domingo, 1 de julio de 2007

El Nunca Jamás

EL NUNCA JAMÁS


En 1865, el matemático y escritor británico Charles L. Dodgson, más conocido por Lewis Carrol, editó "Las aventuras de Alicia en el país de las Maravillas". El cuento, teóricamente para público infantil, es una sátira a las costumbres, la vida social y personajes de la época. Por cierto el público infantil no entiende nada de nada cuando lo lee o se lo cuentan ya que la trama es en un mundo de absurdos y paradojas lógicas.
El conejo que pasa muy apurado mirando el reloj de bolsillo y diciendo que llega tarde, la sonrisa de un gato sin rostro, la caída interminable de Alicia por la madriguera del conejo, los animales que no están en su medio natural de vida, el festejo del no-cumpleaños, la hora del té que nunca llega a su final, el juicio a Alicia por la reina de corazones, etc,etc, no son más que paradojas lógicas aplicables a personajes de la época tal como lo hizo Dante Alighieri en su momento.
No es más que una ácida crítica a la sociedad británica, conducida con mano férrea por la Reina Victoria, y L. Carrol le puso a ese "país al que fue Alicia" el País de Nunca Jamás. Y como todo el mundo sabe el cuento termina cuando Alicia se despierta al lado de su hermana y comprende que no fue más que un mal sueño o una pesadilla.

Nuestros políticos han impuesto un día del "Nunca Más". Es un acto redundante ya que todos los uruguayos, dijimos NUNCA MAS en 1985 al aprobarse la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Esta Ley fue pensada por nada más ni nada menos que los mejores políticos que haya tenido el país: Wilson Ferreira Aldunate y Julio María Sanguinetti. Obviamente que los muchachos de la Colcha de Retazos van a decir justamente lo contrario, invocando iracundos la figura de mi madre, la de Mussolini y la de Hitler.
Pero es la verdad; ambos políticos, muy veteranos y baqueteados en la política, sabían que era el único camino para salir del estancamiento y darle "la gobernabilidad que el país necesita" según palabras de Wilson (si mal no recuerdo).
La imposición de un día del Nunca Más, implica que siguen pasando cosas. Y pasan cosas que la mayoría de los uruguayos no tenemos interés alguno que pasen.
Quienes tienen intereses formados en torno a los tan manidos "Derechos Humanos", son unívocos: tienen "Derechos Humanos" aquellos que murieron o sufrieron en una guerra semi-declarada y perdieron. Aquellos que ganaron esa guerra no tienen los mismos derechos y tampoco los tenemos los que no somos de la filiación política, ahora, oficialista.

Lucrar políticamente con el dolor ajeno me parece un delito particularmente asqueante. Si bien se dice que los "represores del Estado" tienen tumba y que unos 20 de los desaparecidos no las tienen, parece una falacia. No es la primera vez, ni será la última, que en un conflicto armado existan desaparecidos y para no ir demasiado lejos, días pasados un agricultor francés de la zona de Yprès, desenteró con su arado un fémur humano que la policía forense identificó con un caucásico muerto en 1916. Ese hombre también tenía madre, padre, hermanos, esposa, hijos, sobrinos y viene a aparecer casi 100 años después de haber muerto. Lo que la gente de izquierda, o para ser más específicos: los actuales oficialistas deben de comprender, y si lo hicieron, deben de sacarse la máscara, es que hubo una guerra, en una guerra hay heridos y muertos, desolación, miedo, destrucción, inversión del sistema de valores, en fin HAY GUERRA.

Nunca Más a qué?. No me queda muy claro la finalidad de la institucionalización de ese día. ¿Debemos decirle Nunca Más a los violentos insertados en el oficialismo que están acariciando la idea de volver a la lucha armada? Podemos intentarlo, pero seguro que no nos darán la menor pelota. ¿Debemos decirle Nunca Más a las Fuerzas Armadas?.....¿para qué si ya se ocuparon de hacerlas pedazos?. ¿Debemos decir Nunca Más a la corrupción? Esto lo debería decir el gobierno a su gente, que poco a poco van apareciendo "trapitos sucios", van apareciendo cosas ilógicas, como casinos dando pérdidas!!!!!.
Van apareciendo nepotismos reales e ideológicos. ¿Debemos decir Nunca Más a un grupo de prepotentes gremialistas? Definitivamente SI. ¿O deberíamos decir NUNCA MAS a los mamarrachos que se mandan los gobernantes, con una reforma tributaria que ni ellos mismos la entienden, o que se mandan la metida de pata del siglo al parar la refinería de Ancap en pleno invierno?.

El siniestro Ministro de Propaganda del Hitler, Joseph Goebbels, aparte de inventar aquello de "que una mentira repetida mil veces, se transforma en verdad", tenía varias cosas más en su repertorio. El rengo, a pesar de su ideología, era un tipo inteligente y por lo tanto en cada hito de la historia del Tercer Reich, supo ponerles nombre. Nombres que psicológicamente apelan a lo más execrable o a lo mejor del alma humana. Es así que bautizó a su gobierno, cuando Von Heidenburg aún estaba tibio, como el Tercer Reich de los Mil Años; desatada la persecusión a los opositores, judíos, negros, homosexuales, gitanos, polacos y todos aquellos que NO tuviesen impecables credenciales nazis , nuestro hombre se aplicó a fondo: "La Noche de los Cuchillos Largos"; "La noche de los Cristales Rotos", "El criminal Incendio del Reichstag", "La solución final", "El eje de acero", etc,etc.

El asunto de poner un nombre a un hecho o a una fecha determinada, no es nada nuevo. Interviene un mecanismo psicológico muy sencillo de explicar: subliminalmente, quién acepta ese concepto se identifica con quién lo impuso, para bien o para mal el que impuso el nombre no quiere seres pensantes, seres libres, seres con libre albedrío......lo que quiere son autómatas, lacallos, seres que no cuestionen lo que el líder dice o hace.

De todas formas, aunque trato de saber a que cuernos tengo que decir Nunca Más, no puedo hacerlo porque no me lo explico. Y por lo tanto apelo a los lectores a que me lo indiquen.

Mientras tanto prefiero seguir con el nombre de Nunca Jamás de L. Carrol, donde al menos se vive en un mundo absurdo lleno de paradojas lógicas y no en una sociedad absurda llena de paradojas ilógicas (aunque este concepto no exista).

Alvaro Kröger

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