse, tanto por su carga histórica como por las difíciles circunstancias que conocen los estadounidenses, a la vez como sociedad y como gobierno. El dispositivo de seguridad de Obama es, tal vez, el mayor despliegue estratégico del que se haya tenido noticia hasta hoy para proteger a un jefe de Estado. El Cadillac negro, con 20 centímetros de grosor en su blindaje, capaz de resistir radiaciones, cualquier tipo de bala y hasta armas químicas y biológicas, evidencia tanto la fragilidad de lo que protege como la incruencia de lo que teme.
Y es que los enemigos de Estados Unidos, que se multiplicaron en tan solo ocho años que duró la resaca de Bush, pueden provenir de cualquier flanco, de cualquier rincón. Desde grupos de supremacistas blancos hasta radicales árabes e islamistas autoinmolables, sin olvidar a sectores militaristas que se opondrán a las medidas antibélicas que pretende tomar el nuevo presidente: el retiro de las tropas de Irak (unos 160.000 soldados, lo que haría bastante lenta su movilización) y el cierre de la prisión de Guantánamo, proyecto que también tomará más tiempo de lo que tardó en reflexionar esa promesa de campaña. Obama ha sugerido que dicho cierre tal vez pueda concluirse antes de que termine su período de cuatro años.
Mientras transcurría la bulliciosa toma de posesión de Barack Obama, con alrededor de sesenta celebraciones distintas, el secretario de Defensa, Robert Gates, aguardaba escondido en un búnker secreto, en caso de que hubiese un atentado contra el presidente Obama o contra el vicepresidente Joseph Biden. Desde luego, son códigos y rutinas de seguridad, pero obedecen a riesgos probables que ya han vulnerado los círculos de protección física de varios presidentes. Desde Lincoln hasta Kennedy y Reagan, evidencian la fragilidad de lo humano ante la vorágine de la ambición.
De la euforia a la realidad
¿Cuál es el momento de mayor euforia de una democracia? Esta pregunta, aunque trivial, no carece de interés en este momento. Según los analistas más cándidos, el día mismo de la elección es más “emotivo” para los ciudadanos, pues ejercen la soberanía plena de su libertad de elección; sumados, los votos de la mayoría señalan el camino a seguir de un Estado. El sufragio sería la razón fundacional de todo el edificio democrático; el gobierno –que es el Estado en acción– es el elemento que cataliza las respuestas a las demandas políticas y sociales que plantean los ciudadanos a sus gobiernos y a toda la sociedad política, en especial a los partidos políticos representados en los Congresos. Sin embargo, el día del inicio de ese gobierno, el “día de la inauguración”, como le llaman los estadounidenses, constituye el equivalente de un bautismo mítico, donde las promesas se renuevan y la sociedad funda un nuevo imaginario social que no la escinde de su pasado. Los cien primeros días (como reminiscencia de los de Napoleón) serían cruciales para el rumbo de un gobierno, como el que acaba de comenzar este 20 de enero. El jolgorio, sin embargo, no resonará con tanta algarabía ante el sombrío panorama económico.
La elección de Barack Obama señaló un precedente novedoso. Por primera vez asciende a la investidura presidencial un miembro de una minoría. No deja de llamar la atención que en Estados Unidos, el país de la igualdad y de los derechos, aludan aún a minorías cuando, por principio, todos deberían ser iguales ante la ley. Tal vez, a más de doscientos treinta años de su independencia, el crisol –o melting pot– apenas esté moldeando su primera fragua humana aceptable para la dinámica y la moralidad del poder político.
Cualquier gobernante que llegue a la Casa Blanca siempre estará estructuralmente limitado por todo un complejo entramado de instituciones, leyes, partidos y hasta por organizaciones civiles y no gubernamentales. Así que un dato realista e irrebatible es que Obama no es un Mesías democrático (como parecen quererlo muchos analistas). Él mismo, consciente de las graves limitantes, se ha dedicado a reducir las expectativas que mantuvo elevadas durante su campaña. Son los inconvenientes del marketing político. Las promesas, mercancías de las campañas democráticas, no admiten devolución después del triunfo de su candidato.
Un mundo multicolor
Barack Obama llega con una serie de problemas heredados que dejarán ver su temple. Desde luego, será prioritario para su gobierno restablecer cierto orden en materia económica: incentivar la economía, recuperar el empleo y el poder adquisitivo, desalentar la recesión y fortalecer financieramente a cientos de empresas e industrias. Sin embargo, y muy a su pesar, parte de la recuperación pasará por lo que antes se denominaba el “complejo militar-industrial”. Es decir, la promesa de retirar tropas de Irak y de Afganistán no es una medida que aliente a la economía de Estados Unidos.
La potencia requiere del conflicto para alimentar su necesidad insaciable de poder –saciedad hegemónica, suciedad moral que empaña a su misma sociedad abierta–, independientemente de que Obama lo quiera o no. Y lo necesita también para estimular a las industrias que viven de eso: la aeronáutica, la tecnológica, la bélica, la automotriz y la naval, tan sólo por mencionar las más relevantes.
Además, el conflicto en Oriente Medio, al que Israel ha impreso ya su impronta cruelmente negociadora (una guerra que es, quizá, la propaganda electoral mas costosa de los últimos decenios, pues se han debido adelantar elecciones ante el escándalo de corrupción de su primer ministro, Ehud Olmert) para que Obama no olvide el apoyo no sólo económico que recibió del lobby pro-israelí. No es casual que la senadora por California, Diane Feinstein, haya sido la encargada de dar la bienvenida a los invitados a la ceremonia protocolaria de juramento del presidente número 44 de los Estados Unidos.
Pero el mundo estará a la expectativa por más de un motivo. Europa, sumida en la recesión, espera medidas correctivas suficientes para reactivar sus propias maquinarias productivas. América Latina, constreñida también por tasas de crecimiento económico estancadas, aguarda alguna oferta que vaya más allá del combate al narcotráfico y a la apertura comercial. Es esperable que el primer paso sea impulsar un nuevo acuerdo energético con la región, en especial con Brasil, para generar combustibles más limpios y fuentes alternativas de energía. Con México se mantiene pendiente la agenda migratoria y la posibilidad de reabrir la renegociación de algunos capítulos del Tratado de Libre Comercio, lo cual beneficiaría a los productores estadounidenses, sobre todo agrícolas, por la cuantía de los subsidios que reciben. Un país que apuntaba tendencialmente hacia un Estado poco intervencionista en el mercado, se refocila hoy con las posibilidades infinitas de incidir en los ámbitos privados con dinero público.
Para finalizar, no podemos dejar de comentar el desliz discursivo de la alocución inaugural de Obama. Una pieza oratoria bastante menos brillante de lo que los oídos ansiosos querían escuchar, salpicada de fundamentalismo bíblico, propio de la ética protestante. Dice Barack Hussein: “Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas”. ¿Sabrá él, acaso, que también estadounidenses y soviéticos fueron aliados, y que perdieron muchos combates lanzados contra ellos? ¿Sabrá él de las inconfensables connivencias de los servicios de inteligencia soviéticos y los suyos? De no ser así, sería bueno que alguien le explicara de quién lo defiende (o aísla) el grueso blindaje de su limusina negra.

"En una generación o dos, los EEUU se preguntarán: ¿Quién perdió Europa?"

"En una generación o dos, los EEUU se preguntarán: ¿Quién perdió Europa?"

Geert Wilders



"Queridos amigos, Muchas gracias por invitarme. Es grato estar en Tour Seasons. Yo vengo de un país que tiene sólo una temporada: una temporada de lluvias que comienza el 1 de enero y termina el 31 de diciembre. Cuando tenemos tres días de sol seguidos, el Gobierno declara emergencia nacional. Por tanto, Four Seasons (Cuatro Estaciones) es nuevo para mí. Es magnífico estar en New York. Cuando veo los rascacielos y edificios de oficinas, creo en lo que Ayn Rand dijo: 'El cielo sobre Nueva York y la voluntad del hombre hecha visible...'



Yo vengo a América con una misión. No todo está bien en el Viejo Mundo. Hay un enorme peligro inminente, y es muy difícil ser optimista. Podemos estar en la fase final de la islamización de Europa. Esto no sólo es un peligro claro y actual para el futuro de la propia Europa, es una amenaza para América Latina y la simple supervivencia de Occidente. El peligro inminente que veo es el escenario de América como el último hombre de pie. Veo a los Estados Unidos como el último bastión de la civilización occidental frente a una Europa islámica. En una generación o dos, EE.UU. se preguntará a sí mismo: ¿Quién ha perdido Europa? Patriotas de toda Europa arriesgan sus vidas cada día para evitar, precisamente, que este escenario se convierta en una realidad.



Mi breve conferencia consta de 4 partes. En primer lugar voy a describir la situación sobre el terreno en Europa. A continuación, voy a decir algunas cosas sobre el Islam. En tercer lugar, si ustedes todavía están aquí, voy a hablar un poco sobre la película que acaban de ver. Para terminar les contaré acerca de una reunión a celebrarse en Jerusalén.



La Europa que conocemos está cambiando. Ustedes han visto probablemente los hitos. La Torre Eiffel y Trafalgar Square y los edificios de la antigua Roma y quizás los canales de Ámsterdam. Todavía están allí. Y todavía se puede mirar lo mismo, como fue hecho hace cien años. Pero en todas estas ciudades, a veces, a pocas cuadras de su destino turístico, hay otro mundo, un mundo que muy pocos visitantes ven y que no aparece en su guía turística. Es el mundo paralelo de la sociedad musulmana creada por la inmigración en masa. En toda Europa una nueva realidad va en aumento: todo es musulmán, son muy pocas las personas nativas que residen en esos barrios... Es el mundo de cabeza de pañoletas, donde las mujeres caminan alrededor, en menor número por las tiendas, con cochecitos de bebé y un grupo de niños. Sus maridos, o amos de esclavos, si prefieren, caminan tres pasos por delante.

Con muchas mezquitas en las esquinas. Las tiendas tienen signos quenosotros no podemos leer. Será muy difícil encontrar alguna actividad económica. Son ghettos musulmanes controlados por fanáticos religiosos. Barrios musulmanes que se multiplican en las ciudades de toda Europa y que son los elementos básicos para el control territorial de cada vez más porciones de Europa, calle por calle, barrio por barrio, ciudad por ciudad.



En la actualidad hay miles de mezquitas en toda Europa. Con congregaciones más grandes de las que hay en las iglesias. Y en cada ciudad europea hay planes para construir súper mezquitas que dejarán diminutas a toda iglesia en la región. Evidentemente, la señal es la siguiente: nosotros imponemos la regla.



Muchas ciudades europeas ya tienen una cuarta parte musulmana: acaban de tomar Ámsterdam, Marsella y Malmö en Suecia. En muchas ciudades la mayoría de la población menor de 18 años es musulmana. París está rodeada por un anillo de barrios musulmanes. Mohammad es el nombre más popular entre los niños en muchas ciudades. En algunas escuelas primarias de Ámsterdam la granja ya no puede ser mencionada, porque eso significaría también mencionar el cerdo, y sería un insulto a los musulmanes. Muchas escuelas estatales en Bélgica y en Dinamarca sólo sirven alimentos 'halal' a todos los alumnos...



Las antenas satelitales no apuntan a las estaciones de televisión local, pero si a las estaciones del país de origen.



En Francia, se recomienda a los maestros de las escuelas evitar los autores que se consideren ofensivos para los musulmanes, incluidos Voltaire y Diderot, lo mismo en el caso de Darwin. La historia del Holocausto, en muchos casos ya no se enseña, porque hiere la sensibilidad de los musulmanes. En Inglaterra los tribunales de la Sharia son ahora, oficialmente, parte del sistema jurídico británico.

Muchos barrios en Francia no son zonas para la mujer sin la cabeza cubierta con pañuelos. La semana pasada, un hombre casi murió después de ser golpeado por musulmanes en Bruselas, porque bebió durante el Ramadán.



Los judíos huyen de Francia en números record. Se escapan de la peor ola de antisemitismo desde la Segunda Guerra Mundial. El francés es ahora comúnmente hablado en las calles de Tel Aviv y Netanya, Israel. Podría seguir permanentemente con historias como esta. Historias acerca de la islamización.



Un total de cincuenta y cuatro millones de musulmanes viven ahora en Europa. La Universidad de San Diego recientemente calculó que un asombroso 25 por ciento de la población en Europa será musulmana dentro de una década. Bernhard Lewis ha pronosticado una mayoría musulmana a finales de este siglo. Estos son números y los números no serían una amenaza si los inmigrantes musulmanes tuvieran un fuerte deseo de integrarse. Sin embargo, hay pocos indicios de ello. El Pew, Centro de Investigación, informó que la mitad de los franceses musulmanes ven su lealtad al Islam superior a su lealtad a Francia. Un tercio de los musulmanes franceses no se oponen a los ataques suicidas. El Centro Británico para la Cohesión Social informó que un tercio de los estudiantes musulmanes británicos están a favor de un califato en todo el mundo. Un estudio holandés informó que la mitad de los musulmanes holandeses admiten 'entender' los ataques del 11 de septiembre



La demanda de los musulmanes es lo que ellos llaman «el respeto». Y así es como les damos respeto. Nuestras élites están dispuestas a darles. Eso es ceder. En mi propio país hemos sido llamados por un miembro del gabinete a convertir los días festivos musulmanes en días de fiestas oficiales del estado. O declaraciones de otro miembro del gabinete, diciendo que el Islam es parte de la cultura holandesa. O una afirmación del abogado general Demócrata Cristiano que está dispuesto a aceptar la sharia en los Países Bajos si hay una mayoría musulmana. Tenemos miembros del gabinete con pasaportes de Marruecos y Turquía.



Las demandas musulmanas son apoyadas por el comportamiento ilegal, que va desde delitos menores y de violencia al azar, por ejemplo, -contra los trabajadores de ambulancia y los conductores de autobús- a los pequeños disturbios. París ha sido testigo del levantamiento en los suburbios de bajos ingresos, el banlieus. Algunos prefieren considerar que se trata de incidentes aislados, pero yo lo llamo una intifada musulmana. Denomino a los autores 'colonos'. Porque eso es lo que son. Ellos no vienen a integrarse en nuestras sociedades, sino que vienen a integrar nuestra sociedad en sus Dar-al-Islam. Por tanto, son colonos.



Gran parte de esta violencia en las calles que mencione se dirige exclusivamente contra los no musulmanes, obligando a muchos nativos a abandonar sus barrios, sus ciudades, sus países.



Los políticos tímidos lejos están de adoptar una postura en contra de esta creciente sharia. Ellos creen en la igualdad de todas las culturas. Por otra parte, en un nivel mundano, los musulmanes son ahora un voto decisivo que no puede ser ignorado.



Nuestros muchos problemas con el Islam no pueden explicarse por la pobreza, la represión o la Comunidad Europea del pasado colonial, como dicen las reclamaciones de la izquierda. Tampoco tiene nada que ver con los palestinos o las tropas americanas en Iraq. El problema es el Islam en sí mismo.



Permítame darles un resumen del Islam 101. (Web que explica el Islam). Lo primero que necesitan saber sobre el Islam es la importancia del libro del Corán. El Corán es la palabra personal de Allah, revelado por un ángel a Mahoma, el profeta. Aquí es donde comienza la cuestión. Cada palabra en el Corán es palabra de Alá… Es válido para todos los musulmanes y para todos los tiempos. Por lo tanto, no existe tal cosa como un Islam moderado. Claro, hay un montón de musulmanes moderados. Sin embargo, un Islam moderado no existe.



El Corán pide odio, violencia, sumisión, asesinato y terrorismo. El Corán exhorta a los musulmanes a matar a los no musulmanes para aterrorizarlos y para cumplir con su deber de emprender la guerra: la jihad violenta. Jihad es un deber para cada musulmán, el Islam es gobernar el mundo por la espada. El Corán es claramente antisemita, describiendo a los judíos como monos y cerdos.



También es necesario saber la importancia del profeta Mohammad. Su comportamiento es un ejemplo para los musulmanes y no puede ser criticado. Ahora, si Mohammad ha sido un hombre de paz, digamos como Gandhi o la Madre Teresa unidos en uno solo, no habría ningún problema. Sin embargo, Mohammad fue un caudillo, un asesino de masas, un pedófilo, y tenia varios matrimonios al mismo tiempo. La tradición islámica nos dice la forma en que luchó en las batallas, cómo asesinó a sus enemigos e incluso hubo prisioneros de guerra ejecutados. Mohammad mismo sacrificó a la tribu judía de Banu Qurayza. Aconsejó sobre las cuestiones de esclavitud, pero nunca aconsejó liberar a los esclavos. El Islam no tiene otra moral que el avance del Islam. Si es bueno para el Islam, es bueno. Si es malo para el Islam, es malo. No hay ninguna zona gris u otro lado.



. Que nadie se engañe, que el Islam es una religión, claro, tiene un dios, y en el futuro 72 vírgenes, pero, en su esencia, el Islam es una ideología política. Es un sistema que establece las disposiciones para la sociedad y la vida de cada persona. El Islam quiere regular cada aspecto de la vida. Islam significa 'sumisión'. El Islam no es compatible con la libertad y la democracia porque se impone por la sharia. Si usted quiere comparar el Islam a algo, compárelo con el comunismo o con el nacional-socialismo, éstas son ideologías totalitarias.



Es necesario saber esto sobre el Islam con el fin de entender lo que está sucediendo en Europa. Para millones de musulmanes el Corán y la vida de Mohammad no tienen 14 siglos de antigüedad, son una realidad cotidiana, un ideal, que guía todos los aspectos de sus vidas. Ahora se entiende lo dicho por Winston Churchill sobre el Islam como 'la fuerza más retrógrada en el mundo', y se comprende, también, la razón por la que Mein Kampf fue comparado con el Corán".-