sábado, 9 de agosto de 2008

El Desarrollo: ¡¡¡Esa mala palabra!!!

El Desarrollo: ¡¡¡Esa mala palabra!!!
por Alvaro Kröger



El concepto de "desarrollo", ya sea económico o social, es un concepto que los gobiernos "progresistas" de América latina le tienen un miedo terrible. El desarrollo implica que los pueblos vivan mejor, sean más educados, puedan acceder a mayores bienes y servicios, y por ley transitiva no piensen tanto en política ni tengan la angustia del diario sobrevivir.

Quiere decir trabajo, trabajo mejor remunerado, mejor nivel de vida, independencia de las dádivas del Estado, mayor libertad.

Aunque parezca paradójico éstos hechos no les convienen a los gobiernos "progresistas" que sufrimos, porque la satisfacción de los más elementales derechos es a mediano plazo una pérdida de votos, lo que implica la pérdida del poder.

Así que es muchísimo más conveniente, desde sus puntos de vista, prometer el desarrollo y no materializarlo culpando a la derecha intransigente, a los patrones retrógrados, a los productores rurales, a las cámaras de comercio, a la oposición o la las prostitutas de Boulevard Artigas; no importa a quién, siempre van a encontrar "una herencia maldita", que les impide mejorar el nivel de vida de los pueblos. Aquí en Uruguay, dejamos pasar estúpidamente un TLC con USA, porque un grupo de zurdos sesentistas, encaramados en el poder, hubiesen perdido ese poder. Una vez que llegaron no lo iban a largar tan fácilmente: "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente", este sencillo concepto lo plasmó Nícola Maquiavelo en el siglo XVI en su obra "El Príncipe". Este libro debería ser leído por todo político para saber cómo se debe gobernar ya que Maquiavello lo escribió para Ludovico Sforza.

Ya en el siglo XVI, la idea de Maquiavello era que para mantener al pueblo tranquilo y fiel a su señor, éste debía esforzarse por el bienestar de su pueblo, asegurándole trabajo, seguridad, comida y justicia. Así que la idea no es nueva, el problema es que los políticos no se toman el trabajo de leer a los grandes de la política.

La ventaja de mantener a un pueblo hambriento y angustiado es que este pueblo cree con cualquier pavada que se les diga con tal que tenga un mínimo de coherencia interna: -"Vamos a pagar primero la 'deuda social' y después al FMI". No hicieron ni lo uno ni lo otro, o peor aún mintieron descaradamente al decir que le habían pagado al FMI (antes de pagar la deuda social), cuando lo que realmente hicieron fue canjear esa deuda con bancos privados.....es verdad no le debemos más al FMI, ahora le debemos a bancos privados con mayores tasas de interés, pero...¿qué importa? si lo que querían escuchar las bases era que no se le debiera más al sulfuroso FMI, ahora se le debe a los nítricos bancos privados.....

Hagamos un paseo por el continente para ver que las ideas "progresistas" son todas más o menos las mismas y tienen los mismos efectos: el paulatino empobrecimiento económico e intelectual de sus pueblos.

"El Cabezón" Eduardo Duhalde no tenía dudas. Su "bebé", la Unión Sudamericana, o la Comunidad Sudamericana, sería grandiosa: mucha gente, economías de escala, integración continental, una voz más potente en los asuntos internacionales, una convergencia cultural (¿?) que les permitiría a los países miembros defender su identidad contra los decididos y crápulas imperialistas desalmados a robarla y llevarse los bienes de ésta impoluta e inocente América latina.

Suena lindazo, esperanzador y demagógico, pero desgraciadamente no se ven motivos algunos para creer que ésta nueva iniciativa bolivariana ayude a los pueblos sudamericanos a romper con el atraso, con el sub-desarrollo o peor aún con la negativa al desarrollo, que es una de las cosas que tienen en común los latinoamericanos. Antes bien, por basarse forzosamente en el retrógrado concepto antidemocrático de consenso, si evoluciona lo hará al ritmo preferido por los más letárgicos.

En Cuzco, el gobierno chileno firmó los papeles porque no le conviene desentonar, pero esto no quiso decir que estuviese por abandonar su propio proyecto, que, si bien lo expresaría de otro modo, consistente en alejarse cuanto antes de las tradiciones económicas sudamericanas porque aspira a convertirse en un país avanzado, y lo está haciendo a un ritmo absolutamente envidiable.

A juicio de algunos, la actitud de la clase dirigente chilena refleja su falta de solidaridad con los vecinos. Esos "algunos" son los cretinos que piensan que los países tienen amigos, y los países NO tienen amigos, tienen intereses comunes.

Si por fin un país latinoamericano logra entrar en el Primer Mundo, los responsables de semejante proeza habrán hecho incomparablemente más por toda la región que todos los revolucionarios comunes, los de escritorio, los luchadores(¿?) sociales, los defensores de lo nuestro contra lo ajeno (xenófobos abundan), los clérigos solidarios, los nacionalistas, los internacionalistas, los foros, los sindicatos, los intelectuales teóricos de la dependencia y los políticos en guerra con el neoliberalismo nacidos y por nacer.

En América latina pocos sienten demasiado entusiasmo por lo que están haciendo los chilenos, pero sucede que siempre fue patente que si un país determinado consiguiera avanzar con rapidez en términos económicos, sociales e institucionales lo lograría rompiendo filas con sus vecinos. Además sus vecinos miran a Chile con una muy poco velada envidia porque usa un modelo neoliberal, implantado por Pinochet, y usado por gobiernos socialistas......y da resultados, resultados más que buenos: excelentes. Si Chile se hubiese asociado al Mercobluff, toda esa política económica, que le da unos superávits enormes, hubiese tenido que eliminarse....y los chilenos no mastican vidrio.

Mal que les pese a los ilusionados por la idea de la integración, que desde hace casi dos siglos todos los países de la región sufran los mismos problemas y las mismas lacras supone que las causas fundamentales del sub-desarrollo han de consistir en algo que todos comparten. Y lo que comparten son políticas erráticas, mandatarios mesiánicos, "muftíes" de la economía endógena, mesías de la idea estúpida de que nos van a venir a robar si hacemos negocios con países desarrollados y que nos pueden dar tecnologías nuevas, mercados nuevos, ideas nuevas. El pesimista dicho de "Que el enemigo de lo bueno es lo mejor", es uno de los errores más fabulosamente difundido entre los ilusos de la integración regional. ¿Qué tiene en común un indio boliviano que sólo habla aymará, con un culto chileno? ¿Qué tiene en común un agricultor uruguayo con un habitante de los llanos venezolanos? ¿Qué tienen en común una garota de Ipanema con una india ona de la Patagonia?¿ Qué tiene en común un emprendedor empresario paulista con un terrateniente peruano?. Podemos hacer miles de preguntas como éstas y las respuestas serán todas las mismas: ninguno, nada.

He aquí las razones por las que sería asombroso, pero ilógico, que se lograra que resulte útil una organización conformada por una veintena de líderes nacionales deseosos de hacer gala de su armonía, buena fe, comunión ideológica, buenas intensiones, de celebrar lo que a su entender los une. Seamos realistas: NO NOS UNE NADA; apenas si tenemos algo en común los uruguayos con los entrerrianos y los habitantes de la provincia de Buenos Aires; apenas si tenemos en común algo con los habitantes brasileros que viven a menos de 50 kilómetros de la frontera uruguaya.

Lo que sí podemos tener en común y bastante es con los chilenos, y no por razones culturales, sino por razones puramente comerciales y por tener un problema en común: la República Argentina.

Dijo Duhalde, en una ocasión de exultante optimismo a LA NACION que la Unión Europea será "nuestro espejo". Como muchos otros incultos latinoamericanos, da por descontado que la UE ha sido un éxito rotundo, evidencia, cuando no, de que las grandes uniones continentales benefician a todos sus integrantes, y no a dos o tres. Y sin embargo, los países europeos más prósperos, Suiza y Noruega, han optado por quedarse afuera, mientras que el Reino Unido y Suecia, que no forman parte de la eurozona, andan mucho mejor que sus socios.

Puede que hayan exagerado quienes opinan que el resto de la UE esté moribunda por motivos demográficos y porque sus gobiernos parecen ser incapaces de llevar a cabo reformas estructurales que son claramente necesarias, pero por ahora sus perspectivas no son muy brillantes y cada año que pasa serán peores. El tema del envejecimiento de la población , la casi nula tasa de natalidad, sumado al problema de la inmigración a mansalva en los años '60,'70 y '80 , están poniendo a la Unión Europea de rodillas. Su negativa a apoyar a USA, su sistema de subsidios escandalosos y sus problemas raciales anuncian no pocos problemas.....¿y nosotros queremos eso? ¿queremos vernos en ese espejo?. Personalmente no quiero y creo que la mayoría de los uruguayos tampoco; lo que queremos es volver a ser nosotros, a tomar nuestras decisiones libérrimamente, sin que un estrábico en la Casa Rosada dicte nuestra política y ni un Celso Amorim diga que jamás Uruguay se irá del Mercobluff simplemente porque él no lo quiere.

Negociar con USA, aunque a todos los zurdos les parezca que miento es muchísimo más fácil: -"Me sirve el precio y la calidad, te lo compro; no me sirve el precio o la calidad no te lo compro". Pero siempre está la puerta abierta si se mejora la calidad o el precio. Hay una anécdota que le ocurrió a un conocido futbolista uruguayo de la década del '70, luego Director Técnico de varios clubes. Este hombre, que es primo de un gran amigo mío, puso una fábrica de pelotas de fútbol. Negoció con USA y los americanos aceptaron el precio y la calidad, luego hicieron la orden de compra: 3 millones de pelotas (es un ejemplo, no me acuerdo exactamente de la cantidad), éste buen hombre casi muere de un infarto porque su fábrica hacía 300 pelotas por día, pero en lugar de invertir en maquinaria, negociar con otros colegas y jugársela, rechazó el pedido.

Esta anécdota ejemplifica todo lo que tenemos que aprender: desde la forma de negociar con los potenciales clientes hasta la calidad que podemos obtener, la inversión que podemos hacer, las ganas de desarrollarnos que tengamos.

De por sí, el tamaño no garantiza nada. Con tal que los gobernantes obren con inteligencia y realismo, en un lapso de una sola generación un país pequeño sin recursos materiales como Singapur, o una colonia como era Hong Kong, puede transformarse de un lugar tan soñoliento y paupérrimo como cualquiera en América latina en una pujante y opulenta orbe, dónde se hagan negocios de todo tipo y ello llevará a que sus habitantes dejen de pasar por la agonía de no saber que van a comer dentro de unas horas.

A pesar de las largas miradas con repugnancia que durante décadas veían que hacían sus diminutos vecinos los gobernantes chinos optaron por la estrategia bolche-neoliberal que tan bien les sirve; captan inversores, levantan fábricas, venden a todo el mundo sin importar la ideología del comprador, han mejorado el nivel de vida de los habitantes urbanos a niveles absolutamente desconocidos hace tan sólo 10 años. Hoy en Pekín o Shangai es casi imposible cruzar esas enormes avenidas hechas para desfiles militares porque está abarrotadas de automóviles occidentales fabricados en China ; hace 10 o 15 años sólo había que esquivar las bicicletas y algún ciclomotor que pertenecía a alguna repartición del Partido o del Estado.

En los próximos años los chilenos logran emular a los singapurenses y a la gente de Hong Kong y China, entonces otros soñadores latinoamericanos de la integración imposible se olvidarán de sus prejuicios para entonces tomar el mismo camino.

Es de esperar que los encargados de gobernar los distintos países de la región no lo demoren tanto como los comunistas chinos, aunque es de prever que muchos sigan luchando contra el desarrollo por años más porque desde el punto de vista político les conviene, si no véase al mono bananero, al crápula antillano, al cocalero boliviano o al novel "pollo" ecuatoriano del pan troglodytes.

Los neoliberales, a pesar de lo que digan los zurdos, necesitamos pueblos cultos, flexibles, desarrollados, capaces de aceptar cambios, gente que pueda manejar una computadora y al mismo tiempo ser un buen soldador, gente que pueda interpretar un análisis químico sin tener que hacerles una larga exposición, gente que con un mínimo de entrenamiento pueda cambiar de trabajo, en resumidas cuentas: gente apta para trabajar en un país del primer mundo y construir las bases para que nuestro país salga del estancamiento, la chatura, el sub-desarrollo. Las condiciones humanas las tenemos, faltan las condiciones políticas....falta que los políticos dejen de preocuparse por las próximas elecciones y miren y hagan las cosas a plazos mucho más largos, en bien del país y no en bien de su grupo político.

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