viernes, 8 de agosto de 2008

Hace 50 años de la crisis de Suez

Hace 50 años de la crisis de Suez
Hace 50 años de la invasión a Hungría
por Alvaro Kröger



El conflicto marcó el fin del imperio británico

Cuando quien fue el primer ministro del Reino Unido durante la crisis murió en 1977, el diario The Times describió no sólo lo que había sido la experiencia de Anthony Eden sino también del país con esta frase: "Fue el último premier en creer que el Reino Unido era un gran poder y el primero en confrontar una crisis que probó que no lo era".

El veredicto tradicional respecto a la operación en el Canal del Suez lo dio el historiador Corelli Barnett, quien se refirió al tema en su libro "El colapso del poderío británico".
"Fue el último coletazo del imperio. Un último intento del gobierno británico de comportarse como lo había hecho hasta entonces cuando se trataba de defender intereses más allá de sus fronteras. Fue una locura completa".

No es fácil ahora transportarse 50 años atrás, a 1956. El Reino Unido todavía tenía un imperio. La Segunda Guerra Mundial era un recuerdo fresco y a los pupilos en las escuelas inglesas aún les enseñaban que fue su país el que la ganó.

Se sabía que los estadounidenses habían participado, pero habían llegado sólo al final, y no se mencionaba a la Unión Soviética. Decían: "los británicos son los mejores".

No obstante, en el fondo, no todo estaba bien. A pesar de que el Reino Unido mantenía barcos al este del Suez, el fin del imperio estaba próximo.

Se sabía que algunos lugares estaban por perderse: Ghana (la Costa de Oro), Nigeria. Algunos ya se habían perdido, particularmente India. Y en otros sitios -Kenia, Chipre, Malasia- los británicos luchaban por contener rebeliones y levantamientos.

En casa, a pesar de ser cada vez más prospero, el Reino Unido seguía muy debilitado tras la guerra.

Pero no renunciaba a las pretensiones de sentarse a la cabeza de la mesa internacional. Acababa de participar en la guerra en Corea, pero su reducido papel debió haber puesto en evidencia cuál era su verdadero poder.

Eden mismo rechazó la idea de que debía unirse al entonces joven y continental "mercado común", declarando muy ufano: "Nuestros horizontes son más amplios". Su visión respondía a una era que había pasado y no a la que estaba por comenzar.

Influencia de los '30

Eden creció políticamente durante la década de los años '30. Se oponía a la pacificación y era particularmente hostil al líder fascista italiano Benito Mussolini. En 1938 renunció al cargo de canciller cuando el primer ministro Neville Chamberlain quiso negociar con Italia.

Es ahí donde está el origen de la crisis del Suez.

Cuando en 1954 un nuevo tipo de líder político, el nacionalista árabe Gamal Abdel Nasser, emergió como dirigente de Egipto, Eden no comprendió que el mundo había cambiado. Lo que vio fue a otro dictador, a otro Mussolini.

Eden no pudo aceptar que Egipto debía administrar el Canal del Suez, a pesar de haber aceptado previamente que las tropas británicas se retiraran de la zona del canal.

El lugar había perdido algo de su importancia estratégica para el Reino Unido, pero no toda. Y había adquirido una nueva relevancia, como el paso para que el petróleo llegara a Europa.
Cuando Nasser anunció que iba a nacionalizar la Compañía del Canal del Suez, que el Reino Unido y Francia controlaban (en parte, dijo, para pagar por la represa de Asuán que Estados Unidos se rehusó a financiar), Eden se alarmó.

Le dijo a sus colegas en el gobierno que no permitiría que Nasser "ponga su pulgar en nuestra tráquea".

El plan secreto

Así, Eden tramó un plan tripartito secreto con Francia e Israel.

Francia era hostil a Nasser porque Egipto apoyaba a los rebeldes argelinos. Además su asociación con el canal era histórica: al fin y al cabo, fue un francés el que lo construyó.
Israel, por su parte, estaba ansioso por desafiar a Nasser debido a los ataques de los fedayines palestinos y el bloqueo egipcio al estrecho de Tiran.

La estratagema era que Israel invadiría a Egipto a través de la península del Sinaí.
Londres y París darían entonces un ultimátum a ambas partes diciendo que dejaran de pelear o que tendrían que intervenir para "proteger" el canal.

Y así fue. Los israelíes tuvieron que moderar su ataque para no ganar antes de que las fuerzas de "intervención" pudieran llegar. Los británicos y los franceses fueron a "salvar" el canal.

Sólo cometieron un error: no le avisaron a los estadounidenses.

Y al presidente Dwight Eisenhower, preocupado por las repercusiones en las relaciones con el mundo árabe y horrorizado ante tal aventura, no le cayó en gracia.

"Nuestro más cercano aliado nos retiró el apoyo", señala Corelli Barnett. "Actuamos cuando la economía estaba en problemas; Macmillan, titular de Finanzas, le dijo al gabinete que la única manera de resolver la situación era conseguir un préstamo del Fondo Monetario Internacional respaldado por Estados Unidos.

"Los estadounidenses se negaron a respaldarlo. Nos dijeron que no avanzáramos y que evacuáramos inmediatamente. Así que lo hicimos. Fue todo un fiasco".

Las tropas británicas y francesas se fueron de Egipto en diciembre de 1956. Eden dejó su cargo a principios del año siguiente.

Efectos

Las consecuencias fueron estruendosas.

Para empezar, la crisis acaparó de tal manera la atención internacional que le permitió a la Unión Soviética aplastar brutalmente el levantamiento húngaro que ocurrió al mismo tiempo.
Pero también implicó que ni el Reino Unido ni Francia pudieron volver a actuar de manera independiente en el plano internacional.

No obstante, cada uno llegó a conclusiones diferentes.

Harold Macmillan, quien sucedió a Eden, decidió que en el futuro Londres debía aliarse con Washington. Fue muy buen amigo del presidente John F. Kennedy y hasta lo persuadió de que le permitiera al Reino Unido tener el misil nuclear Polaris.

Desde entonces, Londres ha no ha estado muy dispuesto a oponerse a las decisiones de la Casa Blanca. Incluso durante la guerra de Vietnam, el primer ministro Harold Wilson, un laborista, no permitió que se criticara a Washington al tiempo que astutamente se rehusó a mandar la fuerza simbólica que Lyndon Johnson le pidió.

Desconexión francesa

Francia, por su parte, siguió su propio camino de la mano de Charles de Gaulle. Dejó en manos de la OTAN la estructura del comando militar y se dedicó a dirigir los destinos de Europa junto con la recientemente próspera Alemania.

Así como desde entonces Londres ha tendido a estar de parte de Estados Unidos, París ha tendido a estar en su contra.

Las teorías revisionistas modernas dicen que realmente quien cometió un error fue el presidente Eisenhower, pues reveló una debilidad que la Unión Soviética explotó.

Cualquiera que sea la opinión, no hay duda de que el Suez representó el final de una larga fase de la historia del imperio británico.

Algunos datos

El Canal del Suez abrió sus esclusas en noviembre de 1869
Fue obra del francés Ferdinand de Lesseps quien utilizó trabajo forzoso; se estima que 120.000 empleados egipcios murieron durante la construcción
Se extiende por 192 kilómetros entre el Mediterráneo y el Mar Rojo
En su punto más estrecho mide 300 metros
En 1955 aproximadamente dos tercios del petróleo de Europa pasaba por el canal
El canal cerró en 1967 debido a la Guerra de los Seis Días y volvió a abrir en 1975
Cerca del 7,5% del comercio marítimo mundial pasa por el canal en la actualidad
En 2005, 18.193 embarcaciones pasaron por esta vía interoceánica.

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