sábado, 7 de julio de 2007

Bush con los pies desnudos

Bush con los pies desnudos

Cuando Dwight D. Eisenhower dedicó el Centro islámico de Washington, D.C ., en junio de 1957, su discurso de 500 palabras se debordó de buena voluntad (" la civilización debe al mundo islámico algunos de sus instrumentos más importantes y sus principales realizaciones "), hasta en molestas torpezas del presidente americano (declaró así que los musulmanes americanos tenían el derecho a disponer de sus de iglesias propias). Hay que decir también que no pronunció una palabra de política.

Justo 50 años más tarde, George W. Bush descalzo dedicó otra vez al mismo Centro islámico la semana pasada, otro discurso. El mismo de 1600 palabras también alabó la cultura islámica medieval (" venimos para expresar nuestra apreciación para una fe que enriqueció la civilización de durante siglos "), pero sabía sin embargo notar la diferencia bien entre una iglesia y una mezquita. Y su mensaje sobrepasaba el marco simple del halago.

Era más sorpredente, sin duda, de pensarlo declarar " haberles dedicado el mismo corazón de mi presidencia a la ayuda a los musulmanes en su lucha contra el terrorismo, la reivindicación de su libertad y la elaboración de sus propias vías hacia la prosperidad y la paz ". Así como lo señala este grito del corazón, Bush comprende hasta qué punto las acciones de los musulmanes van a definir su herencia.

Si aceptan su sueño y encuentran " sus propias vías hacia la prosperidad y la paz ", su presidencia, por muy devastada que pueda aparecer en la actualidad, tendrá su justificación. Así como para Harry S. Truman, los historiadores supondrán que fue más clarividente que sus contemporáneos. Pero si los musulmanes eran las " mercaderías rechazadas del movimiento mundial hacia la prosperidad y la libertad ", los historiadores pondrían sobre sus dos mandatos una mirada tan severa como el de sus compatriotas contemporáneos.
Por supuesto, la suerte de los musulmanes ampliamente depende de la evolución futura del Islam radical, la cual depende a su vwz de la comprensión que tiene el presidente americano. De manera general, con los años, Bush manifestó más bien un mejor discernimiento frente a este tema. Empezó con lugares comúnes y nociones apologicas del Islam " religión de paz " - una expresión la que todavía hizo uso en 2006. Hasta se le pasó por la mente dictarles a los musulmanes la verdadera naturaleza de su religión, una ambición absurda que me incitó a cualificarlo de "Imán Bush" en 2001.
A medida que su comprensión se aguzaba, Bush habló de califato, de " extremismo islámico " y de "Islamofascismo". Lo que llamaba por eufemismo la " guerra contra el terrorismo " en 2001, lo cualificaba sin no más indulgencia en 2006 de " guerra contra fascistas islamistas ". Las cosas iban en el sentido común. Posiblemente los funcionarios de Washington comenzaran a comprender, después de todo.

Pero estos análisis suscitaron la oposición de los musulmanes y, al enfoque de su crepúsculo político, Bush hizo parada sobre un terreno más seguro y volvió la semana pasada a metáforas muy ajadas, permitiendo evitar toda mención directa del Islam. Así, evocó sin elegancia " la gran batalla contra el extremismo que se juega actualmente en todo el Oriente Medio extendido " y " un grupo de extremistas que intentan usar de la religión como de la vía hacia el poder y del instrumento de dominación ".
Lo peor todavía: el discurso anunciaba el nombramiento de un enviado especial americano cerca de la Organización de la conferencia islámica, cargado de " escuchar y de inspirarse " en sus colegas musulmanes. Pero, bajo sus aires de ONU estrictamente musulmana, el OIC es una organización apadrinada por los saudíes para promover las ambiciones wahabitas. Así como lo dijo Steven Emerson, la iniciativa lamentable de Bush "ignora totalmente el radicalismo rastrero, el sostén del terrorismo y los sentimientos antiamericanos transportados habitualmente por las declaraciones del OIC y de sus dirigentes ".

Para aumentar todavía el tono complaciente del acontecimiento, algunas de las principales asistentas del presidente, incluida Frances Townsend y Karen Hughes, llevaban hijabs improvisado escuchándolo entre la asistencia.
Total, del "yà devue" al visto de nuevo. Para citar a Diana West, " casi seis años después del 11 de septiembre, seis años después de haber proclamado que " el Islam es paz " en el momento de su primera visita del Centro islámico, Sr. Bush no se enteró de nada ". Pero tenemos ahora menos esperanza que en 2001 de verlo aprender, absorber y desarrollar una buena comprensión de la naturaleza del enemigo islamista.
Debemos concluir que fue suspendido delante de esta cuestión central y volvernos más bien hacia sus sucesores posibles, esperando verles reconquistar el sentido común ocasional de Bush y repetir los conceptos delicados de califato y de extremismo islámico. Precisamente es lo que hacen varios republicanos - Rudy Giuliani, Mitt Romney y Fred Thompson. Por desgracia, los candidatos demócratas prefieren guardar un silencio más o menos total sobre el asunto.
Cerca de treinta años después del primer ataque islamista contra estadounidenses y en vísperas de tres tentativas de atentados mayores en Gran Bretaña, el discurso del presidente revela bien toda la confusión que persiste en Washington.




Bush con los pies desnudos

Cuando Dwight D. Eisenhower dedicó el Centro islámico de Washington, D.C ., en junio de 1957, su discurso de 500 palabras se debordó de buena voluntad (" la civilización debe al mundo islámico algunos de sus instrumentos más importantes y sus principales realizaciones "), hasta en molestas torpezas del presidente americano (declaró así que los musulmanes americanos tenían el derecho a disponer de sus de iglesias propias). Hay que decir también que no pronunció una palabra de política.

Justo 50 años más tarde, George W. Bush descalzo dedicó otra vez al mismo Centro islámico la semana pasada, otro discurso. El mismo de 1600 palabras también alabó la cultura islámica medieval (" venimos para expresar nuestra apreciación para una fe que enriqueció la civilización de durante siglos "), pero sabía sin embargo notar la diferencia bien entre una iglesia y una mezquita. Y su mensaje sobrepasaba el marco simple del halago.

Era más sorpredente, sin duda, de pensarlo declarar " haberles dedicado el mismo corazón de mi presidencia a la ayuda a los musulmanes en su lucha contra el terrorismo, la reivindicación de su libertad y la elaboración de sus propias vías hacia la prosperidad y la paz ". Así como lo señala este grito del corazón, Bush comprende hasta qué punto las acciones de los musulmanes van a definir su herencia.

Si aceptan su sueño y encuentran " sus propias vías hacia la prosperidad y la paz ", su presidencia, por muy devastada que pueda aparecer en la actualidad, tendrá su justificación. Así como para Harry S. Truman, los historiadores supondrán que fue más clarividente que sus contemporáneos. Pero si los musulmanes eran las " mercaderías rechazadas del movimiento mundial hacia la prosperidad y la libertad ", los historiadores pondrían sobre sus dos mandatos una mirada tan severa como el de sus compatriotas contemporáneos.
Por supuesto, la suerte de los musulmanes ampliamente depende de la evolución futura del Islam radical, la cual depende a su vwz de la comprensión que tiene el presidente americano. De manera general, con los años, Bush manifestó más bien un mejor discernimiento frente a este tema. Empezó con lugares comúnes y nociones apologicas del Islam " religión de paz " - una expresión la que todavía hizo uso en 2006. Hasta se le pasó por la mente dictarles a los musulmanes la verdadera naturaleza de su religión, una ambición absurda que me incitó a cualificarlo de "Imán Bush" en 2001.
A medida que su comprensión se aguzaba, Bush habló de califato, de " extremismo islámico " y de "Islamofascismo". Lo que llamaba por eufemismo la " guerra contra el terrorismo " en 2001, lo cualificaba sin no más indulgencia en 2006 de " guerra contra fascistas islamistas ". Las cosas iban en el sentido común. Posiblemente los funcionarios de Washington comenzaran a comprender, después de todo.

Pero estos análisis suscitaron la oposición de los musulmanes y, al enfoque de su crepúsculo político, Bush hizo parada sobre un terreno más seguro y volvió la semana pasada a metáforas muy ajadas, permitiendo evitar toda mención directa del Islam. Así, evocó sin elegancia " la gran batalla contra el extremismo que se juega actualmente en todo el Oriente Medio extendido " y " un grupo de extremistas que intentan usar de la religión como de la vía hacia el poder y del instrumento de dominación ".
Lo peor todavía: el discurso anunciaba el nombramiento de un enviado especial americano cerca de la Organización de la conferencia islámica, cargado de " escuchar y de inspirarse " en sus colegas musulmanes. Pero, bajo sus aires de ONU estrictamente musulmana, el OIC es una organización apadrinada por los saudíes para promover las ambiciones wahabitas. Así como lo dijo Steven Emerson, la iniciativa lamentable de Bush "ignora totalmente el radicalismo rastrero, el sostén del terrorismo y los sentimientos antiamericanos transportados habitualmente por las declaraciones del OIC y de sus dirigentes ".

Para aumentar todavía el tono complaciente del acontecimiento, algunas de las principales asistentas del presidente, incluida Frances Townsend y Karen Hughes, llevaban hijabs improvisado escuchándolo entre la asistencia.
Total, del "yà devue" al visto de nuevo. Para citar a Diana West, " casi seis años después del 11 de septiembre, seis años después de haber proclamado que " el Islam es paz " en el momento de su primera visita del Centro islámico, Sr. Bush no se enteró de nada ". Pero tenemos ahora menos esperanza que en 2001 de verlo aprender, absorber y desarrollar una buena comprensión de la naturaleza del enemigo islamista.
Debemos concluir que fue suspendido delante de esta cuestión central y volvernos más bien hacia sus sucesores posibles, esperando verles reconquistar el sentido común ocasional de Bush y repetir los conceptos delicados de califato y de extremismo islámico. Precisamente es lo que hacen varios republicanos - Rudy Giuliani, Mitt Romney y Fred Thompson. Por desgracia, los candidatos demócratas prefieren guardar un silencio más o menos total sobre el asunto.
Cerca de treinta años después del primer ataque islamista contra estadounidenses y en vísperas de tres tentativas de atentados mayores en Gran Bretaña, el discurso del presidente revela bien toda la confusión que persiste en Washington.




FrancesTownsend (a la izquierda) y Karen Hughes, las damas en la hijab improvisado sentadas aquí a la primera fila del Centro islámico de Washington el 27 de junio de 2007, son miembros importantes de la administración Bush.


Traducción: Nicolai Nicolaievich Romanov

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