sábado, 9 de agosto de 2008

El respeto a la libertad y la dignidad

El respeto a la libertad y la dignidad
por Alvaro Kröger



Cuando los hombres levantaron las grandes banderas de la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión, en el siglo XVIII, en dos revoluciones casi simultáneas: la americana en 1776 y la francesa en 1789, de la mano de pensadores como Locke,

Hobbes, Monstequieu, seguramente no imaginaron que 200 o 250 años más tarde todavía estaríamos hablando con preocupación y con alguna cautela del respeto que se les debe guardar a los símbolos religiosos. Ambas revoluciones fueron laicas.

Es muy importante recordar que las instituciones tanto políticas como civiles, que garantizan la libre expresión de las ideas fueron diseñadas, en las naciones más avanzadas del mundo, en función del intrínseco derecho de todo ser humano a manifestar públicamente sus ideas, sus opiniones o sus creencias sin restricciones ni censuras autoritarias veladas o no.

El siglo XVIII, hijo del humanismo, cambió las reglas milenarias de la relación entre el individuo y el Estado: se empezaba a apostar al hombre como "unidad de medida" de todas las cosas y no como "objeto" y se tendía a desplazar a los dioses -y a los templos alzados en su honor, hacia la órbita de la intimidad o la privacidad de cada persona. Cobraba fuerza la idea de que las catedrales, en el futuro, iban a alzarse cada vez más en la conciencia del ser humano y cada vez menos en los foros sociales y en las plazas públicas. Es decir que aquellos magníficos edificios que llevaron generaciones de humanos en su construcción, para glorificar a un ser supremo, ahora se construirían dentro de la conciencia de cada uno.

Al mismo tiempo, se generalizaba la creencia de que nada había en la Tierra más respetable que la inteligencia humana: ¿cómo imaginar un bien jurídico más digno de protección que la necesidad del hombre de expresar sus ideas por la prensa sin censura previa, como dice sabiamente el texto de nuestra Constitución?

Pero hemos llegado, mal que bien, al siglo XXI y valores religiosos siguen dominando un gran campo de los asuntos públicos y sociales. Peor aún: algunos importantes pensadores imaginan la hipótesis de conflicto más grave del mundo de hoy es la que pasa por la diferenciación cultural con trasfondo religioso. Concretamente, vaticinan un choque de civilizaciones difícil de eludir entre el Occidente judeocristiano y el Oriente islámico.

Un dibujo de Mahoma -difundido y reproducido por la prensa del mundo- ha ofendido gravemente la conciencia de millones de musulmanes, por otro lado la prensa de inspiración islámica radical caricaturiza diariamente a personajes judíos o cristianos y Occidente lo toma tal cual es: una caricatura. Como lo había demostrado hace algunos años la sensibilidad precursora de Salman Rushdie, el mundo mantiene viva, en el siglo XXI, la trama de amores y rechazos sobre la cual se tejió la historia grande de las culturas religiosas, básicamente las dos que se enfrentaron encarnizadamente y aún se enfrentan: la judeo-cristiana y la musulmana radical.

Si bien se trata de una señal a la que debe prestarse especial atención, el manido asunto de las caricaturas de Mahoma fue más un hecho político que la herida en la sensibilidad religiosa de un pueblo. Estoy totalmente de acuerdo de que la libertad de expresión no debe ser ejercida en términos que puedan resultar lesivos para los símbolos queridos y entrañables que expresan la identidad de una fe religiosa, cualquiera que sea la raíz geográfica o histórica del pueblo que la profesa, pero también pienso de que los supuestamente ofendidos aprovecharon políticamente la indignación de algunos pocos para transformar un acto de libertad de expresión en un acto de terrorismo.

Nadie debe o puede pedir en este tiempo mecanismos o de censura que hagan peligrar el espléndido legado del siglo XVIII, que consagró la libertad de expresión como valor supremo de las sociedades humanas. Si bien es cierto que hay quienes piensan "de que ese supremo don del hombre no sea ejercido en detrimento de aquellos valores que otros hombres -u otros pueblos- han incorporado a sus vidas como expresión sublime de su cultura y de su fe", nosotros pensamos que es un postura débil, que es tratar de aplacar a una serie de sujetos que piensan que el mundo debe ser tal y como ellos piensan, y lamentablemente para estos "muftíes" e "imanes" el mundo es muchísimo más complejo y rico que rezar 5 veces diarias mirando a la Meca y decir que respetan un código de conducta que han forzado de tal forma, que si Mahoma lo viese hoy no lo reconocería.

Los siglos no pasan en vano. El tiempo enriquece y ahonda las conquistas de los siglos anteriores con nuevas luces, nuevas perspectivas y nuevas ideas. Si aquellos hombres de las revoluciones americana y francesa dieron sus vidas en defensa del derecho de todo hombre a expresar sus ideas -y que ese derecho no debe retroceder en ningún caso ante otros valores públicos o sociales- es necesario que todos extrememos nuestra responsabilidad y nuestros recaudos para que la dignidad humana sea siempre respetada en plenitud y en totalidad, no por el imperio de ninguna ley ni por la decisión autoritaria de ningún gobernante, sino por la firme decisión de todo ser humano de no expresar sus ideas en términos que puedan lastimar los sentimientos íntimos de otros hombres, pero éstas lindas ideas deben ser respetadas por todos: occidentales y musulmanes radicales. ¿Porque de que sirve que un diario de segunda danés haya publicado las mentadas caricaturas y ahora se abstenga de hacerlo, si los periódicos de las zonas islamitas radicales no hacen lo mismo?

Al fin y al cabo, la libertad de expresión nació, históricamente, como suprema manifestación de la dignidad del hombre. No parece legítimo que se la use para dañar la dignidad de otros hombres sean éstos del credo que fuese, su posición política o su postura en el espectro ideológico. Estos hechos, que nos parecen tan elementales a nosotros, son muy difíciles de comprender en pueblos en que el concepto de libertad es desconocido, que el concepto de respeto y dignidad son desconocidos y dónde el más violento y cruel es el que manda, si no miremos lo que está ocurriendo en Irak, dónde chíitas y sunníes se están masacrando para ver quién manda; veamos a la Autoridad palestina que ocurre otro tanto entre Habbas y Hammas.

Obras consultadas: Nack-Wägner, J.J.Rousseau, Loke, Hobbes, Montesquieu, Huntington

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