sábado, 9 de agosto de 2008

La Herencia Leninista

La Herencia Leninista
por Alvaro Kröger



Se cumplen 17 años desde que se derrumbó el símbolo del comunismo en Berlín, el más oprobioso muro que levantó el régimen opresor para que los alemanes orientales no pudieran escapar hacia el Occidente democrático. El proceso de desmoronamiento del comunismo soviético fue largo y doloroso y se produjo por causas internas que lo llevaron a la implosión del régimen.

Cuando Mijaíl Gorbachov asumió como secretario general de Partido Comunista de la Unión Soviética, había señales claras de que estaba perdiendo la guerra fría a un costo altísimo. La invasión a Afganistán en 1979 era una catástrofe militar y los nuevos regímenes socialistas de Angola (sostenido por soldados cubanos), Mozambique y Nicaragua no podían sobrevivir sin el apoyo del armamento soviético. El retraso tecnológico del "campo socialista" se hacía evidente en el terreno en el que más se había invertido, que era la carrera armamentista. Los niveles de vida se estaban alejando cada vez más de los estándares de vida de la Europa occidental, al punto que era irrisorio comparar la producción de la entonces Comunidad Económica Europea con el COMECON, la unión económica de los países socialistas.

Las expectativas de vida eran bajas, así como la calidad de los alimentos, la ropa, el servicio de salud y la vivienda. El deterioro del medio ambiente llevó a la destrucción de bosques y el envenenamiento de lagos y ríos, así como a la polución en grandes ciudades. Los modelos de automóviles y electrodomésticos habían quedado estancados en los años cincuenta y sesenta. La promesa de una "sociedad de consumo socialista" que legitimara la hegemonía del partido-Estado único en Europa oriental, se esfumaba por el efecto de comparación con los vecinos desarrollados.

Este fracaso ya había sido predicho por el economista austriaco Ludwig von Mises, en los años veinte, en un célebre debate académico con intelectuales socialistas, señalando que la ausencia de mercado y de derecho de propiedad privada llevaría a la imposibilidad del cálculo económico en la Unión Soviética.

Gorbachov partió de la premisa de que, para darle un nuevo soplo a la economía soviética, debía lograr acuerdos de paz duraderos con el mundo occidental, a fin de destinar los recursos de la carrera armamentista hacia la producción de bienes y servicios. Buscaba el retorno a las raíces leninistas, sin autocrítica por los genocidios de Lenin, Trotsky y Stalin en los primeros decenios de la construcción del totalitarismo. Lo que la jerarquía soviética pedía a sus colegas de Europa oriental era preservar el monopolio del poder del partido comunista en cada país, y la adhesión al Pacto de Varsovia. Es por ello que varios regímenes derivaron hacia formas de dictaduras nacionalistas (Rumania, Bulgaria), en tanto que otros se sostenían por la presencia de los tanques y tropas soviéticas, como ocurrió en Checoslovaquia. La "doctrina Brezhnev", vigente desde 1968, imponía la solidaridad recíproca entre gobiernos comunistas para sostenerse en el poder.

Con la perestroika y la glasnost de Gorbachov, la política exterior se hizo prioridad para lograr una paz duradera con Occidente. Desde su perspectiva, pensaba que el mundo convergiría hacia un tipo de socialismo democrático, en el que los partidos comunistas seguirían conservando el poder con el consenso mayoritario de sus supuestos beneficiarios, los obreros proletarios. De allí que se acuñó la "doctrina Sinatra", por la que cada régimen comunista habría de seguir su propio camino socialista, "a su manera".

La falsedad de estas premisas y la ceguera ideológica de la jerarquía soviética no les permitieron comprender los cambios políticos y económicos en Occidente. El presidente estadounidense Ronald Reagan propuso la Iniciativa de Defensa Estratégica (comúnmente conocida como "guerra de las galaxias"), un gigantesco escudo antinuclear frente a la amenaza de los misiles soviéticos, empleando tecnología aún no desarrollada por el campo comunista.

Esto, pues, habría dejado inutilizado al armamento nuclear almacenado durante decenios. El liderazgo moral de S. S. Juan Pablo II y su compromiso con su Polonia natal, tampoco fue comprendido por los líderes comunistas, que estaban plenamente convencidos de que el obrero urbano y el campesino eran ateos, materialistas y que seguían los dictados de la "vanguardia del proletariado": el partido comunista. De allí que, tras largos años de enfrentamiento, aceptaran la elección abierta para un tercio de la cámara de diputados y de la totalidad del senado en Polonia, el 4 de junio de 1989 y que, para sorpresa de los comunistas, ganó el sindicato Solidaridad de Lech Walesa en forma abrumadora. Fue la primera aplicación de la doctrina Sinatra, seguida por Hungría, que abrió sus fronteras con Austria para que los alemanes orientales pudieran transitar por esta vía hacia la República Federal Alemana. Estas demostraciones de la falta de apoyo al "socialismo real" por parte de los europeos orientales, llevaron a la caída sucesiva de los regímenes implantados en Alemania oriental, Bulgaria, Checoslovaquia, Rumania y Albania, en un ritmo cada vez más acelerado.

La caída de los regímenes comunistas no estaba en los planes de la mayoría de los líderes occidentales (salvo el ya ex presidente Reagan y Margaret Thatcher), que preferían negociar con lo conocido y priorizaban el control de esas masas empobrecidas que, presumían, se volcarían hacia el Occidente en busca de bienestar. La necesidad de libertad logró recuperar para estos pueblos la independencia y la transición hacia sociedades abiertas y democráticas, derribando el muro del oprobio y corriendo la pesada cortina de hierro. El sueño de Gorbachov de un comunismo leninista revitalizado y legitimado se desvaneció, y a fines de 1991 se disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, otro imperio que pasó a existir únicamente en los manuales de historia.

A pesar de las enseñanzas que nos puede dejar ésta parte de la historia reciente, existen, principalmente en América Latina, hombres que comulgan con aquel viejo, desastroso y perimido sistema de vida; priorizando el "bienestar común" al desarrollo personal. La historia es brutalmente contundente: en cuanto cayó el férreo sistema político, la sociedad se transformó en muy poco tiempo. Pasó de ser un sistema ineficazmente económico a ser un sistema dónde la competencia impulsaba a la sociedad a mejorarse y superarse.

A pesar de que muchos habitantes del Pacto de Varsovia pasaron a Occidente, los que permanecieron en los países orientales formaron una sociedad abierta, tanto política como económica. Es así que vemos países prácticamente en ruinas (personalmente los vi), a países pujantes, exportadores, con sociedades competitivas, atrayendo inversiones de Occidente. En resumidas cuentas países que marchan vertiginosamente al futuro, brindando buena calidad de vida a sus habitantes e integrándose a Occidente. Ese desesperado deseo de integración a Occidente se ejemplifica en el hecho de los fervientes deseos de Turquía a incorporarse a la Unión Europea, teniendo sólo unos pocos kilómetros cuadrados en el lado europeo y la inmensa mayoría de su territorio en Asia Menor, profesando una religión que no es la de Europa, y básicamente aceptando los principios Occidentales de vida y convivencia.

Estos ejemplos nos hacen reflexionar sobre la mediocridad, falta de visión de futuro, falta de conocimientos políticos básicos, xenofobia, arrogancia y desconocimiento elemental de las políticas que se están implementando en este momento de los dirigentes latinoamericanos. Estos hombres sólo saben llevar agua a su molino para aferrarse desesperadamente en el poder, prometiendo utopías, desconociendo sistemáticamente las necesidades básicas de sus pueblos, para llevarlos a un "Medioevo" político, dónde ellos son los señores feudales, con derecho de pernada y todo. La corrupción campea despreocupadamente, los atropellos de los países más grandes a los más pequeños son cosa de todos los días y se jactan de ello, las economías asimétricas son habituales y los países más ricos imponen su poder para que ello se mantenga así de forma de mantener no sólo un control económico, sino político y militar.

Cuando un país pequeño, como Uruguay, habla de hacer un TLC con USA los esquizoides líderes dextrógiros se erizan porque saben que la posición de nuestro país de de vital importancia para la enorme cuenca sudamericana, riquísima en alimentos, materias primas y terminadas. La firma de un Tratado de Libre Comercio con USA, China, India fuera del desprestigiado Mercosur, es un asunto que ni Brasil ni Argentina están dispuestos a aceptar. Pero, ¿no somos un país independiente de todo poder más del que emana de las urnas?, entonces ¿por qué tenemos que tomarnos siquiera el trabajo de pensar en nuestros "socios"?.

Lo que debemos hacer es plantar cara e irnos del Mercosur. Yo no puedo creer que sea tan difícil desvincularse de dos países que hace 15 años que nos vienen haciendo la vida imposible. Basta con decir: "Nos vamos". Argentina y Brasil ¿Nos invadirán? ¿Nos harán chás-chás en la cola? No creo que ninguno se anime a hacer nada porque detrás nuestro hay dos tigres que la tienen muy clara: USA y Gran Bretaña. Para ambos el control de la boca de la cuenca del Plata es un objetivo geopolítico de prioridad absoluta. Quien controle esta boca, sabe que controlará en los próximos 15 o 20 años una de las mayores áreas de producción de alimentos, y dentro de ese período de tiempo la población humana de duplicará.

Lamentablemente los líderes políticos latinoamericanos, en su afán egoísta de control del poder ven el árbol pero no ven el bosque (y creo que poco les interese ver el bosque); ven, planifican, coordinan políticas sociales que son imposibles de hacer sin aplicar la fuerza bruta y cómo son unos cobardes no la aplican y por lo tanto esas políticas (erradas obviamente) no se concretan. Es así que van perdiendo credibilidad y pronto terminarán perdiendo el poder por su incapacidad ideológica de cambio. Cambiar ideológicamente es un pecado para el sistema leninista, pero no para el sistema liberal, que aplica las políticas que más convienen a los pueblos y no las políticas que hombres de escritorio pensaron hace 150 años, que en teoría son muy atrayentes pero en la práctica son imposibles de implementar. La humanidad tuvo un período de 75 años para experimentar esas políticas tan atrayentes desde el punto de vista teórico; la brutalidad de la implosión de la Unión Soviética fue la demostración histórica que esas políticas son equivocadas.

Por otro lado la humanidad hace 230 años que experimenta con un sistema político dónde se premia al más capaz, al más trabajador, al más emprendedor, al que arriesga y ha logrado transformar su sociedad en la primera potencia mundial, referente indiscutido para todo el mundo, mal que les pese a los que no soporten a USA. Así es que me pregunto: ¿por qué vamos a estar del lado de los perdedores si podemos estar del lado de los ganadores?

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