sábado, 9 de agosto de 2008

Separemos la paja del trigo

Separemos la paja del trigo
por Alvaro Kröger



En el frontispicio del Senado Romano, en la época de la República, había una frase de Flavius Vegetius Renatus que rezaba:"QUI DESIDERAT PACEM, PRAEPARET BELLUM"("Si deseas la paz, prepárate para la guerra"). Esta es una vieja frase que ha sido usada para todo tipo de casos, menos para el caso en que la usaban los romanos.

No quiere decir que hay que armarse, ni hacer servicio militar obligatorio, ni hay que entrenar a la población en las artes militares. Simplemente quiere decir que hay que estar preparado mentalmente, psicológicamente, a luchar por lo propio.

En la época de la República Romana los casus belli fueron muy pocos, así que pocos fueron los soldados llamados a filas. El derecho romano imponía a los varones entre 16 y 60 años estar bajo bandera (sub hasta, literalmente bajo el asta de la bandera).

Mientras no hubiese necesidad de la formación de un ejército los soldados eran campesinos, artesanos, comerciantes, etc. En caso de conflicto los oficiales del "census”, llamaban a filas a los habitantes que estaban registrados en él al cumplir los 16 años, y ya estaban asignados a una legión, y a una centuria dentro de la legión y a una decuria dentro de la centuria.

El Estado Romano les facilitaba el armamento, indumentaria, comida y un sueldo.

En ésta época en que nos referimos el ansia expansionista romana, inducida por intereses económicos, no había comenzado y los ejércitos romanos eran puramente defensivos, pero con una carga emocional fenomenal: iban a defender lo que les pertenecía.

Luego ya aparecen los ejércitos profesionales, y con diferentes modalidades de reclutamiento, tratamiento del personal, paga y política, transcurren casi 2000 años. Recién aparece un ejército de las características del romano republicano en la Independencia de las 13 colonias americanas del Imperio Británico en 1776. Se mantendrá este sistema hasta la entrada de USA en la 1ª Guerra Mundial.

Toda ésta información es sólo para ponernos un poco con los pies en la tierra.

Tenemos un conflicto aparentemente insoluble con Argentina, con el gobierno de la República Argentina y no con los argentinos. Las causas de éste conflicto son archiconocidas más por los uruguayos que por los argentinos, pero poco a poco los argentinos van tomando contacto con el tema.

Para el Uruguay éste es un tema crucial, no podemos dejar que un gobierno extranjero nos dicte nuestra política, nos diga lo que tenemos o no que hacer o como actuar. Este es uno de los aspectos del problema: nuestra independencia de todo poder foráneo. El otro aspecto es el económico: una inversión como la de Botnia y Ence, que es la culminación de una política de Estado desde 1985 hasta la fecha, no la vamos a dejar ir porque a un grupo de exaltados se les ocurra.

Este grupo de extremistas financiados muy posiblemente por el propio gobierno argentino y seguramente por las vetustas papeleras argentinas y los medios de transporte fluviales, no van a retroceder por el simple hecho que ya hace meses que pasaron el punto del "no retorno". Ahora le quedan 3 alternativas: o deponen su actitud acatando lo dictado por los organismos internacionales; o el gobierno argentino los desaloja a la fuerza (como hicieron en Neuquén hace pocos días), o intentan hacer algo del lado uruguayo del río.

Las dos primeras alternativas parecen y son utópicas: el costo político que ambas conllevarían las hacen inviables; es así que queda la tercera que es hacer algo, aunque sea simbólico, de éste lado del río.

Simbólico o no, hacer algo de éste lado del río implica la entrada en un estado de conflicto armado, que ninguno de los dos pueblos quiere, pero que la situación, cuanto más se prolongue, más radicalizada se pondrá. Los uruguayos somos un pueblo manso, tranquilo, que por nuestro tamaño no se nos ocurre pensar en hacer políticas hegemónicas para la región; sólo pretendemos que nos dejen en paz y que nos dejen progresar... pero, al igual que el soldado romano republicano, o el patriota americano, no nos vengan a tocar lo que es nuestro.

No estoy refiriéndome a la inmensa mayoría de argentinos que están de acuerdo con que Uruguay progrese, que quieren al Uruguay, tal vez inconscientemente pensando que es la Banda Oriental, pero conscientemente saben que es un país bastante más tranquilo que Argentina, que su gente se bastante más educada que sus compatriotas y que pueden invertir aquí sin los sobresaltos que les da el poder político de su país.

En los últimos meses, sólo en la cuadra de mi casa se han mudado dos familias argentinas, una manda a sus chicos a la escuela pública. Tengo a dos grandes amigos argentinos que tienen residencia en Uruguay, y no viven aquí, lo que sí hacen religiosamente es renovar la cédula de identidad cada 5 años y si se les pregunta por qué se toman el trabajo de hacer eso contestan: cuando las papas quemen....."Yo Uruguayo!!!".

Hay ciertas cosas que la mayoría de la gente no entiende o entiende mal o al revés; por ejemplo, los países no tienen amigos, tienen intereses comunes. Es un hecho que Argentina y Uruguay tienen intereses comunes, los que no tienen intereses comunes son sus gobiernos y por ello hay dos pueblos rehenes de políticas erráticas, personalistas y electoreras.

Otro ejemplo, los últimos que quieren una guerra son los militares de carrera, los conscientes, porque saben lo que es una guerra, lo que implica y las consecuencias que tiene. El que quiere una guerra es el extremista romántico que piensa que va a sublimar todas sus frustraciones en ella, y son los primeros que caen con un agujero en la cabeza, si no es que mandan a otro en su lugar.

Otro ejemplo: si no quiero solucionar un problema mediante el diálogo y la negociación, exijo cada vez cosas más imposibles de obtener; así se pidió primero un monitoreo conjunto, Uruguay accedió, Botnia trajo el equipo y se está haciendo, pero en el momento de comenzar a monitorear Uruguay, Argentina y Botnia, Argentina no se presentó y exigió otro estudio independiente. Se realizó el estudio y como no resultó del agrado del gobierno argentino, intentaron frenar los préstamos del Banco Mundial.

Ahora con la planta el 90% concluida se pide la relocalización; es evidente que se piden cosas cada vez más imposibles de cumplir. Esa falta de cumplimiento retroalimenta a los extremistas en sus utópicas visiones apocalípticas, como el de llevar a 150.000 personas con un martillo de 1/2 kg. cada una para destruir la planta.

Si yo me pongo en lugar de ésta gente seguramente haría lo mismo: decir cualquier cosa imposible de cumplir de forma de luego poder tener la excusa de decir: "yo lo intenté, pero las masas no me respondieron, así que no es mi culpa, la culpa la tiene el imperialismo salvaje".

Pero también me pregunto si no existe una fuerte dosis de esquizofrenia en ésta gente, porque solamente el imaginar a 150.000 personas con un martillo en la mano no es muy coherente que digamos.

De todas formas intentar analizar los posibles caminos que seguirá éste conflicto es algo imposible; tiene más posibilidades una gitana que le lea la mano a Vázquez de acertar que el mejor analista político.

Puede pasar desde que el gobierno desactive los piquetes a que con el ojo chueco les dé el visto bueno para que pasen la frontera y así comience un conflicto armado.

Pero de dos cosas sí estoy seguro: esto no se soluciona al menos hasta pasado octubre y posiblemente continúe mucho más y que las relaciones entre Uruguay y Argentina no van a ser las mismas durante al menos un par de generaciones, siempre y cuando cambien ambos gobiernos y se instalen en el poder políticos en serio, y no aprendices de brujos.

Referencias: Nách-Wagner, E. Fromm, J. Morales Solá, R. Seoane

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