sábado, 9 de agosto de 2008

La Democracia Liberal o la Democracia a secas

La Democracia Liberal o la Democracia a secas
por Alvaro Kröger



La supuesta diferencia entre Democracia Liberal y Democracia es una enorme falacia inventada para los incautos. Por definición la Democracia es Liberal. ¿Acaso se puede llamar democracia a un sistema político tutelado? ¿Acaso se puede llamar democracia a un sistema como el venezolano, boliviano o ecuatoriano? Lo único que tienen de democráticos es que los mandamases llegaron al poder por las urnas, no muy claramente, y haciendo promesas utópicas o lo que es lo mismo mintiendo a su pueblo.

Cuando éstos populistas pujaban por el poder, su discurso era básicamente contra la Democracia Liberal, dejando implícito que dicha democracia era demoníaca y que el poder iba a estar en manos de una oligarquía (la de siempre), y que los inocentes pueblos irían a pasar por lo mismo. Los hechos demuestran que se cambió la oligarquía tradicional por otra no tradicional, nueva, falta de experiencia y con una tendencia nata a hacer estupideces, hipotecando así el futuro de sus pueblos. Estos muchachos me hacen acordar a la Revolución Rusa: limpiaron a los Romanov y a la aristocracia rusa, culta y europeizada, por otra oligarquía, llamada nomenklatura, integrada por una banda de mujiks crueles y sanguinarios, ávidos de poder y sin una pizca de experiencia de gobierno. Si la Starska y los regimientos de cosacos del Zar eran brutales, sus sustitutos los dejaron como peleles.

Desde fines de los años '90, en cada reunión internacional de organismos multilaterales o reuniones de presidentes y primeros ministros, se asoman varios grupúsculos muy bien organizados que se autodenominaron "globófobos" -por su temor a la globalización- y que ahora se han rebautizado como "galaxias altermundialistas". El "altermundialismo" se remite al slogan de que "otro mundo es posible", lanzado con muy poca imaginación por el diario francés Le Monde, y tomado entre otros por el diario Granma, vocero del régimen de Fidel Castro. Bien: si estudiamos atenta y objetivamente la experiencia histórica de la humanidad, la aspiración clara , genuina y totalmente compartible de que "otro mundo es posible" nos lleva a las conquistas de la democracia liberal, o a la democracia a secas en el último siglo y medio, cuyos valores aún distan de ser los aceptados y abrazados con sinceridad en la mayoría de los países ya que en democracia el juego debe ser limpio y se gana, se pierde y se negocia para llegar a un fin compatible con las aspiraciones de las mayorías y que las minorías deben acatar. De aquí que, paradójicamente, los "altermundialistas" con pleno derecho a ser así llamados, no son los "globófobos", sino somos quienes creemos en el respeto a las libertades individuales, a la propiedad privada, en la limitación al poder del estado, en las instituciones democráticas y el Estado de Derecho, el respeto a éste, que en definitiva es el gobierno de las Leyes.

Gran parte de la humanidad aún gime bajo el duro yugo de dictadores que expolian a sus pueblos, manteniéndolos en la miseria y la barbarie, ya que manteniéndolos en ese estado se aseguran el poder absoluto. Muchos de estos regímenes autocráticos, sin embargo, se auto titulan como "repúblicas", en los que no hay división de poderes ni renovación periódica de sus autoridades sino símiles demasiado groseros como para que un ser educado no sepa diferenciarlos. Algunos de estos países se han liberado de la opresión de un partido totalitario y eternizado en el poder, como los que otrora se hallaban tras la cortina de hierro, en la Europa central y oriental. Y estos pueblos, convencidos de que "otro mundo es posible", adoptaron las instituciones de la democracia liberal, tal como evolucionaron en Europa occidental y América del Norte.

Si bien desde mi punto de vista el término Democracia Liberal es redundante, lo utilizo aquí para diferenciar las verdaderas democracias de las democracias "de facto", como las que sufrieron los países de Europa Oriental antes de la implosión de la Unión Soviética y los países de América Latina entre la mitad de las décadas del '60 al '80.

Las "galaxias altermundialistas" que ensalzan Le Monde y Granma, sin embargo, se caracterizan por su franco rechazo a la sociedad abierta y pluralista. Una sociedad con éstas características necesita de gente culta, países desarrollados y con el mayor nivel de vida posible para sus ciudadanos. Con su profunda desconfianza hacia la capacidad de las personas para resolver sus problemas, o dicho en crudas palabras sus atentados contra la inteligencia humana que no es otra cosa que atentar contra los DDHH, aspiran a una total intervención del estado en la vida cotidiana, así como tienen en común su rechazo por la iniciativa privada de toda índole, partiendo de la premisa de que la iniciativa privada es por definición contraria a los intereses del pueblo. A pesar de su discurso hipócrita a favor de la diversidad y el pluralismo, injurian y zahieren a las sociedades libres en las que se respetan los derechos de las minorías. La realidad es que éstas "galaxias altermundialistas" cobijan en su seno a toda la gama de grupúsculos reaccionarios, desde los anarquistas a los homosexuales, pasando por los ecologistas y todo un espectro de gente que no tiene una filosofía concreta y que rechazan la complejidad de la sociedad moderna, aun cuando es el único tipo de sociedad que alienta el debate libre y la búsqueda de cambios para mejorar sustancialmente la calidad de vida, y en la que se desarrolla la más increíble, innovadora e inteligente variedad de tratamientos para resolver los problemas humanos fundamentales. Los llamados "altermundialistas" son "paleo mundialistas", puesto que aspiran a que la humanidad retroceda a pasos agigantados hacia estilos de vida de subsistencia mínima, en la que dos tercios de la humanidad perecerían por inanición y enfermedades, tal como ocurrió en todos los experimentos totalitarios del siglo XX y los que comienzan en los primeros años del siglo XXI.

Estas "galaxias altermundialistas" se caracterizan por la xenofobia, el rechazo irrestricto al progreso de los pueblos y son inocentemente romanticoides, al pretender que el "buen salvaje" de Rousseau era un tipo despreocupado y feliz, cuando la realidad era totalmente la opuesta: el "buen salvaje" vivía en un constante stress, en la constante búsqueda de alimentos, en la constante guerra con sus vecinos y no tenía empacho alguno en rajarle la cabeza a un semejante ni sacarle el corazón a un prisionero vivo en ofrenda a sus dioses.

La xenofobia expresada en que "la culpa la tiene el otro" y por lo tanto hay que eliminarlo; el rechazo al progreso expresado en la desconfianza que se tiene en los países desarrollados para aceptar e incentivar inversiones, pensando siempre en que seremos explotados por los "piratas imperialistas" y por lo tanto no aceptar la transferencia de tecnologías y mantenerse en el mínimo de las subsistencia mínima (valga la redundancia), son actitudes que atentan contra los derechos humanos más elementales. Pero como ya lo hemos expresado en éstas páginas los DDHH son elásticos, muy elásticos: se puede luchar por ellos bajo ciertas circunstancias, pero se pueden pisotear bajo otras. Y lo que se está haciendo masivamente en América Latina es pisotear los Derechos Humanos al no aceptar los tratados de libre comercio con los países desarrollados, ya que de mejorar el nivel de vida, el nivel cultural, eliminar la incertidumbre por lo que se comerá en las próximas horas, los pueblos podrán decidir su futuro con más tranquilidad y no votando al que más utopías le promete.

En una democracia liberal, son las personas las que crean los ámbitos de acción y reflexión para debatir y llevar adelante los mejores tratamientos para el medio ambiente, la salud, la educación, la marginación, la superación de la pobreza, la criminalidad, entre tantos otros problemas que nos angustian. Otro mundo, entonces, sí es posible.

Mientras sigamos ligados económica y políticamente a países adoradores de las "galaxias altermundialistas" no saldremos del estancamiento, de la chatura económica, social y cultural que sufrimos; no se nos permitirá ver una luz al final del túnel, no se nos permitirá un intercambio provechoso para el país, se seguirán vendiendo materias primas, casi sin valor agregado, cuando el Uruguay tiene el potencial humano como para poder hacerlo. Pero para llegar a ello se debe hacer un revolución cultural, no al estilo Mao Tse-Tung (que fue una payasada), sino una revolución cultural en el estricto sentido del término: eliminar los lastres que llevamos desde hace décadas, abrir la mente a nuevas ideas, a nuevos emprendimientos, y sobre todo sacarnos de encima el culto al "NO SE PUEDE", recién allí será posible otro mundo por lo menos para nosotros los uruguayos. Si los demás quieren seguir estancados es problema de los demás, el Uruguay debe pensar en el Uruguay, es tal vez cruel y egoísta decirlo, pero es la pura verdad.

Debemos dejar esta fantochada utópica llamada Mercobluff, ser valientes y enfrentarnos a los desafíos que están allí afuera y no atrincherarnos en este engendro fabricado para Argentina y Brasil. Y recién, cuando crezcamos intelectual y políticamente y nos decidamos a mandar a la m.....,(perdón)al diablo a ésta sociedad es que veremos que otro mundo no sólo es posible , sino que nos está esperando.

Soy totalmente consciente de que estoy escribiendo una "herejía", desde el punto de vista del actual gobierno y de los padres del Mercosur, pero una idea brillante se ha transformado en un calvario, al menos para nosotros y los paraguayos y es por ello que como ciudadano de la República, con mis deberes y mis derechos puedo decir: "Vámonos de una buena vez del Mercobluff y veamos que otro mundo es posible".

En base a un artículo publicado en CADAL

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