viernes, 8 de agosto de 2008

desintegración latinoamericana

desintegración latinoamericana
Recopilado por Alvaro Kröger


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He llegado a una conclusión sobre mi persona: ¡¡Soy masoquista!!! Ayer, día de la Beshtia, 06/06/06, vi por televisión el discurso entero de "El Pingüino" en Entre Ríos.
De entre todo el fárrago de conceptos inconexos del discurso pude sacar en claro que Mr. K nos quiere mucho ya que dijo (palabra más, palabra menos): ¡¡¡Mish queridosh hermanosh uruguashosh, noshtrosh aposhtamosh a la intregrashión, pero no vamosh a permitir la inshtalashión de lash plantash de celulosha!!!.

Bueno...... bruta integración!!!! Si bien todos sabemos que estas cosas son para consumo interno y en aras de la reelección, son válidos los conceptos de integración y desintegración que mantiene la Argentina y los gobiernos supuestamente de izquierda que hay en todo el continente.

La desintegración es la nota que define a Latinoamérica. Los dos mecanismos integradores, el CAN (Comunidad Andina de Naciones) y el Mercosur han dejado de ser los referentes que facilitarían la unidad regional; al tiempo que Chile, como lo hace habitualmente, se aparta de los procesos integradores de la zona sur y las Guayanas miran hacia el Caribe.

La Comunidad Andina de Naciones esta "in extremis" por las actitudes divisoras de sus miembros. Colombia y Perú negociaron acuerdos comerciales con USA; Ecuador, pese a su política medio errática busca lo mismo. Bolivia mira hacia el Sur y Venezuela, de la mano del inefable mono bananero de gruesa billetera anunció que se retiraba para integrarse al Mercosur.

El Mercosur está en vías de extinción, cual Tiranosaurio Rex, a causa de la notoria política desintegradora de sus dos mayores socios: Argentina y Brasil. En los días de ayer, hoy y mañana (del 6 al 8/6/06) están discutiendo en Brasilia un acuerdo bilateral Brasil y Usa, cuyos más altos interlocutores son los dos ministros de economía de ambos países.... ¡¡¡que talco!!! Uruguay no lo puede hacer, pero Brasil sí....

Argentina y Brasil oscilan entre acercarse tímidamente y recelarse inmoderadamente. Paraguay y Uruguay, amenazan con irse, pero ésta vez en serio, no como veces anteriores que lo hicieron para obtener tratos más equitativos. Hoy la vinculación preferencial de éstos dos países es con USA y la opción es estratégica: Paraguay gestiona acuerdos militares y Uruguay comerciales.

Hay una serie de factores estructurales y coyunturales que han incidido en la desintegración latinoamericana. El despliegue que durante décadas hizo USA se está materializando y la globalización, aunque es beneficiosa, es desigual y ahonda fracturas domésticas e internacionales. No obstante éstas dos razones solas no explican el fenómeno; hay razones regionales, hay razones internas y hay asimetrías demasiado grandes que nos han llevado a ésta situación.

Aunque parezca una perogrullada, nuestra región ha defendido retóricamente la soberanía nacional y ha llegado al increíble punto en que la ha perdido frente a actores estatales y no estatales dotados de poder e influencia. Y por razones de las asimetrías y las ansias desmedidas de poder continental, los países más pequeños se rehúsan a amalgamar sus endebles soberanías con los vecinos más próximos y grandes para así poder aumentar el escaso poder de negociación de la región.

Por otro lado, si bien esto es cierto, los países más grandes y fuertes son los que hacen y deshacen a su propio criterio y en función de sus propios intereses. Puntualmente, hoy 7/6/06 hay cientos de camiones uruguayos parados en la frontera con Brasil con productos perecederos por una huelga de los aduaneros brasileños, que obviamente no agilitan los trámites.

Sabemos por experiencia nacional y extranjera, que las integraciones progresan con líderes que tienen la capacidad de balancear imperativos internos y compromisos externos (casos clásicos de K. Adenauer y Ch. De Gaulle); aquí las urgencias (y los réditos esperables) de la política doméstica y electoral vienen consumiendo las imágenes de Presidentes que han antepuesto sus intereses a los intereses generados por la integración y a ésta la han colocado en un lugar secundario, por no ser tajante y decir que se olvidaron de ella.

Lo curioso de todo esto es que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro: criticamos ácidamente el unilateralismo de las grandes potencias, pero practicamos uno similar a escala periférica (léase Argentina, Brasil y Venezuela), es decir una conducta internacional basada sólo en ventajas propias con el fin de ser los beneficiarios de la magnanimidad de los poderosos.

Es evidente que tanto los procesos de integración formal (Europa) como los informales (Asia) requieren Estados competentes, pujantes y eficientes; y en los últimos 50 años hemos visto cómo en Latinoamérica se ha hecho un grandioso esfuerzo por debilitar los Estados y sumirlos en la incompetencia más aberrante, especialmente en los últimos 25 años.

Varios de los políticos de la región, incluso nuestros, han repetido hasta el cansancio la importancia de mancomunar esfuerzos para lograr proyectos de interconexión, pero la realidad es demoledora: apenas hay una infraestructura física que nos conecte (véase la utópica Hidrovía).

Somos concientes de que las lealtades comunes, la empatía entre los pueblos y los beneficios compartidos favorecen los proyectos de integración, pero cada día vemos con más frecuencia políticas exteriores que alimentan desconfianza y gratifican individuos.

Se crean Cámaras comerciales bilaterales pero hay un bajísimo flujo de intercambio cultural, que es un elemento fundamental para una integración sustentable ya que de ese modo podemos entender lo que piensa un correntino o un santacruceño boliviano.
Creamos estímulos para el sector privado productivo para aumentar el nivel de comercio inter-regional, pero seguimos sin invertir en Investigación y Desarrollo, seguimos sin invertir y racionalizar la educación a todos los niveles.

Esperamos pacientemente que haya alguien, en nuestro caso Brasil, que adopte el papel de líder regional debido a su poderosa industria y a su tamaño, sin entender que sólo los papeles de co-liderazgo pueden hacer de la integración una herramienta eficaz y justa para todos.

En este contexto de una creciente desintegración regional, el mono bananero de Chávez ha visto la veta, la brecha por dónde introducirse: se presenta como un mandatario con voluntad de liderazgo, con enormes recursos naturales y una billetera bien provista, con promesas de inclusión social (de fronteras afuera), una estrategia de política exterior concreta (el ataque masivo y constante a USA) y un proyecto integracionista utópico, pero tentador para los populistas (el gasoducto de 8000 km.)

Su modelo de integración, sin embargo, se basa en la vieja política británica: "Divide y vencerás", y ésta política de división y confrontación puede llegar a ser un gran dolor de cabeza para las grandes potencias y, evidentemente su consecuencia serán las políticas extranjeras de esos países: peligrosísimas diplomacias coercitivas.

Ya en el terreno de las hipótesis se puede decir que Argentina y Brasil deberían construir un liderazgo conjunto y concertado, para revigorizar el Mercosur, desplegar diplomacias coherentes en el área en prevención de crisis y formular diplomacias conjuntas de la región frente a las potencias europeas y americanas, en resumidas cuentas defender y ampliar nuestros comercios. (pero con utopías no alimentamos a nuestra gente).

La omisión de estas premisas traerá como consecuencias los peores componentes de la Guerra Fría en la región y esto ya lo estamos viendo: la Argentina hace un alarde de poderío bélico para el cruce el Río Paraná; Brasil despliega tropas en la frontera con Bolivia a raíz de la expropiación de las plantas de Petrobrás; Chile refuerza el norte; Colombia refuerza sus fronteras con Venezuela.

Los hombres que pensaron el Mercosur son hombres brillantes de nuestra intelectualidad, hombres políticos, hombres sinceros. Trataron de cubrir todo el espectro de posibles eventualidades; lo que evidentemente no pudieron hacer fue que en uno de los países del Mercosur apareciera un Mr. K y que apareciese un mono bananero que quiere meterse a prepo en nuestra región.

Creo que la posición uruguaya desde ahora debe ser de completa indiferencia hacia el Mercosur; quién piense que quedándonos en un organismo moribundo y que nadie quiere resucitar es un buen negocio está para el chaleco de fuerza.

Nuestra posición geopolítica es tan importante, que este tipo de problemas los tenemos desde la época de la conquista, es básicamente el tema del acceso fácil, rápido y barato al océano y por ende al mundo. Vamos a ver si de una vez por todas maduramos como país nos desprendemos de los hipócritas argentinos y de los prepotentes brasileros y hacemos algo por nosotros mismos. Finlandeses, suecos, americanos, canadienses y españoles tienen confianza en el país porque tiene un régimen político estable, el Estado respeta sus palabras y sus contratos, tenemos una población homogénea y suficientemente culta, tenemos un clima benigno y una infraestructura bastante aceptable, obviamente que susceptible de grandes mejoras. Debemos explotar nuestros recursos humanos al máximo, debemos explotar la privilegiada posición que el Imperio Británico nos dió, y decir todos los días: ¡¡Good save the Queen!!

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