miércoles, 31 de octubre de 2007

Jóvenes musulmanes holandeses quieren abandonar su fe

Jóvenes musulmanes holandeses quieren abandonar su fe







Un grupo de jóvenes musulmanes lanzó una campaña en el aniversario de los ataques del 11S en América para hacer más fácil la renuncia al Islam. Han crecido en “la tolerancia holandesa” y no quieren saber nada más de la fe de sus mayores, tan relacionada en estos tiempos con terrorismo y guerra. Su fundador ya está amenazado de muerte, porque la apostasía, en el Islam, es un gravísimo delito. Parece que el conflicto a tres bandas libertad de religión/diversidad de opinión/diversidad cultural se complica cada vez más. Pero las que no parecen dejar de perder son la tradición y la identidad europeas.

El Comité para Ex Musulmanes promete hacer campaña por la libertad de religión pero ha provocado descontentos entre las organizaciones musulmanas y políticas por provocar tensiones entre la comunidad de musulmanes en los Países Bajos.

El nombre de Ehsan Jami, el fundador del comité, que abandonó el Islam después del ataque contra las torres gemelas de Nueva York, ha terminado en el candelero público. Debido a su polémica fama, se ha tenido que ocultar tras una serie de amenazas de muerte y ataques frustrados.

Según la corresponsal de religión del Times, Ruth Gledhill, hay ciertas contradicciones en el Corán con respecto al destino que les espera o debe procurárseles a aquellos que niegan la verdad del Islam. Catorce pasajes se refieren a la apostasía, a aquellos que reniegan de la fe, y de éstos, siete se refieren al castigo, generalmente en la vida en el más allá, dice Gledhill.

En la Sura 40 dice que aquellos que reniegan de las escrituras serán engrilletados y encadenados en sus cuellos, serán ahogados en agua hirviendo y quemados en el fuego. En otra parte del Corán, parece haber más tolerancia. En el versículo 2.256 dice: “No hay obligación en la religión”. Dos suras, más la 10 y la 18, incluyen pasajes indicando que la gente que no desea creer no debería ser forzada a serlo.

Pero el Hadith, o dichos del Profeta, condena inequívocamente a aquellos que renuncian a su religión. Un pasaje advierte de pena de muerte por asesinato, adulterio y apostasía. Otro cita a Mahoma diciendo: “Si cambia su religión islámica, sea quién sea, matadlo.” Y una recompensa especial en el Paraíso espera a los asesinos de los apóstatas.

De acuerdo con Mufti Abdul Barkatullah, imán de la mezquita de North Finchley, al Norte de Londres, el Islam simplemente tomó está visión como tradición bíblica. Jesús prometió en Juan XIV,6: ”Nadie llegará al Padre si no es a través de mí”. Hay más pasajes en el Nuevo Testamento que condenan a los no-cristianos al castigo eterno. Mufti Barkatullah citó la Inquisición como un ejemplo de la intolerancia cristiana.

Entre los integristas en los cuales se mezclan la ignorancia y una mezcla de lucha de clases y lucha racial, los versos que condenan a los apóstatas son interpretados al pie de la letra, y muchos creen que ese castigo debe ser llevado a cabo aquí y no en el más allá.

Las amenazas son tomadas muy en serio en Holanda tras el asesinato del político anti-inmigración Pim Fortuyn en 2002 y el del realizador de películas anti-Islam Theo Van Gogh en 2004.

¿Debemos alegrarnos?

Al parecer, ciertos jóvenes de origen cultural musulmán que han crecido en la llamada “tolerancia holandesa” se han cansado de la tradición de sus ancestros a raíz de la grieta cada vez más profunda entre los seguidores de Mahoma y los seguidores de la nada occidental.

Pues no podemos decir que se trate solamente de un conflicto entre civilizaciones y voluntades de poder como el que ocurrió gloriosamente en Lepanto, sino que además se mezcla el conflicto interno de occidente de la perdida real de identidad y valores.

Así pues no es una victoria para la civilización que nació en Grecia, se materializó en Roma, se universalizó con Cristo y se agota en nuestros tiempos. Sino una derrota para ese otro mundo que todavía guarda raíces espirituales en la Edad Media, que es el Islam.

Es una victoria para el progreso (hacia no sabemos todavía dónde).

¿Debemos alegrarnos de que los jóvenes musulmanes holandeses abandonen la mezquita para ser consumidores y productores más eficaces? A algunos, francamente, nos trae al pairo.

Lo que de verdad nos importa sin embargo, y nos provoca sentimientos desagradables es la tendencia a la homogenización de la sociedad cada vez más inhumana, más gris, más insípida, sin fondo, ni forma. Sentenciada a una existencia puramente material, en la que nada es sagrado ni intocable, y en la que la belleza parece estar en vías de extinción. Al menos, así nos sentimos algunos, la mayor parte del tiempo, en las grandes ciudades occidentales.

Dichosos los que aún contemplan a Dios, sienten temor de Dios, se sorprenden y estremecen ante la belleza de la creación.

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