sábado, 27 de octubre de 2007

Polonia sigue siendo de derecha

Polonia sigue siendo de derecha









La izquierda europea estaba convencida de que su tenaz campaña contra los gemelos Kaczynski desbancaría a la derecha del poder en Polonia, pero los resultados de las legislativas han sido otros: Jaroslaw Kaczynski pierde, en efecto, la jefatura del Gobierno, pero no a manos de la izquierda, sino de la derecha (liberal, más moderada) de Donald Tusk y su Plataforma Cívica, con el 41,39% de los votos. En cuanto al partido de los gemelos, Ley y Justicia, queda en segundo lugar con un 32,16%. La que se hunde es la coalición Izquierda y Demócratas (post comunistas), que no pasa del 13,2%. Polonia seguirá siendo de derecha, aunque con un Gobierno más blandito.
La política de los hermanos Kaczynski, primer ministro uno, presidente de la República el otro, había logrado encrespar a la opinión bienpensante occidental. Las reivindicaciones del partido mayoritario, Ley y Justicia, resultaban difícilmente digeribles para una opinión pública europea dominada en general por el discurso de la “corrección política”. Así, iniciativas como la de oponerse a la influencia del “lobby gay” fueron severamente criticadas fuera de Polonia.

¿Y en Polonia? Allí no tanto. Lo que sí levantó ampollas en Polonia fue otra iniciativa de Ley y Justicia: la depuración de los órganos del Estado para “limpiarlos” de personas que hubieran tenido vinculaciones con los servicios secretos del antiguo régimen comunista. Esa iniciativa, llevada a extremos sensibles, dio una imagen excesivamente pendenciera de Ley y Justicia; imagen que seguramente no corresponde tanto al núcleo de ese partido (los gemelos) como a sus socios (Autodefensa, Liga de las Familias Polacas), pero que, en cualquier caso, le ha deteriorado hasta el punto de perder la mayoría.

En su lugar, a quien los polacos han votado mayoritariamente es a Donal Trusk y su Plataforma Cívica, una formación de centro-derecha, liberal, que ha logrado seducir a los polacos sobre la base de un discurso amable y esperanzado. Ahora bien, Trusk, con sus 209 diputados, no podrá gobernar solo; necesita coaligarse con alguien. Lo más probable es que Trusk termine pactando con el Partido Campesino de Polonia, una pequeña formación que ha obtenido 31 diputados. Enfrente, Ley y Justicia conserva 166 diputados, y es la primera vez que un Gobierno saliente consigue que una derrota electoral no sea una calamidad.

Especialmente amarga es la situación de la izquierda, aglutinada en torno a Izquierda y Demócratas, partido que tiene su origen en los restos del naufragio comunista. El plan de los post comunistas era crecer hasta convertirse en una bisagra imprescindible para el sistema; no aspiraba a ganar, pero sí a ser el aliado indispensable para la Plataforma Cívica de los liberales. Sin embargo, sus resultados han sido tan malos que ID ya sólo puede aspirar a no entrar en una grave crisis interna. Buena parte del fracaso hay que imputárselo a su líder, Kwasniewski, cuyo comportamiento escandaloso –borracheras públicas incluidas- ha espantado al votante.

Los observadores señalan que en Polonia, por lo que parece, se ha desvanecido para siempre la imagen de una división izquierda/derecha a la europea. Dos partidos de centro-derecha y derecha han conseguido casi un 75% de los votos, mientras que la izquierda oscila en torno al 13%. Y la polarización del voto en torno a esas dos formaciones de derecha parece que será duradera.






A la izquierda europea no le gusta nada.....y a los maricas zurdos tampoco


Lo ha dicho Pedro Zerolo, secretario de “movimientos sociales” del PSOE y bandera de la ofensiva “gay” en España: hay que expulsar a Polonia de la Unión Europea. “A Varsovia hemos de ir”, clama Zerolo. Por su parte, la ex líder de ERC Pilar Rahola no se corta: los polacos son los mayores antisemitas de Europa, nada menos. Le pasaba a Woody Allen cuando oía a Wagner: que le daban ganas de invadir Polonia. A la izquierda española le ocurre lo mismo cuando lee El País. Pero, ¿qué ha hecho Polonia para merecer esto?
Polonia se ha convertido en el país más singular del mundo por varias razones. Una, que gobiernan dos hermanos gemelos, los hermanos Kaczynski: Jaroslaw, primer ministro, y Lech, presidente de la República. Ambos proceden de la resistencia sindical cristiana contra el comunismo –el sindicato Solidaridad- y fundaron el partido Ley y Justicia, de derecha nacional, cristiana y conservadora. Este es el segundo rasgo que hace singular a Polonia: el programa del partido gobernante, Ley y Justicia, se atiene directa y explícitamente a principios cristianos tanto en lo político como en lo moral, y eso, en la Europa presente, es realmente extraordinario.


Conforme a sus principios, el partido Ley y Justicia, que gobierna con alrededor del 27% de los votos, ha adoptado medidas que han encrespado los ánimos de la izquierda europea. Primero fue la ley de “descomunistización”, orientada a revelar quiénes trabajaron para los servicios secretos bajo la dictadura comunista y cerrarles el acceso a nuevos puestos de responsabilidad. Esta ley, fuertemente polémica, terminó siendo “limada” en el Tribunal Constitucional polaco y finalmente no alcanzará toda la amplitud que pretendía, pero sí que se aplicará en el ámbito militar. Estas medidas legales de “descomunistización” han venido acompañadas de otras similares, pero de carácter más sociológico y político, como la retirada de honores a los comunistas polacos que participaron en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española.

Además, y en el plano social, los hermanos Kaczynski han adoptado una medida que ha levantado las iras especialmente del lobby gay: eliminar en la enseñanza la propaganda de la homosexualidad. Es un debate que en España no debería sonar lejano: buena parte de los manuales de educación presentan la homosexualidad como una “opción” sexual entre otras. Los polacos se han negado a que tal cosa ocurra en sus centros de enseñanza. Negativa que ha motivado, entre otras cosas, declaraciones muy hostiles de los grupos de izquierda en el Parlamento europeo.


Con estas credenciales, es fácil entender que el Gobierno polaco se haya convertido en la “bestia negra” de la progresía europea: su programa se asemeja mucho al de una hipotética república cristiana, en una línea que necesariamente recuerda a la del conservadurismo religioso en los Estados Unidos. Para calibrar la irritación que Polonia produce en la izquierda, no hay más que leer El País: sus crónicas transmiten unos vehementes deseos de invadir Polonia, como le pasaba a Woody Allen cuando escuchaba a Wagner.

El caso Rahola


Lo de El País no se dice por hacer sangre, sino porque la fiscalía regional de Wroclaw (Polonia) ha abierto una investigación criminal por difamación al pueblo polaco contra el diario “independiente de la mañana” por antonomasia. La causa: un artículo de la periodista y ex dirigente de Esquerra Republicana de Cataluña Pilar Rahola, según la cual el pueblo polaco contribuyó, durante la ocupación nazi, al Holocausto de la población judía. Nada menos.

Rahola dice que los polacos son los mayores antisemitas de Europa, porque en Polonia coincidieron las dos grandes corrientes del antisemitismo: la del hitlerismo y la del cristianismo. “Polonia –dice la amable polemista- es clave en la maldad que culminó con el exterminio de dos tercios de la población judía europea”. De donde Rahola pasa a consideraciones más actuales, pues, según ella, Polonia “hace alarde de homofobia, plantea leyes que recortan derechos fundamentales, y pone bajo sospecha a miles de ciudadanos".


La embajadora de Polonia en España, Grazyna Bernatowicz, protestó en carta a El País contra lo que calificó de formulaciones ofensivas. El fiscal Jakub Przystupa ha declarado abierta la investigación contra el periódico de Polanco “porque el artículo en cuestión puede constituir efectivamente una difamación del pueblo polaco”. Desde octubre de 2005, la ley polaca prevé penas de hasta tres años de cárcel “por difamación pública al pueblo polaco mediante las acusaciones de que organizó crímenes comunistas o hitlerianos o participó en su comisión”.

El caso Zerolo


Para echar más leña al fuego, el secretario de Movimientos Sociales del PSOE, Pedro Zerolo, ha acudido directamente a los grandes remedios: hay que expulsar a Polonia de la Unión Europea. ¿Por qué? Por su política sobre la sexualidad en las escuelas. Zerolo convocaba así a los asistentes a un foro sobre la represión de homosexuales en el franquismo: “A Varsovia hemos de ir”. Y animaba a viajar a Varsovia el 7 de julio para estar junto a los colectivos de gays y lesbianas que se manifestarán en esa ciudad. Polonia –sostiene Zerolo- es la prueba de que "debemos seguir alertas" porque "no vivimos buenos tiempos, pese a que España se ha convertido en una isla de igualdad en el mundo".

Zerolo no se limitó a criticar al Gobierno polaco, sino que pidió expresamente la exclusión de Polonia del seno de la Unión Europea: “La UE no es un banco para ir a pedir subvenciones. Si no se respetan ciertos valores republicanos, ¡puerta! ¡Fuera de la UE!”. La verdad es que tiene gracia que eso lo diga un español, porque España es desde hace veinte años uno de los países más subsidiados de la Unión. Zerolo tampoco mencionó el caso turco ni pidió que se vete el ingreso de Turquía en la Unión, pese a la discriminación que sufren los homosexuales en ese país.


Como Zerolo no es un ciudadano particular, sino un cargo público del partido en el poder, la embajada polaca en España ha reaccionado con bastante malestar. La embajadora Grazyna Bernatowicz, tras subrayar que “Polonia es un Estado de Derecho que, de acuerdo con su Constitución, sabe respetar las minorías, lo que, sin embargo, no significa la obligación de promover o fomentar ciertas actitudes”, precisa que “Polonia nunca ha tratado a la Unión como una fuente de ingresos. Todos los Gobiernos de Polonia siempre han hecho hincapié en promover, antes que nada, un gran proyecto político, subrayando que no sería bueno limitar la Unión a un mero mercado común basado en detallados cálculos financieros”. La embajadora no desdeña la daga fina: “Es totalmente injusto reprochar a Polonia que considera a la Unión como ‘un banco para pedir subvenciones’, y más todavía cuando lo dice un representante del PSOE, que debería saber mejor que nadie que precisamente gracias a las subvenciones europeas España pudo haberse desarrollado de una manera tan espectacular convirtiéndose en muchas ocasiones en un ejemplo para mi país”.

Un último párrafo de la embajadora merece mención aparte: “No me queda más que manifestar mi esperanza de que las opiniones expresadas por el Secretario de Movimientos Sociales del PSOE no reflejen la posición del partido ni del Gobierno de España”. Porque Zapatero va a viajar en breve a Varsovia. Todo este lío se ha montado en vísperas del periplo polaco de Zapatero. Coordinación, que le llaman.......

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